–Sí, sí, usted fue el primer ministro de la Democracia en hacerlo.

–¿Está seguro?

–Así lo indica el Diario de Sesiones de aquel 15 de noviembre de 1979.

–Pues no me acuerdo, no puedo contarle nada. ¿Y qué dije?

–Le leo: "En cuanto al tema de los ovnis, yo diría que lo más aleccionador sobre esto es la serie de películas que hizo la televisión. No lo digo en broma; lo digo porque existen objetos voladores. La mayoría de ellos tiene una explicación científica, pero ciertamente hay un porcentaje de esas llamadas 'luces' que no se ha llegado a identificar, lo cual no implica que haya extraterrestres".

–Está muy bien dicho, ¿no? –el entrevistado suelta una carcajada–. Bueno, no creo que me hayan puesto un monumento en el Parlamento por ser el primer ministro en hablar de ovnis.

–Quizá se lo hayan puesto en otro planeta.

–¡Vaya usted a saber!

Quien habla al otro lado del teléfono es Salvador Sánchez-Terán, ministro de Transportes en aquel gobierno de la Transición que presidía Adolfo Suárez. Respondió con esas palabras en el Senado a una pregunta sobre el famoso avistamiento de Manises.

La historia, en resumen, es esta: la noche del 11 de noviembre de aquel 1979, un avión Palma de Mallorca-Tenerife con 109 pasajeros a bordo tuvo que aterrizar de emergencia en Valencia porque detectó que le perseguía un ovni.

Se montó una buena. El piloto y su equipo dieron parte a tierra. Despegó un caza que persiguió al ovni durante cuarenta minutos. No pudo identificarlo. Todavía hoy nadie sabe qué ocurrió.

La semana pasada, una escena parecida a la del ministro Sánchez-Terán, aunque mucho más mediática, ocurrió en el Capitolio de Estados Unidos. Funcionarios de inteligencia norteamericanos comparecieron ante los congresistas para dar cuenta de las toneladas de información sobre ovnis recabadas en los últimos años.

Con el objetivo de instaurar una cultura de compartir los avistamientos entre la población, el subdirector de Inteligencia de la Armada, Scott Bray, puso como ejemplo una conversación mantenida con un piloto naval que le habló de un ovni. "Tienes que informar si ves algo", le dijo. También habló de evitar la estigmatización –se refería a cuando se les llama locos– de quienes revelan sus visiones.

Bray incluso puso vídeos en la pantalla. Los datos: el "conteo riguroso y basado en la ciencia" menciona hasta 142 avistamientos "inexplicables" sucedidos entre 2004 y 2021. La cuestión es: ¿cuántas veces se ha hablado de ovnis en el Congreso español desde aquel 1979? ¿Los militares registran estas denuncias? ¿Cuánta documentación clasificada existe?

Cuando Sánchez-Terán abrió la veda, podría decirse que los ovnis estaban de moda en España. Acababa de emitirse en televisión una serie norteamericana llamada "Investigación ovni": 26 episodios sobre las aventuras de dos oficiales que investigaban avistamientos. "Basada en hechos reales". Programada dos días a la semana.

De manera paralela, J. J. Benítez publicaba sus reportajes con asiduidad y ya había lanzado por lo menos un par de libros sobre ovnis. Uno de ellos poniendo el foco en los "documentos oficiales del Gobierno español".

Los Objetos Voladores No Identificados (OVNIS) estaban en la calle, en las tertulias de los cafés, en la tele, en el cine... y en el Congreso de los Diputados. Muy pocos meses después, en septiembre de 1980, el asunto saltó del Senado a la Carrera de San Jerónimo.

La pregunta del PSOE

Fue mediante una pregunta del diputado socialista Enrique Múgica (1932-2020) al Ministerio de Defensa. Se la escribió J. J. Benítez, tal y como contó él mismo a este periódico. El texto decía entre otras cosas: "Según palabras textuales de la tripulación, el objeto volante no identificado tenía un tamaño aproximado al doble del de un avión, con dos potentes luces rojas en los extremos (...) Sus maniobras fueron tan violentas y peligrosas que, a los ocho minutos, el comandante del avión comunicó a control que así no podía seguir y que procedía a Valencia".

Múgica –o mejor dicho, J.J Benítez por boca de Múgica– apremiaba: "Al saltar la noticia a los medios de difusión, el Ministerio del Aire hizo pública una nota en la que ponía de manifiesto que se abría una investigación oficial sobre los hechos. Hasta hoy, esa investigación, concluida ya, no ha sido dada a conocer".

Defensa, finalmente, reconoció la existencia de ese tráfico de "procedencia indeterminada" y reveló que esa investigación no había logrado desvelar la incógnita. Fue aquella una época de "oleada". Esa es la expresión que utiliza el autor de Caballo de Troya en conversación con este diario.

Menciona, por ejemplo, un caso de ese mismo año, en diciembre, sólo un mes después del caso de Manises. J.J Benítez asegura que, en Navidad, un ovni sobrevoló la Plaza Mayor de Madrid. Lo justifica con el testimonio de un matrimonio que había ido al centro de la ciudad para comprar un árbol navideño. "Tuvo que verlo muchísima más gente", concluye.

La política ovni en España no acabó ahí. Se prolongaría unos años más. Primero con una pregunta del Partido Popular al Gobierno de Felipe González. Después, con otra de Izquierda Unida al de José María Aznar.

La primera tuvo que ver con un avistamiento en Benicasim (Castellón). El 12 de julio de 1983, "centenares de personas observaron un objeto volador no identificado. Al mismo tiempo, el fenómeno fue visualizado por un avión militar de transporte norteamericano. Fue alertado el centro de control de Paracuellos, que confirmó la existencia del objeto sin poder determinar su naturaleza. La visión duró ocho minutos y pudo ser contrastada por la Guardia Civil y la Policía Nacional". Las comillas son del texto redactado por Gabriel Elorriaga padre –no confundir con su hijo del mismo nombre, que es hoy diputado–.

La segunda data de 1996. Varios vecinos de Vejer de la Frontera aseguraron haber presenciado cómo un ovni se estrellaba contra el suelo. Acto seguido, siempre según su testimonio, aparecieron fuerzas de seguridad estadounidenses –de la base de Rota– y españolas para limpiar los desperfectos. Willy Meyer, de Izquierda Unida, preguntó al Gobierno en el Congreso, que dijo que no figuraba ninguna operación de seguridad en ese lugar y en esa fecha.

La pregunta del PP

Desde entonces, en estos veintiséis años, ha habido una progresiva desaparición de los ovnis en términos políticos y mediáticos. Ya no aparecen en el Congreso, pero tampoco ocupan espacios importantes en los periódicos. En las televisiones, los programas de este tipo suelen ser relegados a la franja de madrugada.

Para analizar ese cambio, quién mejor que Gabriel Elorriaga (Ferrol, 1930), el diputado del PP que pidió información en el Congreso sobre el ovni de Benicasim.

–¿Cómo fue aquello?

–Yo formaba parte de la comisión de Defensa en el Congreso. Las preguntas que hice fueron parecidas a las que ahora hacen los congresistas americanos. Sabía que había documentos clasificados y quise averiguar si aquellos ovnis habían comprometido en algún momento la seguridad nacional.

Elorriaga no cree que el Gobierno tenga más información sobre ovnis de la que ya ha sido publicada. Es decir: no da pábulo a esa teoría conspiranoica según la cual los servicios de inteligencia saben más de posibles extraterrestres que los ciudadanos.

De hecho, afirma que "se fueron desclasificando papeles del Ejército del Aire" y que los resultados "fueron parecidos a lo que vemos ahora en Estados Unidos". ¿Qué resultados? Existen esos objetos voladores no identificados y no hay quien los identifique.

–Pero parece que esa inquietud ha desaparecido en España, por lo menos en comparación con Estados Unidos y si se pone el foco en los medios de comunicación y en el Congreso, ¿no?

–Sí. Es verdad que la inquietud en Estados Unidos, como vimos el otro día, parece mayor. Por otro lado, la actitud de la Administración americana es más abierta que la de la Administración española de entonces. Quizá no tengan más información, pero aportan más datos y con más normalidad.

–Cuando usted preguntó por ovnis en el Congreso, ¿le miraron como si estuviera loco?

–No, no. El Gobierno aceptó la pregunta con toda naturalidad. Aunque no añadió demasiado en la respuesta.

–Ya que estamos, don Gabriel, permítame la pregunta: ¿usted cree que hay vida en otros planetas?

–Es evidente que, en un sistema de dimensiones tan colosales, podría haber seres vivos muy lejos del planeta tierra. Pueden estar a años luz, a distancias disparatadas. Vaya usted a saber, ni siquiera tendría por qué ser coincidente en el tiempo, igual hay un planeta cuya vida está en la época de los dinosaurios.

–Entonces, parece que hay algo.

–No se puede negar que existen esos objetos no identificables. Es una preocupación, una inquietud, absolutamente razonable.

–¿Y por qué esa inquietud ha desaparecido del Congreso?

–No creo que exista una suerte de manto de silencio. Simplemente, veo menos curiosidad cultural por parte de los diputados. Leen menos, están menos al día, no sé. Tienen una visión más localista. No les importa demasiado lo que está lejos de los partidos a los que pertenecen.

Noticias relacionadas