El ministro de Universidades, Joan Subirats, ha abierto la puerta este miércoles a modificar la EBAU (antigua Selectividad) para que existan "ciertas reglas comunes", pero descartando la idea de un examen único en toda España.

En un primer encuentro con los medios de comunicación, el recién estrenado ministro ha reconocido que la prueba de acceso a la Universidad no puede ser ni "excesivamente centralizado ni excesivamente atomizado".

"Se tienen que dar unas condiciones parejas para acceder a la universidad. ¿Tienen que ser exactamente las mismas? Eso lo tendremos que ir viendo. El sistema tiene que combinar la autonomía de las universidades y de las Comunidades Autónomas y el reconocimiento de la diversidad con la igualdad", ha explicado el ministro.

De esta forma, Subirats abre la puerta a un nuevo modelo frente al actual, en el que ni los sistemas de corrección, ni los temarios, ni los currículums son similares dependiendo de la Comunidad Autónoma en la que residas.

La denuncia lleva varios años encima de la mesa, pero los titulares de la cartera siempre han rehusado modificar el sistema. Antes de la pandemia se convocó una comisión para modificar el modelo de la nueva EBAU (prueba de acceso a la universidad). Tras la parte más dura de la Covid-19 se está retomando con la participación de Educación, las Comunidades Autónomas y los rectores.

Este mismo miércoles, la ministra de Educación, Pilar Alegría, ha reconocido que la nueva selectividad "todavía está en formato de borrador". "Vamos a hablarlo con las Comunidades y con las Conferencias de rectores", ha insistido recordando que esta nueva Selectividad no se aplicará hasta dentro de dos años.

En este sentido, la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) ha advertido en varias ocasiones que hablar de una EBAU única sin tener un Bachillerato único es prácticamente imposible.

La entidad aboga por hacer un informe técnico para comprobar si existen las diferencias que se denuncian pero, sobre todo, pide apostar por la "mayor supervisión y coordinación de los contenidos y los niveles de exigencia".

LOSU

Pero la selectividad es un reto a largo plazo para el ministro. Lo que tiene sobre la mesa y debe resolver con más premura es terminar la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) que su predecesor, Manuel Castells, dejó inacabada en su abandono repentino del cargo por motivos de salud.

La nueva norma tiene que estar lista para el primer semestre de 2023 por lo que el político catalán se pone diciembre de 2022 como tope "máximo" para presentar la ley (en segunda vuelta) al Consejo de Ministros.

Una norma que el ministro, en un encuentro distendido con los medios de comunicación, ha reconocido que va a hacer suya incluyendo algunas modificaciones. Aunque de momento no ha querido concretar qué cambiar introducirá y si afectarán al "grueso" de la ley o a "partes estructurales".

En este sentido, Subirats se ha abierto a negociar el tiempo de duración de los grados. Un aspecto en el que Castells se cerró en banda limitándolo a cuatro años, salvo en campus que pertenecieran al consorcio de las universidades europeas. Una excepción que no es tan "pequeña", según el propio ministro, y para la que, aun así, pretende seguir buscando soluciones.

"Tenemos que buscar un equilibrio; hay que manejar una lógica de funcionamiento del sistema y, a la vez, de aceptación de la diversidad, porque una ley orgánica no puede agotar toda la normatividad. Tiene que aceptar que luego hay adaptaciones a las distintas realidades", ha dicho.

Además, Subirats ha reiterado que una Ley Orgánica no puede "acotar toda la ley" y tiene que adaptarse a las "diferentes realidades" facilitando "autonomía, diversidad e igualdad" a las diferentes universidades y Comunidades Autónomas. Una libertad por la que lucharon en el Congreso de los Diputados sus socios de legislatura, Esquerra Republicana, cuando se tramitó la Ley de Convivencia Universitaria.

Es precisamente la parte de tramitación parlamentaria uno de los puntos que más "miedo" da a los agentes sociales (profesores, sindicatos, estudiantes) a la hora de pactar la LOSU. Temen que la necesidad de votos del Ejecutivo les haga plegarse ante las exigencias independentistas. Sobre esto, Subirats ha pedido "tiempo" y ha reconocido que confía en el trámite parlamentario como un elemento más para modificar la legislación porque "puede afinar muchas cosas".

El ministro ha empezado esta misma semana a convocar reuniones con los diferentes grupos parlamentarios para escuchar sus reivindicaciones. Subirats ha pedido un "tiempo" para hablar con los actores implicados (estudiantes, sindicatos, rectores) y que le notifiquen qué aspectos de la ley están más "maduros" y cuáles permiten "un retoque" antes de pasarlo a segunda lectura al Consejo de Ministros.

Respecto a sus retos dentro del ministerio, Subirats ha mirado más allá de la LOSU para enfocar su mandato hacia un proyecto de "futuro" centrado en los retos demográficos, digitales y medioambientales que vienen. Por ejemplo, Subirats ha puesto un especial foco en que las universidades aborden educación más allá de los años de la carrera hacia un modelo de "aprendizaje a lo largo de la vida".

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