El Partido Popular no volverá a ser el "socio de preferencia" de Ciudadanos. Así lo proclamará la formación capitaneada por Inés Arrimadas tras su cónclave de este fin de semana. Según ha contrastado este periódico de fuentes autorizadas, el partido, de ahora en adelante, se sentará a la mesa y negociará acuerdos programáticos a un lado y a otro de la balanza.

El cambio orquestado en torno al PP no implica que el "socio de preferencia" vaya a ser el PSOE. Simplemente, dejará de existir tal prioridad. Ciudadanos tratará de evitar que su discurso sea un juego de "suma cero". Estudiarán "los programas" sin importar que el sello sea rojo o azul.

Quedará enmendado así uno de los giros más reseñables de Albert Rivera, que tras el ciclo electoral de 2019 calificó así, como "socio de preferencia", a Pablo Casado. Es más, el mandato que la dirección nacional dictó a sus delegaciones autonómicas fue el de negociar con el PSOE sólo en caso de que no hubiera fructificado un pacto con el PP.

A la vista están los actuales gobiernos autonómicos y municipales: Andalucía, Castilla-La Mancha, la ciudad de Madrid... Y los recién extinguidos de la Región de Murcia y la Comunidad de Madrid, donde Ciudadanos ostentaba la vicepresidencia hasta que se fueron al traste con la fallida moción de censura.

En aquel momento, por ejemplo, Francisco Igea quiso explorar una negociación con el PSOE, con quien sumaba mayoría absoluta, pero se le conminó a hacerlo con los conservadores. Para ser exactos, "era romper el partido o pactar con el PP". Así lo contó el propio Igea en una entrevista reciente con este periódico.

El mandato de Rivera, pese a aprobarse en la Ejecutiva de la organización con una amplia mayoría, fue la extensión de la promesa electoral que lo encumbró hasta los 57 escaños: "Con Sánchez, no". De hecho, esa negativa supuso una repetición electoral.

Pese a haber catalogado al PP como "socio de preferencia", Rivera, urgido por las encuestas, dio marcha atrás de cara a las siguientes generales, pero ya era tarde. Levantó el veto al PSOE, pero los electores lo consideraron impostado. Cayó de 57 a 10 parlamentarios.

En tiempo de Rivera, antes de la etapa dorada, Ciudadanos ya fue una formación liberal y de centro. Sostenía un gobierno del PSOE -Susana Díaz- en Andalucía y uno del PP -Cristina Cifuentes- en Madrid. Después, llegó el discurso de la "banda de Sánchez con los independentistas"; y del "ni rojos ni azules" se pasó al "ni rojos"... a secas.

La última bala de Cs

Buena parte de los dirigentes de aquel tiempo, quizá el propio Rivera, no consideran un error haber hecho del PP un "socio de preferencia", sino todo lo contrario. Piensan que, precisamente, haber levantado el veto a Sánchez fue lo que acabó con la credibilidad de Ciudadanos. Así lo explicó José Manuel Villegas en una entrevista con este periódico, la primera que concedía tras anunciar que abandonaba la política.

Arrimadas, que heredó un partido descalabrado, abolió el veto al PSOE desde el primer momento. Negoció los Presupuestos con Sánchez, aunque finalmente el Gobierno le dio la espalda. También pactó con el PSOE en Murcia, pese al resultado final.

Este fin de semana, se inaugurará por escrito y con solemnidad la "autonomía de Ciudadanos frente al PP" y se liquidará todo lo que tenga que ver con socios de preferencia. "No habrá preferencias, tendremos nuestro propio espacio. La tercera España, la tercera cultura, el liberalismo. Nos sentaremos a negociar en relación a las propuestas. No haremos nuestro discurso en contraposición a los demás", expresa uno de los dirigentes que prepara la convención.

Ciudadanos llega muy magullado a su gran cónclave. Las elecciones de Cataluña y Madrid han dejado herido de muerte al partido. Sin embargo, Arrimadas hará todo lo posible por aprovechar su última bala: construir una verdadera organización liberal, "asimilable a las europeas", que pueda ser decisiva en los pactos de gobierno.

Con los parlamentos más fragmentados que nunca, Ciudadanos podría hacer de su supervivencia la conversión en "socio imprescindible". Así lo trasladan varios de sus dirigentes en conversación con EL ESPAÑOL: "Cinco o diez escaños pueden ser decisivos. No sólo en el Congreso, sino en todos los Ayuntamientos y Comunidades".

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