1. Ayuso, 'el PP dentro del PP'.

La presidenta de la Comunidad de Madrid y lideresa del PP en la región hizo famosa una sentencia a la vuelta del verano pasado, en plena batalla personalísima con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno: "Madrid es España dentro de España". Y esa misma filosofía parece estar guiando el crecimiento de la figura de Isabel Díaz Ayuso dentro del partido, como si ella hubiese hallado la fórmula secreta para fagocitar sin esfuerzo todo el capital electoral de Ciudadanos al tiempo que detiene la emergencia de Vox.

Según la encuesta elaborada por SocioMétrica para EL ESPAÑOL, el 62% de los votantes naranjas en 2019 se van con ella, e incluso capta el 21% de los que apoyaron la lista de Rocío Monasterio. Pero es que además, el PP es el partido que más moviliza al electorado, porque capta un 26% de los abstencionistas y es ella la única que logra trasvases significativos entre bloques: le roba un 7,4% de sus electores a Ángel Gabilondo (al que le cede sólo un 0,2%) y se atrae hasta un 4,4% de los votantes de Más Madrid (entregándole únicamente un 0,9% de los suyos).

Esa capacidad de atracción la exhibe Ayuso, como un icono, sin moverse de su sitio, ya que conserva una fidelidad enorme (el 88,3% de sus votantes repetirán). Y además, manteniéndose como la líder mejor valorada desde la convocatoria electoral a mediados de marzo, con un aprobado constante que, de hecho, muestra una clara tendencia ascendente: suma dos décimas por oleada en las últimas tres semanas, hasta el 5,5 sobre 10.

Un comportamiento que desafía la lógica. Así, el rechazo que habitualmente concita un líder del PP -y le baja la nota media- parece haberse centrado en Monasterio (3,8)... y todo a pesar de las descalificaciones personales de sus rivales y del empeño del presidente del Gobierno de señalarla como rival directa.

2. No necesita a Vox.

Este efecto de la presidenta en ejercicio tiene como consecuencia que el PP contiene el avance -imparable hasta ahora- de Vox. Y es que, a la vista de la evolución de la intención de voto en los sondeos de SocioMétrica, las oscilaciones de Ayuso eran inversamente proporcionales a las de Monasterio: finalmente, la popular ha ganado 5,7 puntos porcentuales desde la precampaña mientras la de Vox ha caído 2,2 (del 12,3% al 10,1% de intención de voto).

Con todo, la conclusión es que Ayuso no necesitaría el voto afirmativo de Vox en la sesión de investidura, pues ella sola suma más que las izquierdas unidas. Otra cosa será conseguir su objetivo confesado durante la campaña: "Gobernar en libertad", es decir, tampoco precisar de apoyos externos para sacar leyes adelante.

Pero lo cierto es que este último sondeo antes del 4-M presenta dos escenarios diferentes -con o sin Ciudadanos en la Asamblea- y otro más, como resumen de ambos, ya con horquillas. Y en ninguna de esas tres fotos el PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos logran sumar -no ya la mayoría-, ni siquiera tantos escaños como los previstos para el PP. En el caso más favorable para las izquierdas, los 57 escaños de ese eventual 'tripartito' se quedan a uno de los 58 de los 'populares' solos.  

3. Salvar al 'soldado naranja'.

Esta encuesta certifica la situación moribunda de Ciudadanos. Al inicio de la carrera, cuando Edmundo Bal aceptó el encargo de Inés Arrimadas para encabezar la candidatura, su intención de voto era del 5,5%. Y se acuñó la frase de "salvar al soldado Edmundo" entre los seguidores de la formación liberal para evitar que quedara fuera de la Asamblea. Pero con el paso de las semanas, las tornas se han volteado. Y ahora (4,5%) queda definitivamente claro que sólo Bal puede salvar al soldado naranja.

Pero aún le quedan opciones: para empezar, porque a pesar de que Ciudadanos se ha hundido en las últimas dos semanas, en ese mismo periodo es su candidato quien mejor se ha comportado en el apartado de valoración de líderes. Bal ha pasado del 3,2 al 4,1 sobre 10. Y su tendencia es ascendente, con una curva al alza más pronunciada que la de su partido a la baja.

Ese dato, unido al 8,8% de indecisos (la cifra más alta de todos los contendientes) entre los votantes que eligieron Cs en mayo de 2019, le da un margen al partido liberal de sumar más de 50.000 sufragios en esta última semana... y no es desdeñable, para una formación que camina sobre el filo de unas décimas por la supervivencia, el margen de error del +/-2% que reconoce la ficha técnica del estudio. 

4. Gabilondo: ni soso ni nada.

La frontera del 5% del voto para lograr representación en la Asamblea fue la clave que motivó el inicio de la campaña socialista, presumiendo de lo "soso, serio y formal" que era su candidato para captar apoyos del centro... y de la radicalización izquierdista posterior de Gabilondo, cuando Moncloa consideró que su cabeza de lista ya había atraído el máximo de votantes liberales a los que podía aspirar. Según la matriz de transferencia de nuestro sondeo, sólo fue el 4,1%... unos 26.000 sufragios.

Pero a la vista de la evolución de nuestras encuestas, fue precisamente el momento en el que Ángel Gabilondo pasó de "con este Iglesias no" a "Pablo, tenemos 12 días para ganar", cuando se descalabró la intención de voto al PSOE.

Los socialistas alcanzaron su tope en la semana del 14 de abril (23,1%), pero el debate cayó como un jarro de agua fría (22,7%)... y se remató con la "alerta antifascista" desatada por las cartas amenazantes, a la que se subió el catedrático. Hoy, el PSOE arriesga cosechar el peor resultado de su historia en Madrid, y sólo atrae al 19,4% del electorado.

Así, ni en el caso de que entrara Ciudadanos en la Asamblea (lo haría con 7 escaños si logra el 5% clave), la improbabilísima adición de los de Edmundo Bal al bloque de la izquierda (26 del PSOE, 22 de Más Madrid y 9 de Podemos) se acercaría a la mayoría absoluta de 69 escaños: sólo sumarían 64.

5. Médica, madre y líder.

Mónica García comenzó la precampaña como una desconocida. Tanto, que su intención de voto era del 11,3%, tres puntos largos menor que lo alcanzado por Más Madrid hace dos años. Pero pasó de ser la médica que sostenía al partido en la Asamblea a ser esperanza de la izquierda alternativa el día en que rechazó la coalición con Pablo Iglesias. Nunca ha dejado de subir en valoración, pasando del 3,8 al 4,9 sobre 10

...y de camino ha aumentado en un 50% las expectativas de voto de su formación, que hoy están ya en el 16,4%, mucho más que duplicando a Iglesias (6,8%), el líder del partido del que se desgajó el suyo hace sólo dos años.

De hecho, Más Madrid le ha arrebatado al PSOE el 13,2% de sus apoyos de 2019 (más de 100.000 votos) y el 33,5% a Unidas Podemos (60.000), entregando a cambio 24.000 y 45.000... en ese crecimiento neto es donde se encuentra la mejora de Mónica García, de casi dos puntos, sobre Íñigo Errejón y sus resultados en 2019.

Las horquillas de Más Madrid (22-24 escaños) se acercan a las de los socialistas (26-28). Y García ya no es sólo "la madre y médica" que ella misma repetía en la campaña, sino una líder asentada de la izquierda cuya tendencia al alza la convierte, en esta última semana, en una seria amenaza para un PSOE que se despeña. 

6. Fracaso vicepresidencial.

El desembarco de Pablo Iglesias en la política madrileña, a los pocos días de ser convocadas las elecciones, cambió el rumbo de la precampaña... o no. A la vista de lo visto, o Unidas Podemos ha fallado en lo que siempre acierta -la agitación comunicativa y la movilización-, o el efecto Iglesias no tenía fuelle y sí presentaba tantos inconvenientes como ventajas.

Efectivamente, su indudable liderazgo le ha dado muchos más titulares y presencia mediática de la que merecía la sexta fuerza de la Asamblea. Pero el rechazo que concita el exvicepresidente segundo del Gobierno -en la región que está premiando a la máxima enemiga de Pedro Sánchez- se ve en que no arrebata votantes a casi nadie y en su valoración: Iglesias es el candidato con peor nota -siempre y de lejos- de los seis. Y mientras todos han mejorado (más o menos) en campaña, él incluso ha caído del 2,2 al 2,1 sobre 10

El líder morado ha evitado la desaparición de su formación, que llegaba a la carrera rozando el fatídico 5%. Pero desde aquel 11% de intención de voto con el que se presentó en el primer sondeo, del 16 de marzo, ha caído constantemente hasta el 6,8% de las dos últimas oleadas.

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