El viaje oficial de Josep Borrell a Rusia no ha salido bien. El jefe de la diplomacia de la Unión Europea quería interceder por el líder opositor Alexei Navalny, que acaba de ser condenado a tres años y medio de cárcel, así como rebajar la tensión entre Bruselas y Rusia. El resultado, sin embargo, quedó muy lejos de lo buscado.

Este viernes, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, acusaba a Europa en general y a España en particular de utilizar una doble vara de medir cuando critica la vulneración de derechos humanos en Rusia. Entre otras cosas, Lavrov reprochaba a Borrell que el expresidente catalán, Carles Puigdemont, así como sus exconsellers, se encuentren fugados en Bélgica.

"Los líderes independentistas catalanes están en prisión por organizar un referéndum, una decisión que la Justicia española no ha revocado pese a que los tribunales de Alemania y Bélgica hayan fallado en contra", sostenía Lavrorv, que zanjaba: "Ante esto, España ha defendido su sistema judicial y ha pedido no dudar de sus decisiones. Eso es lo que queremos de Occidente en términos de reciprocidad".

En su alocución, el ministro de Exteriores sugería que Vladímir Putin quiere con Navalny lo mismo que pide España con Puigdemont: que se respeten las decisiones de su sistema judicial.

Así las cosas, el Kremlin equiparaba a Navalny con el prófugo catalán. Una comparación inaceptable si se tiene en cuenta que en agosto del año pasado, Navalny tuvo que ser llevado hasta Alemania para que se le tratara por un envenenamiento -supuestamente perpetrado por el FSB, el servicio de inteligencia ruso heredero del KGB- que casi le cuesta la vida.

Una vez recuperado, decidió regresar a Rusia para seguir luchando contra las arbitrariedades y ataques a la libertad del régimen de Putin, lo que le ha costado volver a la cárcel. Todo ello ante la condena de la Unión Europea.

Alexei Navalny, en su vuelta a Moscú. EFE

Para más inri, otra gran diferencia es que unos 10.000 rusos -según la organización independiente OVD-Info- han sido detenidos durante las manifestaciones pacíficas que se convocaron el 23 y el 31 de enero en diversos lugares de Rusia en apoyo a Navalny.

Precisamente, la participación en estas protestas ha sido la causa de que Rusia declarara persona non grata y expulsara a tres diplomáticos europeos -de Alemania, Polonia y Suecia- minutos antes de la cita con Borrell. Para el departamente que dirige Lavrov, la participación de estos funcionarios en "manifestaciones ilegales" son acciones "inadmisibles que no se corresponden con su estatus diplomático".

Injerencia rusa

La defensa de Puigdemont en el Kremlin ha evidenciado el interés de Rusia en agitar el separatismo catalán. Y ha vuelto a poner encima de la mesa la tesis de la injerencia rusa en el procés, que ya tiene sustento jurídico, y a la que se suma sin ambages la eurodiputada de Ciudadanos Maite Pagazaurtundua.

"No nos debería extrañar lo sucedido, teniendo en cuenta que hubo una campaña de desinformación rusa durante la época dura del procés, en 2017", explica Pagaza en su parla con EL ESPAÑOL. "Eso se supo después, porque no estábamos preparados para este tipo de amenazas híbridas", abunda.

La eurodiputada liberal señala que a "Rusia le interesa la debilidad de la Unión Europea". Y abunda: "Y si en estos días Lavrov se muestra arrogante es porque sabe que la UE pasa días difíciles con el tema de las vacunas y porque con Rusia siempre hay intereses que no son compartidos por todos los Estados miembros".

Por último, Pagaza defiende la labor de Josep Borrell en su visita a Moscú, ya que "al final hay que buscar que los Estados miembros pongan un mínimo común denominador". Y el jefe de la diplomacia de la UE, dice, "intenta dar fuerza a la voz europea en cuestiones que son muy relevantes, como pedir la liberación de Navalny". Según la eurodiputada, "Borrell es un hombre aguerrido y sabe que la diplomacia es así; a veces se reciben bofetones".

El jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, durante la reunión con Sergei Lavrov este viernes en Moscú Efe

Cumbre de marzo

La tesis de que Rusia está interesada en agitar el separatismo la asume también Juan Carlos Jiménez Redondo, catedrático de Historia del Pensamiento y doctor en Relaciones Internacionales: "Rusia lleva dos o tres años intentando desestabilizar internamente a la Unión Europea, y el Gobierno de España ha resultado ser una víctima propiciatoria a través del movimiento separatista".

Jiménez Redondo señala que "Rusia ha sido uno de los países que más ha apoyado al procés desde el 1 de octubre" como parte de una "política de desestabilización de la UE". Y por eso mismo, critica la visita de Borrell: "Le ha puesto en bandeja la referencia a los políticos presos catalanes".

"¿No se le ocurre otra cosa que ir a Rusia en estos momentos, cuando la mitad de la Unión Europea estaba en contra de ese viaje? Era más que predecible que pudiera pasar algo así", critica el experto en Relaciones Internacionales. Jiménez Redondo, eso sí, no cree que esta polémica afecte a la cumbre que los líderes de la UE han programado para finales de marzo.

Entonces, los principales dirigentes europeos discutirán sobre la relación con Moscú, una cuestión que divide a los Estados miembros. Los del este -como Polonia o República Checa- piden aumentar las sanciones contra Putin. De hecho, se habían opuesto a la visita de Borrell por considerar que contribuiría a blanquear al régimen ruso. Por otro lado, Alemania, Francia, España o Italia apuestan por sostener la presión, pero rebajando la tensión, y aumentar la cooperación por los fuertes vínculos económicos, en particular en materia energética.

Reacción de Exteriores

Desde el Ministerio de Exteriores rechazan esta tesis, según ha podido saber este periódico. Sin embargo, sí que apuntan a que la alocución de Serguéi Lavrov ha sido premeditada, pues es sabedor del activismo de Borrell contra el separatismo catalán y del contexto electoral en la región.

Así, el ministro ruso -conocido por ejercer una diplomacia dura- ha apuntado a donde más podía doler al jefe de diplomacia de la Unión Europea.

La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, respondía este viernes defendiendo que en España "no hay presos políticos" y recordando que España es una de las 23 democracias plenas, mientras Rusia ocupa el puesto 124 mundial, según el Índice de calidad democrática publicado recientemente por The Economist.

"En España no hay presos político, hay políticos presos", sostenía la ministra, que deseaba a Navalny, que está encarcelado, que "tenga la capacidad de hacer campaña y participar en las próximas elecciones rusas, como lo están haciendo los líderes independentistas catalanes que cumplen condena".

Terradellas y Markov

Pese a la negativa de Exteriores, la tesis de la injerencia rusa en el procés tiene sustento jurídico. No en vano, el juez de instrucción número 1 de Barcelona dispone de conversaciones entre Víctor Terradellas, amigo íntimo de Puigdemont, y Serguéi Markov, exdiputado ruso, que demostrarían que Rusia ofreció en octubre de 2017 nada más y nada menos que 10.000 soldados y el pago de la deuda catalana.

Terradellas era el hombre designado por Artur Mas y Oriol Pujol para el área internacional de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Él tenía contacto directo con Serguéi Markov, exdiputado del partido oficialista Rusia Unida y politólogo, al que en el convulso otoño de 2017 ofreció un intercambio: el Govern reconocería la anexión rusa de la península de Crimea llevada a cabo tres años antes y a cambio, nada menos, Vladímir Putin apoyaría a Cataluña como Estado independiente.

En declaraciones a El Periódico de Cataluña, Markov relató lo que le dijo en respuesta: "Nosotros no necesitamos ese reconocimiento, no es cierto eso que dicen los medios occidentales de que buscamos el reconocimiento. Tarde o temprano, Occidente reconocerá que Crimea es parte de Rusia". A preguntas del medio barcelonés, Markov relataba la existencia de contactos entre Puigdemont y emisarios de los servicios secretos rusos, que "se presentaban como periodistas". 

UK y EEUU

La sombra de la injerencia rusa también se cierne sobre Reino Unido -con el Brexit- y Estados Unidos. De hecho, la teoría surgió en España poco después de que lo hiciera en Norteamérica, cuando Donald Trump ganó en 2016 las elecciones frente a Hillary Clinton.

Al Kremlin le interesa el debilitamiento de sus adversarios estratégicos, como EEUU y la Unión Europea (UE), y sobre ello llegó a alertar el Gobierno español. La entonces ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, aseguró en marzo de 2018 que esa injerencia "no es un mito, es real". En una reunión del Grupo Popular Europeo, Cospedal afirmó que en los momentos más críticos de la crisis catalana proliferaban informaciones bajo perfiles falsos en las redes sociales desde servidores con su sede "en territorio de Rusia o Venezuela".

Se refería a los célebres bots, cuentas automatizadas y programadas para viralizar noticias de medios financiados por Rusia, como RT y Sputnik. Casi 5.000 de estos perfiles automáticos de Twitter se emplearon a fondo en los días clave del desafío independentista en 2017, antes, durante y después del referéndum ilegal del 1 de octubre, según un estudio de la empresa Audiense. 

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