La decisión de Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que mantiene la convocatoria de las elecciones autonómicas para el 14 de febrero coincidió con la publicación del barómetro del CIS. Y se confirma que al PSC le vendría bien que la Justicia mantuviera finalmente lo que todavía es sólo una decisión cautelar, porque Salvador Illa ha logrado el vuelco en intención de voto y, según el sondeo, ya podría elegir con quién gobernar.

La Generalitat volvería a tener un president socialista 11 años después si lograra el apoyo conjunto de sus actuales socios de Unidas Podemos y de los partidos del centro y la derecha del bloque constitucional: Cs, PP y Vox.

Con la tendencia actual desde que fue anunciado que Miquel Iceta dejaba de ser su cabeza de lista, el PSC no deja de remontar. Así, atendiendo a la distribución de escaños que otorga el Centro de Investigaciones Sociológicas, Cataluña podría tener por primera vez un Govern sin nacionalistas desde la reinstauración de la Autonomía.

Es más, eligiendo la parte más alta de la horquilla de sus eventuales socios, el todavía ministro de Sanidad incluso se podría permitir desdeñar al partido de Santiago Abascal

Estas cuentas, en todo caso, están condicionadas no sólo a que se confirmen al abrir las urnas en la noche electoral, sino a que se cumpla la palabra de cada uno de los candidatos. La otra opción del candidato socialista sería, según el CIS, optar por Esquerra Republicana. Una suma muy apurada, pero posible, ya que la mayoría absoluta de 68 escaños está a su alcance.

Pero tanto Illa como Pere Aragonès, líder de ERC, han descartado la posibilidad de pactar un gobierno conjunto. 

De hecho, el titular de Sanidad siempre ha representado la rama más españolista del PSC. Y su "vuelta" a su tierra es una apuesta personal de Pedro Sánchez -con el acuerdo de Iceta- para difuminar el componente más catalanista y casi nacionalista del todavía primer secretario del PSC.

Pedro Sánchez y Salvador Illa en un comité de seguimiento del coronavirus. Efe

Tampoco es fácil de imaginar un acuerdo de gobierno en el que En Comú Podem, la marca catalana de Unidas Podemos, comparta foto con Vox. Pero tanto el talante como las declaraciones de algunos de sus eventuales protagonistas sí que augurarían posibilidades a, por ejemplo, un Govern en minoría del PSC y los Comunes con el apoyo externo en la investidura de Cs y PP, cuyo mayor objetivo es sacar al independentismo del poder. 

Última comisión parlamentaria

Pero es que aún hubo otra noticia este jueves. En realidad, la confirmación de que Illa dimitirá la semana que vieneya no será ministro el próximo 29 de enero, cuando comience la campaña electoral, como ya adelantó este periódico.

El jueves que viene, el Congreso tiene convocada una comparecencia del titular de Sanidad para dar cuenta de a gestión de la pandemia. Es la cita mensual en la Comisión parlamentaria del ramo a la que se comprometió el Gobierno con los grupos políticos cuando a finales de octubre sacó adelante el estado de alarma por seis meses y medio, hasta el 9 de mayo. Ahí será, con toda probabilidad, la despedida de Illa, en su último balance ante los diputados.

La decisión del TSJC de mantener provisionalmente los comicios en su fecha inicial del 14-F tenía como objetivo no suspender plazos cuyos efectos serían irrecuperables en caso de que la decisión final confirme la convocatoria.

Y este objetivo legal tuvo un efecto político. Es decir, que no frenar la tramitación del voto por correo y el del censo electoral de residentes ausentes (CERA) -que deben iniciar ya las gestiones para enviar el sufragio por internet- impulsó la confirmación de la dimisión de Illa como titular de Sanidad para centrarse en la campaña electoral.

Porque lo cierto es que el plazo que se da el Tribunal le permite suspender las elecciones hasta el 8 de febrero, a menos de una semana de la cita con las urnas y el ministro ya no podría permitirse dilatar más el anuncio oficial de su cambio de cometido.

Diluir el 'efecto Illa'

El viernes 29 de enero, pues, comienza la campaña electoral de las autonómicas, a la que se incorporará el ya candidato del PSC. Aún podrá darse la circunstancia de que el político catalán deje sus responsabilidades de Gobierno, comience a dar mítines y, luego, deba esperar hasta el 30 de mayo para saber si su "vuelta" a Cataluña es para gobernar. Así será si el TSJC acepta finalmente el decreto del Govern y desestima los recursos presentados.

Por el momento, sólo el PSC ha dejado claro públicamente que prefiere mantener la fecha original del 14-F. El mismo Sánchez insistía en ello el pasado miércoles al asegurar que "Cataluña necesita un presidente con plenas facultades cuanto antes, para impulsar la recuperación de España y la agenda del reencuentro", dijo.

Sánchez se muestra partidario de que Cataluña elija un Gobierno "cuanto antes".

Por su parte, los independentistas de ERC, JxCat, PDeCAT y la CUP prefieren retrasarlas, para tratar de diluir el efecto Illa, patente en el barómetro del CIS.

El líder de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, se reafirmaba este jueves en que los liberales prefieren aplazar la cita con las urnas, a la espera de una mejor situación de la pandemia. Y sólo Alejandro Fernández, cabeza de lista del PP, prefiere no introducir criterios políticos en su posición y se remite a las recomendaciones epidemiológicas.

Lo que está claro es que la apuesta de Sánchez por su ministro de Sanidad, el de mayor exposición mediática durante el año de pandemia, se ha demostrado un acierto en la carrera corta. Pero la decisión de la Justicia podría mostrar si el tirón sorpresivo con el que ha desembarcado en las listas socialistas se mantiene tres meses más, ya fuera del foco diario de la campaña de vacunas y de la lucha contra la Covid.

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