¿Debe pedir perdón Bildu por los asesinatos de ETA antes de ser considerado un partido más? ¿Basta que ya no maten, secuestren y extorsionen, y que ahora se presenten a elecciones? ¿Hace falta reconocer el daño, ayudar a esclarecer crímenes? ¿Deberían dejar de recibir con pasacalles, bengalas y aplausos a los asesinos que cumplen su condena? ¿Quizás no presentar en sus listas a aquellos que empuñaron armas, que fueron terroristas?

A pesar de que hoy la cúpula del PSOE celebra que la izquierda abertzale se ha normalizado, ese discurso sólo convence al 28,4% de sus votantes. El 55,4% de los simpatizantes socialistas lo rechaza.

Así se desprende de la encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, en la que sólo los simpatizantes de Unidas Podemos están a gusto con que Arnaldo Otegi se sume a la "dirección de Estado" sin hacer un acto de contrición públicamente. El 86% de los ciudadanos que eligieron la papeleta de Pablo Iglesias en las últimas elecciones, las del 10 de noviembre de hace un año, no creen que Bildu deba pedir perdón.

Ernest Lluch: "¡Gritad, que mientras gritéis no mataréis!"

Este sábado se cumplían 20 años de otro día de noviembre, el 21 de ese mes del año 2000, cuando ETA asesinó a Ernest Lluch, exministro socialista. Suya había sido la frase, enfrentándose a los cachorros radicales de los terroristas: "¡Gritad, más, que gritáis poco! ¡Gritad, que mientras gritéis no mataréis!".

Y fue en su homenaje cuando la periodista Gemma Nierga se atrevió a colar, de su cosecha, una de las primeras cuñas de buenas intenciones que inició el enfrentamiento de los demócratas entre sí: "Ustedes que pueden dialogar, dialoguen, por favor".

¿Son los firmes de principios frente a los posibilistas? ¿O los inmovilistas frente a los pragmáticos? Según este sondeo, hasta el 75,8% de los españoles quiere que Bildu pida perdón y sigue encuadrándose en una frase muy de película: "Con los terroristas no se negocia". Es decir, que con Bildu todavía tampoco, aunque su partido matriz, Sortu, haya cambiado el nombre desde que fue Batasuna; aunque haya renunciado a seguir practicando la violencia y -a veces- le parezcan "un error inadmisible" los ataques a demócratas que aún ocurren.

Un no abrumador

Pero, ¿quién puede estar en contra del diálogo? Eso debió de pensar Nierga, que se saltó el guion pactado, sí, pero que lo hizo inspirada por el socialista catalán asesinado, del que era amiga, y quien colaboraba en su programa de radio: "Estoy segura de que Ernest, hasta con la pesona que lo mató, habría intentado dialogar", dijo en su defensa. Pero la periodista fue acusada, precisamente, de "no haber dialogado con todos los partidos e instituciones la integridad del discurso".

En el centro derecha, las cifras de la encuesta son abrumadoras, casi de unanimidad. El 96% de los votantes del PP, el 95,7% de los simpatizantes de Vox y el 96,8% de los que eligieron la lista de Ciudadanos consideran imprescindible que Bildu pida perdón por los asesinatos de ETA.

Y hace pocas fechas, se pudo vislumbrar que sus líderes piensan igual. Cuando Pedro Sánchez quería sacar adelante el nuevo estado de alarma por seis meses, en el Congreso se organizó una alianza extrañísima, que iba desde la extrema izquierda independentista de ERC a la derecha extrema españolista de Vox. Cuando Junts, que hacía de mediador, comunicó que Bildu se quería subir al acuerdo para forzar a Sánchez a rendir cuentas, desde el otro lado todos dijeron "no". Tanto PP, como Cs y Vox.

¿Por qué hizo aquello Nierga? ¿Por qué no le gustó al José María Aznar ni a Jordi Pujol, con los ojos como platos en la primera fila?

Lluch había gritado aquello en plena tregua, en junio de 1999, esperanzado porque "la libertad ha vuelto y ésos que gritan ya no matan". Pero cuando le dispararon los pistoleros etarras ya era noviembre de 2000 y había pasado un año desde que los terroristas habían retomado las armas. Aznar, presidente del Gobierno, había salido ileso del bombazo que casi lo mata en 1995, pero no de dialogar con "el movimiento vasco de liberación". De ahí salió escaldado.

Por eso el PP rechaza que se le pueda acusar de cambiar de postura respecto a ETA cuando está en la oposición y de "hacer un uso antidemocrático del terrorismo y del dolor de las víctimas". De eso han acusado estos días a Pablo Casado desde las filas del PSOE y hasta en la carta del presidente Sánchez a la militancia socialista, en la que justificaba su acuerdo con Bildu sin atreverse a escribir su nombre.

Viraje del PSOE

Pero, ¿el PSOE ya ha normalizado a Bildu con la votación de las enmiendas a los presupuestos? Eso entienden los españoles, según las otras entregas de esta encuesta, que hoy publica EL ESPAÑOL.

Rebobinando, poco antes había firmado un par de manifiestos poniendo el logo del puño y la rosa junto al de la formación de Arnaldo Otegi. En uno arremetían contra el PP, por "bloquear las instituciones", y en el otro deslegitimaban a Vox por "ultraderecha antidemocrática". Hace escasas fechas, en Navarra, el PSN prefirió pactar con los abertzales antes que con UPN, los Presupuestos también, en este caso los autonómicos.

Mirando un poco más atrás, en plena pandemia Adriana Lastra se sentó con Mertxe Aizpurua, portavoz bildutarra, y con Pablo Echenique para cambiar unos votos -que ni necesitaba el Gobierno- en una prórroga del estado de alarma por la derogación de la reforma laboral. Y más atrás... más atrás está el acuerdo para que María Chivite fuera presidenta de Navarra, pese a que hasta días antes el PSOE negaba que fuera a pasar ese rubicón.

Disuelta ETA, el riesgo de un político como Sánchez ya no es que un independentista con pistola lo mate. Sino que, pasado ya un tiempo desde que el partido que lidera decidió aceptar a Bildu como un partido más, aún le cueste explicar su apuesta. Y peor, que más de la mitad de sus votantes no le acompañen en el viaje.

Ficha técnia

Se han completado 2.088 encuestas aleatorias, a través del panel online propio de SocioMétrica (n=7.100), representativo de toda España, gestionado a través de la plataforma Gandia Integra (c), entre el 19 y el 21 de noviembre. La submuestra resultante se ha ponderado para el censo total nacional por sexo, edad, tamaño municipal, hábitat rural/urbano, y situación laboral, y reponderando por recuerdo de voto en las elecciones del 10-N. Al tratarse de muestreo no probabilístico no hay error muestral, sino convergencia por interacción para el total nacional, que es del 97% según algoritmo implementado en Barbwin de Tesi (c). Sociométrica es socio de Insights + Analytics España, rama empresas, asociación de Data Science que integra a Aneimo y Aedemo.