Pedro Sánchez defendió su puesto con solvencia, casi sobrado. El presidente estuvo cómodo en el atril, leyendo unas páginas preparadas con mimo por su equipo, pero sabiéndolas trufar de referencias a la intervención previa del candidato en la moción de censura de Vox, Santiago Abascal.

Y como uno de los temas evidentes iba a ser, sin duda, la opuesta concepción de España del uno y el otro, de los votantes del uno y del otro, tanto el uno como el otro se reivindicaron legítimos depositarios de la verdad de lo que es este país. No había sorpresa en escuchar las descalificaciones cruzadas del uno al otro, y sólo se esperaba la colección de epítetos con la que cada uno adornaría el desprecio político que se profesan.

El jefe del Ejecutivo, en esto, se gustó, haciéndole al canidato una enmienda a la totalidad: "Usted odia a España tal y como es, lo que usted llama patriotismo es nacionalismo exasperado". Sánchez le dijo a la cara a Abascal que se equivoca de adjetivo, porque "a un patriota no le sobran la mitad de los compatriotas, como le pasa a usted, un verdadero patriota no puede odiarlos".

Sánchez, a Abascal: "A un patriota no le sobran la mitad de los compatriotas"

Sánchez había comenzado su discurso deslegitimando a Abascal. Y no por presentar una moción de censura, sino por sus "continuas provocaciones, en las que no vamos a entrar" y por no haber propuesto ningún programa de Gobierno: "Incluso empezaron pensando en que hubiera un candidato alternativo... como no lo han encontrado, ha tenido que defenderla usted, pero no hemos visto nada de lo que pide la Constitución, una moción constructiva".

Eso sí, el presidente auguró algo positivo: "Ésta será una moción de censura muy constructiva si todos votamos contra el proyecto de la ultraderecha, de odio, furia y choque". Claro... si el PP vota no, como exigió al final de la réplica.

El presidente se ha olvidado -es cierto- de que él mismo prometió en 2018, en la moción de censura que lo aupó a la Moncloa, lo mismo que este miércoles el líder de Vox: convocar elecciones. No lo hizo, y eso desmontaba su réplica, al menos de inicio. Sánchez le ha afeado su tono bronco y la evidencia de que Abascal no venía a pedir la confianza de la Cámara: "Si usted no quiere sustituir un Gobierno por el suyo, ¿a qué hemos venido aquí?".

Tres ejes y Groucho

El líder del partido de derecha extrema había llevado su discurso -larguísimo, de más de dos horas, tras los más de 60 minutos de presentación por parte de su diputado Ignacio Garriga- por tres ejes: "Llegaron mintiendo, con lo que son ilegítimos de origen; abandonaron a los españoles en la pandemia, por lo que son ilegítimos de ejercicio; y pactan con los enemigos de la patria para permanecer". Y ésta era la legitimidad, como la gota que colma el vaso, de Vox para presentar la censura... "ante la inacción de otros".

Y es que Abascal había pedido el voto al PP, recordándole -es cierto lo recordado por el presidente- que "les ofrecimos liderar la moción, y no quisieron". El líder de Vox comparó a Pablo Casado con "la inacción de Mariano Rajoy" y su "arrodillamiento ante el consenso progre" y se preguntó en alto cuál era la razón para que no se unieran a sus huestes contra "la ruina, la mentira y la misera que nos traen el señor Sánchez y el señor Iglesias".

También le había pedido el voto al PSOE. "Sabía que se reirían, pero sé que muchos de ustedes admiten en privado lo que sus exdirigentes dicen en público", argumentó Abascal en referencia a las voces del viejo PSOE que hoy dicen no reconocerse en el de Sánchez. "Sepan que en el futuro sus hijos les preguntarán qué hicieron para evitarnos el hundimiento de España, su fragmentación y ruina en estos años de Iglesias y Sánchez".

A juzgar por los aplausos unánimes que respondían a cada párrafo del discurso de réplica del presidente del Gobierno, la exhortación del candidato Abascal no tuvo efecto alguno. Se comprobará con números en las votaciones de este jueves.

La intervención leída de Sánchez, tras las invectivas iniciales al presidente de Vox -"Groucho Marx lo definió a usted perfectamente sin llegar a conocerlo"- comenzó plano. Fue una (nueva) enumeración de hitos durante su gestión de la pandemia trufada de referencias a la "concordia, la igualdad" y a alguna de las "burdas acusaciones que luego le responderé".

Abascal es Franco

Pero en realidad, pasaban dos cosas. La primera, que Sánchez aprovechó su presencia ante el atril y los micrófonos para colocar el vocativo "señor candidato" en el interior de unos párrafos casi calcados de las últimas presentaciones públicas de su plan de reconstrucción, de resiliencia, de nueva modernización, de igualdad de oportunidades, de formación...

Y la segunda, que el presidente le reprochó al candidato las mismas cosas que el candidato al presidente: usted polariza, usted divide, usted no cree en la democracia.

En palabras de Sánchez, la versión no cambiaba mucho de la de Abascal, salvo por la conclusión: "Su discurso es un despliegue de propaganda dirigido a sembrar el odio. reflejan hoy a quienes han luchado durante décadas contra esto, la democracia, el pluralismo, la paz, la solidaridad... y por eso quieren dividirnos, provocarnos y enfrentarnos", acusó, "ésta es la razón última de su moción de censura".

Lo cierto es que Abascal había dejado dos flancos abiertos en su discurso, acaso por su propia "obsesión ideológica", ese mantra del que acusaba al Gobierno que pretende derrocar.

Uno, la comparación de "la totalitaria Unión Europea" con "la Europa que quería Hitler". Y otra, su afirmación de que "Sánchez preside el peor Gobierno en 80 años". El cálculo nos lleva a 1940, y claro, eso lo aprovechó el presidente para recordarle las maldades del régimen del dictador Francisco Franco: un golpe de estado, una guerra civil, la persecución de los disidentes, las decenas de miles de desaparecidos -"somos el segundo país del mundo, tras Camboya"-, la eliminación de las libertades...

Y de soslayo, culminó la equiparación de Abascal con el dictador recordándole esa bandera unitaria que ondea Vox desde sus orígenes: acabar con el Estado de las Autonomías: "Usted también quiere un Estado centralista".

Casado es Abascal

En ese punto, Sánchez recuperó páginas completas de algunos de sus últimos discursos de mayo en el Congreso. Y leyó las mismas cosas que cuando defendía las prórrogas del estado de alarma con larguísimas enumeraciones de las medidas tomadas, apelaciones a Europa, menciones para el aplauso a los sanitarios y reproches a quienes "votaron en contra de casi todos esos decretos, es decir, ustedes y el PP".

Y es que el presidente defendía su puesto empujando a los 89 diputados de Pablo Casado a fusionarse con los 52 de Santiago Abascal. "Ustedes se olvidaron de los españoles entonces, en plena pandemia, aunque es verdad que lo hicieron con la complicidad de la derecha tradicional".

Ahí se regodeó Sánchez, sonriendo ante los micrófonos. "En 2013, la presidenta del PP en Madrid, la señora Aguirre, le puso al frente de una fundación para el mecenazgo y el patrocinio social de la Comunidad de Madrid... lo que usted hoy llamaría un chiringuito". Y le afeó que en esos años no consiguió un solo patrocinio. "A ver cómo va a conseguir ingresos para España si no supo hacerlo entonces".

Y siguió: "Visto que usted no tiene capacidad de gestión, me dirá que tiene valores... pero creo que tampoco. Porque ni gratitud con quien le dio de comer ni ese afecto patriótico del que presume".

No llevaba 40 minutos el presidente hablando cuando su discurso alcanzaba el cénit: "Usted odia a España tal y como es", le espetó, "en nuestra España caben ustedes, pero a usted le sobra la mitad de los españoles, porque lo que usted llama patriotismo es nacionalismo exasperado... a un patriota no le sobran la mitad de los compatriotas, como le pasa a usted, un verdadero patriota no puede odiar a sus compatriotas, no puede odiar su diversidad cultural, que es la riqueza de nuestra sociedad".

Víctima y culpable

El presidente le auguró un mal futuro al candidato espetándole que "la amplia mayoría de españoles nunca desfilará tras sus banderas desquiciadas", pero también al PP, "porque ustedes son un peligro no por sus votos, sino por el contagio de su discurso a la derecha tradicional, que hoy está aquí acomplejada y acobardada".

Según Sánchez, "de las cuatro lenguas que se hablan en España a usted, señor Abascal, le sobran tres y media, porque le sobra todo el castellano que habla de libertad y justicia". Y le afeó que no hubiera defendido un programa: "Esperaba que trajera planes, propuestas... solo hay odio, cólera y nada más". 

Y concluyó pidiéndole a los votantes conservadores que no se dejen llevar al abismo. Pero incluso a Casado: "Interrumpa esta deriva, de la ultraderecha que infiltró sus ideas en el PP". Y le regaló un diagnóstico: "Nunca se contentarán, siempre le pedirán más, y luego más le llamarán derechita cobarde"... Sánchez exhortó a Casado a saberse "víctima de esta moción de censura" y le reclamó el voto negativo: "Digan claro que la derecha de este país no tiene nada que ver con la ultraderecha".

Eso sí, después de la zanahoria, el palo. Después de víctima, culpable. "Ustedes, señor Casado, son culpables, han caído en la provocación, la vía de la división y el insulto no sólo no es el camino a la presidencia del Gobierno... tampoco lo es para liderar la oposición".