Pedro Sánchez ha logrado la prórroga del estado de alarma por 15 días más, hasta el 26 de abril, en la lucha contra el coronavirus. Lo ha hecho con menos apoyos que hace 15 días, cuando no tuvo ningún voto negativo y concitó el apoyo de 321 diputados, todos los grupos, salvo las 28 abstenciones de los independentistas catalanes.

La segunda prórroga ha contado, en todo caso, con el respaldo de una amplia mayoría: 270 votos a favor (los 155 de los grupos del Gobierno, los 89 del PP, los 10 de Ciudadanos, los seis del PNV y los escaños de Más País, Compromís, BNG, UPN CC-NC, Foro Asturias, PRC y Teruel Existe) , 54 en contra (los 52 de Vox y los dos de la CUP) y 25 abstenciones (ERC, Bildu y JuntsxCat).

El presidente ha logrado el segundo permiso anunciando que aún pedirá otro más seguro dentro de dos semanas. Y lo ha hecho tras un durísimo intercambio de acusaciones con el PP. Suyo y de la portavoz de su grupo parlamentario, Adriana Lastra, que poco ayudó a esos nuevos Pactos de la Moncloa.

Hasta el punto de que en ese debate -iniciado a las 9.00 horas de la mañana y acabado pasadas las 15.00 horas de la tarde-, el presidente hubo de cerrar las intervenciones bajando el diapasón y admitiendo que se habían "expresado cosas de un modo que no debería haber ocurrido".

Había acusado la portavoz del PSOE de "manipulación" y de "todo tipo de mentiras" a Pablo Casado, único líder de la oposición al que se refirió durante su discurso. Y lo cierto es que Sánchez, que había pedido "unidad y lealtad" como siempre de manera insistente en su intervención inicial, se lanzó al fragor de la batalla política en sus réplicas, justo después de los puyazos de Lastra.

Lanzado y faltón

Sonriendo al desgranar sus acusaciones, y hasta algo faltón con el líder del PP -"señor Casado, no se ponga colorado"-, el presidente echó en cara al PP que "en las comunidades en las que ustedes gobiernan con la ultraderecha" -Madrid, Andalucía y Murcia- se han suspendido las actividades del Parlamento y sus presidentes "no comparecen ni dan explicaciones".

Así se revolvió Sánchez contra las acusaciones de "confinamiento de la democracia" que le había lanzado el PP: "Nosotros hemos contestado 1.800 preguntas a los grupos del Congreso, han comparecido dos ministros y yo, aquí, ya tres veces... no exijan lo que no dan".

"Unidad o división"

Y es que tras la intervención de Lastra, a Pedro Sánchez se le vio en las réplicas mucho más suelto y sonriente que en la primera, en la que su discurso -que debía ser para pedir 15 días más de estado de alarma- se centró precisamente en ese "acuerdo de concertación para la reconstrucción del país".

De hecho, el presidente advirtió "miedo a mostrar debilidad en algunas de las intervenciones" y dio por hecho que el PP está "renunciando al diálogo", cuando aceptar su invitación "la semana que viene" para empezar a negociar esos pactos sería "mostrar fortaleza y sentido de Estado".

"Ustedes tienen dos opciones", ha dicho, "demostrar que aman tanto a este país como dicen o ser la única oposición que da como respuesta la polémica política". Y ha preguntado insistentemente: "¿Qué es mejor, la unidad o la división?".

A Casado, de hecho, le exigió que respondiera "claramente" si quiere un acuerdo. Si bien lo hizo sin dirigirse al líder de la oposición tampoco expresamente. Porque lo cierto es que sus términos han sido "algunos grupos" o -como mucho- "la bancada conservadora".

"No se lo merecen"

El líder del PP le dijo que "ustedes no se merecen el apoyo de la oposición" porque "han roto todos los puentes con las desalificaciones de su portavoz". Casado señaló a Lastra por haber protagonizado la intervención "más injusta, ingrata y desleal" en unos momentos tan críticos. Y advirtió a Sánchez: "Sus mentiras, su arrogancia y su incompetencia son un cóctel explosivo para España", aseguró Casado.

La portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, adelantaba en sus redes sociales una posible ruptura real del partido de la oposición con el partido del Gobierno: "Adriana Lastra boicotea los Pactos de la Moncloa de Sánchez".  

El presidente popular se mostró en la tribuna desconfiado sobre las verdaderas razones por las que el presidente del Gobierno ha anunciado una reunión con todas las fuerzas políticas en busca de un gran consenso que repliquen los acuerdos de 1977: "No parece sincera la repentina vocación pactista de quien no se ha dignado ni a llamar en dos semanas a quienes le está aprobando el confinamiento de toda la Nación", ha criticado Casado.

Vox y PP

Acelerado, el presidente acusó a la oposición de "palpables falsedades". Y ha insistido: "Quiero que conste en acta, por eso lo repito: palpables falsedades". Citó al director de la OMS mundial, para España y para Europa, defendió su coordinación con la Unión Europea y criticó las "intenciones no positivas de algunas afirmaciones".

Pedro Sánchez, en la tribuna del Congreso, durante la réplica a los grupos en el pleno de la segunda prórroga del estado de alarma. Efe

Así, con la misma técnica que hace dos semanas usó, en las réplicas, para igualar a los populares con la derecha extrema de Vox, Sánchez abroncó a la oposición y se le vio más cerca de su "normalidad": la de un debate de los de antes del Covid-19. Con la mano en el bolsillo en ocasiones y levantando el dedo admonitorio, tomnó nota del "no" de Santiago Abascal y agraedció la "predisposición positiva aunque crítica" de Edmundo Bal, de Ciudadanos.

Al líder de Vox se dirigió en conjunto con "los millones de bots que trabajan para usted en las redes" y le ha deseado que "se dé cuenta solo" de que "el odio es muy mal camino". En todo caso, le ha advertido de que "los demócratas le contestaremos con la ilusión y moral de victoria contra el virus".

Independentistas

Lo cierto es que Sánchez no dio por perdidos a los socios separatistas que le auparon a la Presidencia, a pesar de su rechazo frontal a su vía de salida a la crisis, los nuevos Pactos de la Moncloa. "Ya lo esperábamos, claro, pero al menos ellos han dejado clara su postura", dijo respecto a su negativa, para golpear de nuevo a Casado y su "miedo" a acordar.

Pero afeó a Gabriel Rufián las acusaciones de haber "recentralizado las competencias de las CCAA" como argumento para autoexcluirse. Según el presidente, "el Gobierno actúa de buena fe, en una realidad cambiante... lo de ayer no vale hoy, es evidente; y lo de hoy, no sabemos si valdrá mañana". Y sin embargo, admitió que en esas negociaciones habrá que "replantear y modernizar el Estado autonómico"

Así, Pedro Sánchez redimensionó esos nuevos Pactos de la Moncloa, en un intento de reconducir a ERC al apoyo al Ejecutivo que  consagró allá por enero, elevándolos a un "cambio de paradigma", que había sido la terminología usada por el portavoz independentista, para instarle a que participen: "No es un pacto cerrado de cuatro partidos, es un acuerdo abierto a todos".

Pero Rufián y los suyos volvieron a abstenerse cuando llegó la hora de votar, pasadas las 20.10 horas de la noche. Los mismo que JxCat y Bildu, el resto de sospechosos socios de investidura que ahora dificultan su credibilidad cuando pide ayuda al PP. Y como los polos opuestos se acaban atrayendo, los únicos que votaron no son los que nunca se pueden ni ver, los más antagónicos del arco parlamentario, esta vez de la mano: Vox y la CUP.