Una vez que Pedro Sánchez ha anunciado a los españoles que es necesario alargar el confinamiento hasta, al menos, el 26 de abril, la presidenta del Congreso ha comunicado inmediatamente a los portavoces de los grupos parlamentarios la fecha: será el Jueves Santo a las 9 de la mañana. 

Celebrar el pleno en el primer día festivo de la Semana Santa llega en el momento en el que la oposición redobla las críticas ante el "cierre" a cal y canto del Parlamento: "Solo se abre para convalidar los reales decretos del Gobierno", se quejan constantemente desde el PP. De hecho, la Mesa de la Cámara ha congelado cualquier tramitación parlamentaria mientras dure el estado de alarma, una decisión que en la práctica significa que los grupos no pueden enmendar los reales decretos ya aprobados con sus propuestas, porque el proceso legislativo está paralizado hasta que se levante este estado excepcional.

"El Parlamento está totalmente secuestrado. El poder legislativo está al servicio del poder ejecutivo justo en el momento que más explicaciones deben dar", se quejan desde la bancada azul. 

El vicepresidente de Asuntos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, ha tenido que defenderse públicamente de que el Congreso no se abra a debatir con que él mismo ha estado en el Parlamento "hasta las dos de la madrugada", en un intento infructuoso de vender que las Cortes siguen su curso normal. Sin embargo, solo se ha abierto dos días en las tres últimas semanas: este jueves, para la Comisión de Sanidad, y el 25 de marzo, el día que el pleno debatió la primera prórroga del estado de alarma. De hecho, las críticas también se multiplicaron porque un debate de tal trascendencia, la primera prórroga del estado de alarma, comenzara pasadas las nueve de la noche y se alargara hasta bien entrada la madrugada, como presumió después Iglesias. 

En estos tiempos excepcionales donde las cifras del paro alcanzan récord histórico, la sociedad también pide a los políticos "estar a la altura" de las circunstancias. Para ello, les proponen renunciar a sus abultados sueldos, entregándolos a la causa común: la lucha contra la pandemia. Es tal la polvareda que el tema ha provocado entre los ciudadanos que todos los grupos parlamentarios se han visto atropellados y han adelantado distintas fórmulas que utilizarán para donar parte de sus nóminas a la lucha contra la Covid-19. 

Ante esta crisis sanitaria sin precedentes en la historia reciente en la que los diputados deben votar desde fuera del Parlamento, Unidas Podemos va a proponer una reforma del Reglamento del Congreso para que en situaciones excepcionales la actividad de la Cámara se pueda mantener aunque no sea de manera presencial, como obliga actualmente el régimen interno de funcionamiento. 

Debatir desde casa

Esta propuesta se une a la queja de Ciudadanos, que ha defendido en varias ocasiones que se permita intervenir en el pleno telemáticamente, como se permite para ejercer el derecho a voto, y evitar así que en una crisis sanitaria como la actual se ponga en riesgo a todos los trabajadores de la Cámara, no solo diputados. En el debate de la primera prórroga del estado de alarma, la propia Inés Arrimadas delegó su portavocía en la diputada María Muñoz para no poner en riesgo su salud. 

De momento, para el pleno del jueves están obligados a asistir todos aquellos diputados que vayan a intervenir para defender la posición de sus respectivos grupos parlamentarios. Los demás parlamentarios podrán votar desde sus casas, como ya hicieron en la primera prórroga, a la que apenas asistieron cinco miembros del Gobierno y una treintena de parlamentarios, además de los miembros de la Mesa y una decena de trabajadores de la Cámara. 

Contactos

En aquella ocasión, los grupos parlamentarios cerraron filas en torno al Ejecutivo y la prórroga no obtuvo ningún voto en contra. En estas dos semanas la unidad se ha quebrado por la unilateralidad de Sánchez, al que la oposición en bloque le acusa de tomar decisiones sin contar con agentes sociales ni con ellos. Los partidos, cansados de los desplantes de Moncloa, se reservan ahora cuál será el sentido de su voto. Un silencio que despierta cierto nerviosismo en el entorno del presidente, ya que un abultado número de votos en contra trasladaría una imagen demoledora para el Ejecutivo, que quiere seguir contando con un respaldo unánime, sin fisuras, a todas las decisiones que tome para hacer frente a la pandemia. 

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