Tánger

“El personal no está autorizado a desplazarse, abandonando su puesto de trabajo y lugar de residencia, salvo permiso de la Consejería plenamente justificado debido a circunstancias extraordinarias”, reza en una circular emitida el 16 de marzo y firmada por la consejera de Educación de la Embajada de España en Marruecos, María Antonia Trujillo.

“Nos están prohibiendo la salida del país. La consejería no nos deja salir, no nos da permiso”, denuncia Miguel Martínez, profesor interino de Primaria en el colegio Ramón y Cajal de Tánger.

Este granadino es uno de los cerca de 400 profesores españoles que imparten clase en los once centros que España tiene en ocho localidades de Marruecos, y que a pesar del cierre de los colegios y el estado de emergencia sanitaria, siguen teletrabajando en sus residencias porque “en el caso de que cualquier docente no sea localizado se requerirá su presencia en el centro”, según un escrito de la consejería de Educación.

Con la pandemia Covid-19, algunos profesores españoles prefieren volver al país y teletrabajar desde allí hasta que el gobierno marroquí reanude las clases en los colegios, pero al ser residentes no tienen derecho. “Nos sentimos totalmente abandonados por nuestro país, les damos igual”, lamenta Miguel.

Desde la consejería de Educación se está imponiendo la ley y solo tres profesores han conseguido volver a España, dos con un permiso con antelación, y otro a posteriori. Sin embargo, en otros países, como Portugal, los profesores viajaron a España antes del cierre de fronteras, y trabajan diariamente desde sus domicilios.

“Desde el jueves no se dignan a responderme”, se queja telefónicamente desde El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, Eduardo del Águila, tutor de Educación Primaria del colegio español La Paz. Este gaditano es asmático y el pasado jueves envió una petición por escrito con un certificado del médico de cabecera que acredita su enfermedad crónica respiratoria que le coloca como persona de riesgo ante el Covid-19. Explica su “dificultad” para abandonar el país, “si me pongo enfermo estoy a miles de kilómetros de la frontera terrestre y los aeropuertos en Marruecos están cerrados”.

Otro profesor interino del colegio de Tánger, Javier Sánchez, solicitó un permiso específico a la consejería española en Rabat para cuidar de sus padres mayores en España, pero se lo han rechazado.

Desde la consejería aluden en un escrito que “el personal del centro que, de acuerdo con lo que establezca el equipo directivo, no asista de forma presencial al mismo, estará disponible para su incorporación cuando así sea requerido”.

En 3 meses podrían ser irregulares

La circular se emitió el primer día que el gobierno marroquí suspendió las clases, el 16 de marzo. Sin embargo, EL ESPAÑOL mantuvo una conversación con un profesor en el colegio de Tánger que tuvo que asistir, devolver los libros a los estudiantes y atender a los padres “sin ningún tipo de protección”, a pesar de que tenía que haber equipos de protección en los centros. “No hay porque se han hartado de llamar a todos los sitios y es que no hay mascarillas ni nada en todo Marruecos”, confesaba el lunes desde el colegio.

El 80% de profesores, alumnos y padres de estos centros han estado en España por las vacaciones que finalizaron el 1 de marzo y han vuelto a Marruecos sin someterse a ningún test médico. “La única recomendación que se nos ha dado es que si tenemos alguno de los síntomas, tenemos que llamar al teléfono de la sanidad marroquí”, detalla Javier. Y reconoce que “hasta las mismas familias de los niños del colegio cuando les ocurre algo van a Ceuta. Si necesitas una receta, sí; pero para el resto de cosas, quién va a meterse en un hospital en Marruecos o en una clínica privada, que además hay pocas en Tánger, creo que dos”.

Además, Miguel, Javier y Eduardo pertenecen al colectivo de los 85 interinos que firman en el Ministerio de Educación de Madrid un contrato como residentes en Marruecos pero realmente no tienen documentación. Tienen que sellar el pasaporte como cualquier turista cada tres meses “para ahorrarse el complemento salarial que pagan a los expatriados, si no eres residente en el extranjero”, coinciden en denunciar todos.

De esta manera, algunos profesores podrían convertirse en irregulares si Marruecos no abre las fronteras en un plazo corto y les impiden salir antes de que transcurran los tres meses.

Este colectivo es el más vulnerable. Tienen miedo a caer enfermos con un salario que ronda los 1.400 euros y un seguro de rembolso en caso de enfermedad, que les obliga a abonar los servicios sanitarios y después solicitar la devolución.

En los seis Institutos Cervantes en Marruecos también hay personal que preferiría volver a España durante la pandemia del coronavirus, profesores con hijos pequeños, familias separadas e incluso docentes que tienen a su cargo a personas mayores, con un mayor riesgo de contagio. Pero afirman que, por el momento, les piden “paciencia”.

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