Cuando Pablo Casado arreó sus papeles justo unos segundos antes de comenzar su intervención en la tribuna del Congreso, pocos de los presentes en la bancada popular esperaban una intervención tan dura, tan bronca, tan grave, como la que llevó a cabo el presidente del PP.

El Hemiciclo era un hervidero: tras la alocución de Sánchez, el ambiente estaba caldeado entre los diputados de centroderecha. Los ruidos y las interrupciones se sucedían, las llamadas al orden ya se materializaban y sus señorías esperaban pacientes, en toriles, a que su líder comenzara.  

En poco menos de cinco minutos, el dirigente ya había esbozado las líneas generales de su discurso y, con ellas, dejaba vislumbrar cuál será el tono de la legislatura que está por venir. Siempre si, tal y como está previsto, este lunes el candidato designado por el Rey, Pedro Sánchez, obtenga la confianza mayoritaría -de manera simple- de la Cámara. Confrontación pura y dura, mucho marcaje y un tono elevado.

Casado amenaza con denunciar a Sánchez

"Será así mientras sigan en campaña"

"Será así mientras sigan en campaña", sonreían en conversación con este periódico miembros de su equipo. Y el resultado, a menos a ojos de sus parlamentarios, no pudo ser mejor. La satisfacción era total en cada uno de los diputados consultados. "Magnífico" y "brillante" eran los adjetivos más repetidos. "Ha estado fantástico ante esto, que es una vergüenza. Es lo más grave que le ha pasado a España, la gente es que no ha tomado conciencia aún", deslizaba un importante miembro de la dirección del partido. 

La sensación era compartida: a ojos populares, Casado había dejado fuera de combate a Sánchez. "Demoledor de principio a fin, sin papeles, Casado ha noqueado a Sánchez. Pedro Sánchez o reía o agachaba la cabeza, pero no ha respondido a las cuestiones que Casado le ha planteado. Ni una palabra a la petición del PP de que aplique la ley ante el desacato de Torra", argumentaban fuentes populares.

Quizás esta nueva versión de Pablo Casado -que volvía a invocar al presidente popular que llamó felón, okupa, incapaz, mediocre, ridículo o ególatra al socialista allá por el mes de febrero del pasado año, tras conocerse los acuerdos de la reunión en Pedralbes entre el secretario general del PSOE y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y que más tarde lamentó por "haberse excedido"- era el encendedor que hacía subir la temperatura del Congreso.

En esta ocasión no se contuvo: dibujó virulentamente a Sánchez como un "sociópata, mentiroso, fatuo, arrogante y patético" político, además de "presidente fake".

No sólo se quedó ahí el presidente del PP. En un alegato trufado de referencias a la última hemeroteca de Sánchez, donde resaltó la definición que hacía hace unas semanas apenas del que ahora es su compañero de gobierno, Pablo Iglesias, además de las diferentes acusaciones vertidas a causa de los últimos pactos para cerrar los flecos de la investidura -"Será su epitafio político", profetizó el popular-, Casado culminó su réplica parafraseando al Nobel de literatura Mario Vargas Llosa: "¿Cuándo se jodió (no el Perú) sino el socialismo constitucional?".

Once pactos de Estado sobre la mesa

La sensación era de completa complacencia entre todos los populares. "Ha estado genial, buenísimo", cuchicheaban sus señorías en los recesos y a la salida del Pleno. Incluso entre los más escépticos con el presidente del PP cuando abandona la centralidad que suele acompañar sus palabras.

"El discurso estuvo muy bien, después en la réplica comenzó el pim-pam-pum del y tú más con Sánchez y ya se complica la cosa, porque a Pablo le molesta su tono ligero cuando la situación es tan sumamente grave", consideraba una voz autorizada del grupo parlamentario, que encarna parte del espíritu más centrista del partido.

Sin embargo, la ruptura entre el que será el presidente del Gobierno, a todas luces, y el líder de la oposición -"Muchas gracias por su moderación. Toca afeitarse la barba de nuevo", llegó a espetarle Sánchez a Casado cuando subió él a la tribuna- sigue sin ser total a pesar de las hostilidades. Sobre la mesa siguen los hasta once pactos de Estado que el PP le ofrece al PSOE para garantizar la gobernabilidad. Y "bien dan para culminar una exitosa legislatura", adujo Casado cuando los reiteró.

La ofensiva del PP para tomarle las medidas al Gobierno de Sánchez está más que desplegada. Una estrategia que recuerda, poderosamente, a la utilizada en la campaña de las elecciones generales de abril, y que no obtuvo buenos resultados: el mínimo histórico de diputados en la historia popular.

Está por ver si Casado continúa encandilando con este tono más allá en el día a día parlamentario, lejos de la sesión solemne. Pero la legislatura se intuye clara en el horizonte: con los bloques cristalizados en los acuerdos -ajustadísimos, con 177 síes para el PSOEy 175 noes-, el PP no piensa perder la oportunidad de no darle ni un momento de tregua a Sánchez.