La candidata del PSN a la Presidencia de Navarra, María Chivite, avanzó este jueves las líneas maestras de su nuevo Gobierno, un ejecutivo de coalición entre las fuerzas de izquierda y los nacionalistas de Geroa Bai. Y hacia estos últimos, y en concreto hacia Uxue Barkos, la presidenta en funciones, dedicó numerosos guiños durante su discurso de investidura. “Reconozco su gestión y recojo su herencia”, aplaudió Chivite con el fin de ganarse el apoyo de los que a partir de ahora serán sus socios.

En este sentido, y desde la tribuna, la socialista navarra abogó por alcanzar “un amplio acuerdo social y político en torno al euskera, una lengua propia”. Un idioma que, paradójicamente, ella no habla. De hecho, el desconocimiento de la “lengua propia”, como Chivite se refirió al vasco, obligó a la futura presidenta a utilizar los auriculares de traducción simultánea. Lo hizo en dos ocasiones. Primero se enchufó los cascos durante el discurso de Uxue Barkos, la líder de la marca navarra del PNV. Y también recurrió al servicio de traductores que ofrece la cámara foral cuando intervino Bakartxo Ruiz, portavoz de EH Bildu, formación con la que Chivite necesita contar -vía abstención- para alcanzar el Palacio de Navarra.

Sólo lo habla un 6,7%

“La política lingüística se debe abordar desde la realidad de nuestra comunidad”. Lo cierto es que esa “realidad”, según los últimos datos, hablan de un retroceso en el empleo del euskera. En la Comunidad Foral tan sólo un 6,7% de los ciudadanos utiliza el vasco de modo cotidiano, según un estudio de la Universidad Pública del País Vasco. Es más, esa cifra se rebaja hasta el 2,9% en la capital, Pamplona.

En la pasada legislatura, los de Chivite se mostraron críticos con la Ley Foral del Euskera que sacó adelante el Gobierno cuatripartito de Uxue Barkos. Varios parlamentarios socialistas la rechazaron afirmando que la norma nacía de “un interés nacionalista sin fundamento” y que conducía a crear “una visión de Navarra que no es la real”. Ahora, el PSN rebaja el tono. “Elaboraremos el segundo plan estratégico del euskera”, anunció Chivite este jueves.

Guiños al vasquismo

Y aunque el viraje hacia posiciones más blandas con el vasquismo se haya verbalizado este jueves, con constantes gestos de la candidata socialista a sus nuevos compañeros de viaje, el giro no es nuevo. Ese peaje del PSN ya se demostró en el preacuerdo alcanzado a comienzos de julio con Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra.

Chivite no logra la confianza del Parlamento navarro para ser investida presidenta.

En ese documento, de 77 páginas, los socialistas dejaban la puerta abierta a mantener la política lingüística puesta en marcha por el anterior gabinete. Entre otros puntos, se habla de “desarrollar de forma progresiva la oferta educativa del euskera”, “apoyar al euskera en las expresiones culturales”, “impulsar un amplio acuerdo social y político en torno al euskera, reflejo de la idiosincrasia y realidad socio-lingüística navarra”.

También se hace hincapié en “alejar definitivamente al euskera del debate partidista, la confrontación y desterrar sentimientos de discriminación en la ciudadanía”. Pero, a pesar de esos objetivos, Chivite firma mantener la polémica ley del uso del euskera en las Administraciones Públicas de la Comunidad Foral, al menos durante un año más.

Ese controvertido decreto del euskera fue aprobado por el anterior Gobierno, e imponía esta lengua en el acceso de plazas de la administración pública. Una ley que el PSN rechazó con firmeza pero a la que ahora da oxígeno.

La votación

La de este jueves fue la primera sesión de un proceso en dos actos, ya que la candidata socialista no consiguió los votos necesarios para obtener mayoría absoluta en el legislativo navarro, compuesto por 50 parlamentarios. Chivite cosechó 23 votos a favor de PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra, y 27 en contra de Navarra Suma (UPN, Ciudadanos y PP) y de EH Bildu.

Los parlamentarios se darán cita este viernes y en esa ocasión Chivite sólo precisa de mayoría simple, por lo que la decisión de EH Bildu de que cinco de sus siete parlamentarios se abstengan permitirá su investidura como presidenta con 23 votos a favor, 22 en contra (20 de Navarra Suma y 2 de Bildu) y 5 abstenciones (Bildu).

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