Las ciudades de Badalona, Valencia, La Coruña, Valladolid, Toledo o Palma, o las comunidades de Navarra, Baleares, Canarias o La Rioja, son sólo algunos de los lugares en los que el PSOE ha preferido pactar con nacionalistas y populistas de izquierdas, e incluso aceptar el apoyo de EH Bildu, antes que permitir un gobierno de PP y/o Ciudadanos.

La repetición del mismo patrón en varias localidades de todo el país permite pensar que la existencia de un cordón sanitario del PSOE contra PP y Cs es algo más que una sospecha de populares y naranjas

Los socialistas aún no han explicado por qué han preferido optar por gobiernos Frankenstein junto a fuerzas extremistas en lugares donde la suma de PSOE, PP y Cs era un alternativa posible. Ha sido una decisión sistemática que ha dado pie a sumas complejas y políticamente incongruentes de hasta tres y cuatro partidos radicales, y que ha evitado gobiernos constitucionalistas junto al centro y el centroderecha. 

En general, el PSOE se ha movido en dos ejes. En el eje ideológico derecha-izquierda, el partido socialista ha preferido pactar con populistas y extremistas de izquierda antes que con el centro y el centroderecha. En el eje territorial constitucionalismo-nacionalismo, el PSOE ha primado al nacionalismo, sin importar que éste fuera de derechas o de izquierdas. Fruto de ello es por ejemplo el pacto del PSC con JxCAT en la Diputación de Barcelona.

Las cifras son contundentes. El PSOE ha preferido los pactos Frankenstein a un pacto entre fuerzas constitucionalistas en hasta al menos 50 municipios españoles, y entre ellos 20 de los de mayor tamaño. Son los casos de ciudades como Badalona, Logroño, Huesca, La Coruña, Valencia, Pontevedra, Toledo, Valladolid, Ferrol, Castellón, Las Palmas de Gran Canaria, Sevilla, Lugo o Santiago de Compostela, entre muchas otras de menor tamaño como Cangas, Viana, Altea, Ondara o Mahón. 

Esa preferencia del PSOE se ha cumplido también en la mayoría de las autonomías en las que ya se ha cerrado un pacto de gobierno: la Comunidad Valenciana, Navarra, Baleares, Canarias, Cantabria y La Rioja. 

A cambio, el PSOE sólo ha optado por pactos constitucionalistas en las ciudades de Jaén, Pamplona, Albacete, Ciudad Real, Guadalajara, Santa Cruz de Tenerife, Portugalete e Inca, además de en Ceuta y Melilla. En total, ocho ciudades y dos ciudades autónomas

El conocido grito de guerra "¡con Rivera no!" que los simpatizantes socialistas le cantaron a Pedro Sánchez la noche de las elecciones generales ha pasado, en definitiva, a convertirse en "con cualquiera menos con Albert Rivera y Pablo Casado". El resultado es un escenario en el que el PSOE exige a diario "responsabilidad" a PP y Cs para que faciliten la investidura de Pedro Sánchez mientras su política de alianzas señala un camino muy diferente al de un pacto entre las tres grandes fuerzas constitucionalistas. La encargada de lanzar el mensaje ayer lunes fue Margarita Robles.

Situaciones de escándalo

Algunos casos tienen difícil explicación incluso entre el propio electorado del PSOE. En Badalona, los socialistas se hicieron con la alcaldía tras pactar in extremis con el mismo grupo al que habían desalojado de ella un año antes mediante una moción de censura apoyada por el PP de Xavier García Albiol. Esa moción sólo fue posible gracias a un pacto tácito entre PP y PSC: Albiol apoyaría al candidato socialista, con sólo cuatro concejales por los 10 de los populares, a cambio del apoyo del PSC en caso de una hipotética victoria del PP en las municipales de 2019. Llegado el momento, el PSC ha traicionado a Albiol y se ha hecho con la alcaldía gracias a los votos de ERC, la CUP y Podemos en sus distintos formatos locales. 

En la comunidad autónoma de Baleares, donde una suma de PSIB (19 diputados), PP (16) y Cs (5) otorgaba una muy amplia mayoría absoluta a los constitucionalistas, el partido socialista de Francina Armengol ha preferido pactar con Podemos y con los independentistas de Més. Estos no han obtenido sólo dos consejerías, sino también un senador autonómico, que en un primer momento debía ser Miquel Ensenyat, famoso por su tesis de que los campesinos de Extremadura "cobran por estar en el bar", pero que finalmente será Vicenç Vidal tras la crisis desatada en la formación separatista por el pacto con el PSIB. 

En la ciudad de Palma, el PSIB, que tenía la opción de una mayoría PSIB-PP (9+6 concejales para una mayoría absoluta al filo de 15 concejales), además de la de un tripartito constitucionalista PSIB-PP-Cs (9+6+4), ha preferido pactar con Més y Podemos. El alcalde durante los próximos cuatro años será, por lo tanto, el socialista José Hila.

En la Comunidad Valenciana, donde un pacto entre PSOE, PP y Cs habría dado una sobrada mayoría de 64 diputados –la mayoría absoluta en la autonomía valenciana se sitúa en 50 diputados–, el partido socialista de Ximo Puig ha preferido renovar el llamado pacto del Botànic junto a Podemos y los nacionalistas de Compromís.

En la ciudad de Valencia, el PSOE ha preferido darle la alcaldía al nacionalista Joan Ribó, de Compromís, cuando tenía a su alcance una mayoría alternativa cómoda junto a PP y Cs. En Castellón, donde el PSOE tenía a su alcance una mayoría PSOE-Cs, pero también una mayoría PSOE-PP y por supuesto una PSOE-Cs-PP, se ha optado por un pacto de la socialista Amparo Marco con Compromís y Podemos. 

En Navarra, probablemente el más polémico de todos los casos, el PSN de María Chivite ha llegado a un pacto con Geroa Bai (PNV), Podemos e IU que necesita de la abstención de EH Bildu para desbancar a Navarra Suma, la coalición constitucionalista de centro-derecha formada por PP, Cs y UPN. A pesar de las reiteradas declaraciones de Chivite en el sentido de que el suyo será un gobierno "respetuoso" con la Constitución, el hecho de que Arnaldo Otegi haya manifestado ya sus abiertas preferencias por un Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha incrementado si cabe las sospechas de que en Navarra los ciudadanos españoles se están jugando algo más que un simple gobierno autonómico.

Otros pactos

En algunos casos, el partido socialista se ha visto obligado a escoger el menor de dos males sin que hubiera opción constitucionalista alguna a la vista. Es el caso, por ejemplo, de la localidad vasca de Zigoitia. Allí, PNV y EH Bildu empataron el pasado 26 de mayo a cuatro concejales mientras el PSE obtenía un único asiento en el ayuntamiento. Sin alternativas posibles, el PSOE ha optado por darle la alcaldía de Zigoitia a los nacionalistas del PNV en detrimento de EH Bildu.

La misma rutina se ha repetido en otras localidades vascas, también en sentido inverso, en cumplimiento del pacto firmado entre PNV y PSE por el que ambos se obligaban a facilitar la investidura del otro si este era el partido más votado –o el segundo más votado tras EH Bildu– en la localidad en cuestión. En la práctica, el pacto se ha cumplido a rajatabla con la única excepción de la diminuta aldea de Samaniego, donde el candidato del PSE ha hecho alcaldesa a la candidata radical en detrimento del candidato peneuvista

En Cataluña, donde no ha existido pacto explícito alguno con los nacionalistas, el dilema se ha repetido con ERC y JxCAT en el papel de EH Bildu y PNV. Es el caso de la localidad de Oliana, donde JxCAT obtuvo el pasado mayo cuatro concejales por tres de ERC y dos del PSC. En este caso, como en el de Zigoitia, las opciones del PSC se reducían a darle la alcaldía a los exconvergentes o a los republicanos. Finalmente, el PSC se la ha dado a estos últimos en perjuicio de los de Quim Torra y Carles Puigdemont

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