Cuando el pasado 28 de abril se confirmaron los peores augurios electorales para el PP, los ojos más temerosos no se encontraban en la séptima planta de la sede de la calle Génova, donde Pablo Casado y su gente más cercana tienen sus despachos. Fue en el resto de pisos, donde se arremolinaban los trabajadores del partido. Al arranque de la noche que lo único que deseaban era que se evitara era un "drama humano". Y, al final, la pesadilla se confirmó.

Varias semanas más tarde, y ya con los grupos parlamentarios rodando y con la formación de diversos gobiernos locales y autonómicos, el pánico al despido se ha instalado entre los trabajadores del Partido Popular. Tal y como ha podido saber este periódico, el miedo a quedarse sin empleo es total. Son comunes los comentarios entre asalariados de la formación como "yo me salvo por los pelos".

Lo cierto es que la cifra de ingresos se ha reducido en "más de cinco millones" de euros, según fuentes internas, en subvenciones, que, según lo publicado por la Junta Electoral Central, se dividen en dos categorías: las subvenciones por los resultados y las subvenciones para sufragar el envío por correo de papeletas y propaganda electoral.

En el caso del Congreso y del Senado, todos los grupos parlamentarios reciben una ayuda fija (29.026 euros al mes) y otra variable, que depende del número de escaños conseguidos (1.670 euros al mes por cada uno). Esto significa que el PP tiene que despedir empleados sí o sí. Y esto pasa desde secretarias, técnicos, asesores y hasta conductores.

ERE antes del verano

Pero el expediente de regulación de empleo, según ya temen, es inminente. Los trabajadores consultados por este diario asumen que se llevará a cabo antes del verano. "No tendría lógica dejarlo pasar para el inicio del curso y que se vuelva a hablar de esto, que no le hace gracia a nadie", asumen.

De momento, los sueldos de las vacaciones y las pagas extras están aseguradas. Pero a partir del mes de septiembre no hay ninguna certeza. Y eso desata la tensión entre las plantas de la sede nacional de Génova.

La rumorología es tal que incluso el propio edificio está en entredicho. "Aquí hay gente que dice de todo: que lo vamos a vender, que ya está vendido y estamos en situación de alquiler, o que directamente va a seguir siendo nuestro. Ninguna certeza y mucho miedo. Es comprensible porque es gente que ha desarrollado gran parte de su vida profesional aquí".

Fuentes de la dirección del PP, sin embargo, niegan que vaya a haber algún tipo de transacción respecto a la sede. Se descarta, de manera rotunda, su venta.

Subvenciones por los asesores

Para los trabajadores parlamentarios aún hay cierta esperanza. En esta circunstancia se enmarcan los tres tipos diferentes de asistentes parlamentarios que existen, explican fuentes de Génova: los asistentes básicos -tipo secretarias., asesores medios y asistentes técnicos, que son el grado más alto. 

Lo habitual es que, para que no sea tan traumático el cambio de Gobierno, los dos grandes grupos -PP y PSOE- históricamente tengan la "cortesía parlamentaria" de cederse algunos asistentes, puesto que los sueldos de los empleados no es dinero que salga de las arcas orgánicas, sino directamente de los Presupuestos Generales del Estado. Es una de las esperanzas de los trabajadores: entrar en el cupo de generosidad del PSOE y poder salvar los muebles.

Aunque las cifras, en el caso popular, de los asistentes que están subvencionados con unos baremos por las Cámaras se han reducido de 100 personas a 60, en el caso del Congreso, y de 14 a 8 en el Senado. Más de 50 puestos de trabajo que ya no puede pagar el Partido Popular.