La calma se está apoderando, poco a poco, de la agenda de los populares. Después de meses frenéticos en los que se lo han jugado todo, el tiempo de pactos se antoja como un prólogo a un verano tranquilo, sin demasiados altibajos, en el que la dirección de Pablo Casado cumplirá su primer año a los mandos del partido. 

Pero la resaca electoral también ha traído la marejada de los barones del PP, tras un cónclave tranquilo que acabó en cierta gresca. Ante el rechazo de Casado a admitir el volantazo al centro en la campaña de las europeas, municipales y autonómicas —“No ha habido giro, no ha habido tal", afirmó el presidente en la rueda de prensa posterior—, se produjo el choque, tal y como avanzó La Vanguardia y que ha podido confirmar este periódico.

Porque la preocupación que mostraron los líderes territoriales tras la debacle del 28-A vuelve a aflorar ahora, con la constitución de los grupos parlamentarios, el nombramiento de portavoces y la administración de las presidencias y adjuntas de las comisiones de Congreso y Senado. La senda a seguir es la del centrismo, consideran, y todo apunta a que el presidente desea volver a sus movimientos más aznarizados.

Cayetana, línea dura

La inquietud tiene nombre propio: Cayetana Álvarez de Toledo. Desde que se confirmó su vuelta a las listas populares como número 1 a la Cámara baja por Barcelona —sentenciando a Dolors Montserrat al ticket del Parlamento europeo—, se venía conformando como la candidata ideal para ser la portavoz en el Congreso. Y aunque en las últimas semanas ha perdido fuerza, sigue estando sobre la mesa.

Álvarez de Toledo —“ella es brillante, intelectualmente una de las mejores de este país”, apuntan fuentes internas a este diario— simboliza ese PP más a la derecha que abandonó, para los barones, el centro político que siempre ha sustentado al partido en las elecciones. “Está bastante derechizada”, suspiran, “y eso es estupendo, que no todos seamos iguales, pero es que ahora no nos viene bien”.

Ni para el líder del PP gallego y presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ni para otros dirigentes territoriales como el andaluz Juan Manuel Moreno, el vasco Alfonso Alonso o el castellano leonés Alfonso Fernández Mañueco, el perfil de Álvarez de Toledo encaja en la política de mayorías, desde el centro, que debe asumir el partido. Todo lo contrario: pura línea dura. Tampoco le perdonan sus declaraciones hacia Mariano Rajoy cuando abandonó su escaño hace unos años.

“Ahora no es el mejor momento para nombrar a nadie”, deslizan desde la Ejecutiva del partido. De momento, el PP ha pospuesto la designación de portavoces, a la espera de que se formalicen los pactos en alcaldías y autonomías, que también permitan, por ejemplo en el caso del Senado, que haya nuevos parlamentarios de designación autonómica. Así que seguirán, en interinidad, Ignacio Cosidó —Cámara alta—, Esteban González Pons —Parlamento europeo— y José Antonio Bermúdez de Castro —Congreso—. Hasta nueva orden.