El PSOE no quiere ver limitada su capacidad legislativa en la próxima legislatura y espera controlar con Podemos la Mesa del Congreso en un acuerdo en el que no descarta, de entrada, dejar alguna plaza a los independentistas. Los nueve meses del Gobierno de Pedro Sánchez han estado marcados por un bloqueo de muchas de sus iniciativas gracias a la mayoría que en la Mesa del Congreso de los Diputados, el órgano de control de la institución, reunían el PP y Ciudadanos. Uno de los ejemplos más claros ha sido la reforma de la Ley de estabilidad presupuestaria para modificar los objetivos de déficit y deuda, sobre los que se elaboran los Presupuestos.

Durante todo este tiempo, el Gobierno contaba con una mayoría de diputados en el hemiciclo para relanzar muchas de sus prioridades, pero no se le dio la posibilidad de articularla por un bloqueo en el órgano que decide el orden del día o las ampliaciones de los plazos de enmiendas. 

La nueva aritmética parlamentaria surgida de las elecciones generales permitirá al PSOE contar, con total seguridad, con tres de los nueve puestos de la Mesa del Congreso: la presidencia de la Cámara -para la que ya suena en las quinielas la vicepresidenta Carmen Calvo-, una vicepresidencia y una secretaría.

La Mesa está compuesta por el presidente -tercera autoridad del Estado-, cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios. Además de los tres puestos del PSOE, muy probablemente otros dos serán para el PP, segundo partido y líder de la oposición. Es el resto de formaciones, que se repartirán las cuatro plazas restantes, las que generan más dudas, especialmente por qué hacer con Vox y los partidos independentistas

Primer test para los acuerdos parlamentarios

Tradicionalmente, la representación en la Mesa del Congreso es fruto del consenso entre distintos partidos y el objetivo es que la mayor parte de las sensibilidades estén representadas. En algunas legislaturas, los partidos han encarado las negociaciones como una prueba de fuego de la buena voluntad institucional, ya que el órgano debe tener un carácter eminentemente técnico y ser políticamente neutral, ya que tiene que garantizar los derechos de los diputados y grupos independientemente de su color. Pero también ha sido el primer test sobre las mayorías parlamentarias. 

Todo se decide el día de la constitución de las Cortes, que esta vez será el día 21 de mayo, a cinco días de las elecciones autonómicas, municipales y europeas. Según el artículo 37 del reglamento del Congreso, primero se elige al presidente en una votación secreta en la que los diputados pueden escribir sólo un nombre en un papel en blanco. Después, simultáneamente, se elige a los cuatro vicepresidentes por el mismo procedimiento. Lo mismo ocurre con los cuatro secretarios. 

Si cada partido se votase a sí mismo, el reparto beneficiaría a PSOE, PP, Ciudadanos y Unidas Podemos, que contarían con dos puestos cada uno (excluyendo al presidente). Sin embargo, los pactos hacen posible que los grupos dividan el voto.

Podemos e independentistas

Es ahí donde el PSOE podría prestar apoyos a Unidas Podemos para asegurar que tenga dos puestos al tiempo que abre la puerta a que otras formaciones, como las independentistas, tengan un representante en la Mesa. ERC y Junts per Catalunya junto a Bildu suman 27 escaños, tres más que Vox.

La semana pasada, el secretario de Organización socialista, José Luis Ábalos, manifestó su disposición a "integrar la pluralidad que han expresado las urnas" y que "todos los grupos" puedan verse representados en la Mesa del Congreso. Integrar la pluralidad en un Congreso pentapartito con fuerte presencia independentista puede significar que el PSOE baraja incluir a Vox o a los partidos independentistas en ese órgano. 

La disposición al pacto de PP, Ciudadanos y Vox también será determinante, aunque lo expresado por Pablo Casado y Albert Rivera y, sobre todo, los pocos escaños que los separan, dejan poco margen a un acuerdo que permita ceder escaños para maximizar los puestos. 

Las quinielas para presidir las Cámaras

Tradicionalmente, el partido que ha ganado claramente las elecciones ha dispuesto al menos de tres puestos de los nueve y cuando ha logrado la mayoría absoluta, de cinco. En la actualidad, tres miembros son del PP. En 2008, año de la última victoria socialista, tres fueron del PSOE. En ese año, hubo dos puestos para nacionalistas, los de CiU y PNV, apoyos del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En 2004 también hubo un miembro de CiU. 

Para el cargo de presidenta del Congreso ha sonado en varias quinielas la vicepresidenta Calvo. La proponen, sobre todo, los que buscan una figura experimentada en un grupo socialista donde más de dos tercios de los diputados se estrenan en el hemiciclo. Calvo ya sabe cómo funciona el trabajo de la Mesa, ya que fue vicepresidenta primera. Sin embargo, no está claro que Sánchez quiera prescindir de ella en el Gobierno. 

En el Senado todo es más sencillo, ya que la mayoría absoluta de la Cámara lograda por el PSOE se reflejará con total probabilidad en la Mesa, que dispone de dos miembros menos. Para ese puesto suena, de momento, Cristina Narbona, otra veterana política, muy respetada en el PSOE y fuera de él, que fue la cabeza de lista por Madrid en el PSOE.