Este domingo es la prueba de fuego, el primer gran asalto para el Partido Popular de Pablo Casado. La formación se enfrenta al escenario más complicado que han vivido en años, desde la refundación: una crisis de votantes, con un partido surgido a su derecha, y un baile de caras mientras llevan a cabo lo que han llamado “una renovación tranquila”.

El líder del PP se muestra contento, confiado. Toma el pulso a la calle, que le augura, al menos, unos años más de vida. Pero de puertas para dentro, los populares comienzan a armarse por si el 28-A todo sale mal.

Fuentes de la dirección nacional del partido aseguran que, “si la cosa va mal”, saben que han echado el resto. El actual equipo directivo accedió al poder hace menos de un año -julio de 2018-, tras una traumática moción de censura, y, apenas unos meses después, han tenido que encarar una convención nacional para rearmarse ideológicamente y, ahora, unas elecciones generales anticipadas.

No se nos puede pedir más en 10 meses... Hemos hecho listas nuevas en todas partes. Esto es un proyecto a largo plazo”, han indicado desde la cúpula popular.

"Si sale mal, ya tenemos argumento"

Cualquier resultado por debajo de los 100 escaños sería una mala nota para el PP, pero los trackings -de empresas demoscópicas y de otras formaciones políticas- apuntan, incluso, a cifras peores. Mucho peores. Desde el Partido Popular no se los terminan de creer -“la verdadera encuesta está en la calle”-, sobre todo dado el número de indecisos. Por eso la actitud, sin embargo, es positiva. 

“Si la cosa sale mal, el lunes ya tenemos el argumento”, han asegurado. Porque, siguiendo su lógica, votar cualquier otra opción que no sea PP es darle más vida a Sánchez, Iglesias y a los partidos independentistas. Así, es sencillo: en las siguientes elecciones, apenas cuatro semanas más tarde, el mensaje a transmitir es evidente: “¿Ustedes quieren esto en sus municipios?”.

Por eso, y ante este hipotético escenario, Pablo Casado ya le ha abierto la puerta a Vox a un posible gobierno. Desde otras formaciones dan por hecho, en conversación con este periódico, que, finalmente, Vox sorpassará a Ciudadanos, quedará como tercera fuerza y a los populares no les quedará otra que pactar con su escisión si quieren retener algo de poder en el Congreso de los Diputados e, igual, aspirar a volver a ocupar la Moncloa. “El PP se va a ver obligado a ceder en todo”.

No hay lugar para problemas internos

Aunque si hay una certeza en la sede de Génova, 13, es que no va a haber ningún conato de revolución interna. La unidad mostrada en el mitin de cierre de campaña, con todos los barones territoriales y la plana mayor del partido, es real, según mantienen, con los micrófonos encendidos y apagados.

“Aunque salga mal el domingo, no va a haber problemas: todo el mundo va a estar en campaña para las autonómicas y demás... No va a haber temas internos", sonríen. La suerte, para los populares, está echada.