A estas alturas de la campaña, ningún espectador puede dudar de que el Partido Popular ha sacado todas las armas para intentar ganar las elecciones. Desde reivindicar sus esencias —apelando a ese partido “de centro derecha, moderado, reformista y liberal”—, traer de nuevo al José María Aznar más mitinero, poner también de gira a Mariano Rajoy a utilizar expresiones graves. Ahí queda llamar “felón” a Pedro Sánchez o afirmar que el presidente del Gobierno “patrocina la sedición”.

Esta versión dura del PP tiene una intención muy clara detrás: despertar al electorado, llamar a la movilización. “Habíamos heredado un partido sorpassado por Ciudadanos y zombi por la moción de censura”, analizan fuentes del entorno de Pablo Casado. “Así que o metes este petardazo o estamos en la campaña de 2004, pero sin trenes”.

El propio presidente de los populares lo admitió el pasado martes en un mitin en el centro de Madrid. “Diseñamos una campaña y precampaña muy medida. Seis semanas: las dos iniciales planteamos nuestras propuestas, las dos siguientes, dejamos claro que éramos el partido líder de esa alternativa; las dos siguientes, confrontamos con Sánchez. Y estamos ya en las dos finales”, manifestaba frente a la plana mayor de su partido en la capital española.

Recuperar el tono de las primarias

Desde el equipo de Casado trasladan que han intentado rebajar el tono, “volver a ese partido centrista, unido”. En definitiva: “Es el discurso de las primarias, que ya está cuajando”.

“Sánchez ha estado seis semanas en el sitio que queríamos. Éramos [el PP] más regañones, pero era necesario”, consideran desde la cúpula de Génova. Era el camino para volver a enarbolar la bandera de partido útil, aglutinador, líder de la oposición a Sánchez. Y, según sus trackings internos, les está funcionando. Todo lo contrario de lo que auguran las encuestas externas, que prevén un muy mal resultado, histórico por lo bajo.

Por eso, están por desplegar la segunda fase de la campaña: un discurso más moderado, más centrista. La campaña ya cuaja, en opinión de Casado, porque él pulsa los resultados en la calle. Los últimos días está reuniendo a mucha gente en los actos y eso implica, para los populares, que “los indecisos empiezan a decantarse. Se reenganchan y empiezan a caer en la cesta del PP”, comentan desde su equipo.

Diferentes baremos

El objetivo último son los 100 escaños, que, según los populares, ya acarician. Quedan ocho días de campaña y, en sus encuestas internas, Vox y Ciudadanos se estancan. Ellos creen que pueden conseguirlo y ponen la mira en los 110 diputados.

Para ello, el viraje centrista. Lo cierto es que Casado ya no utilizaría algunos de los calificativos empleados en las últimas semanas, comunican desde la dirección del PP, aunque sí consideran que hay criterios diferentes .

"La estrategia era la que hemos hecho. Ha habido semanas duras con Sánchez, pero llamar facha o fascista a Pablo, como hizo Lastra, o que está inhabilitado, como hizo Ábalos, a nadie le sonó grave", acusan desde el entorno del presidente popular. "El baremo no es el mismo: a Pablo le pueden llamar de todo sin ocupar portadas".