Albert Rivera repite como un mantra que su organización se nutre de la "sociedad civil". Insiste en que "el talento tiene que llegar de fuera". Y se lo ha creído a la hora de cocinar sus listas electorales. Ha relegado al aparato y ha aupado a los independientes. En las plazas importantes, los militantes e históricos del partido se han visto superados por quienes no tienen carné naranja.

En cualquier caso, se trata de una estrategia medida. Aunque las incorporaciones ya tienen garantizado su escaño en el Congreso, se ha procurado que los veteranos que ceden su plaza conserven el acta. Unos serán paracaidistas en distintas regiones, otros retrocederán un par de puestos en la lista... Pero el plan tiene sus riesgos. Y los perjudicados nunca serán "los fichajes de la sociedad civil".

"Es verdad, algunos no disfrutaremos de un punto de partida tan cómodo como antes, pero lo asumimos. Este partido es como una empresa. Los mejores van delante", confiesa a este diario uno de los afectados.

Para muestra, un botón: Marcos de Quinto -exvicepresidente de Coca-Cola y número dos por Madrid-, Sara Giménez -abogada, activista contra la discriminación de los gitanos y número tres en esta misma lista- o Edmundo Bal -abogado del Estado purgado por Sánchez y número cuatro también por la capital- han generado distintos efectos colaterales.

Francisco de la Torre, responsable de las políticas fiscales del partido y número dos en 2016, podría partir sexto, séptimo u octavo -salvo que sea 'destinado' a otro lugar-, lo que supone no tener el escaño asegurado. Miguel Gutiérrez, secretario general del grupo parlamentario, en su día número cuatro, también concurrirá a las elecciones desde un escalón que en los últimos comicios no granjeó diputado. Marta Rivera Cruz, escritora, revalidará su acta, pero desde La Coruña -es gallega-. José Manuel Villegas, secretario general, y Fran Hervías, secretario de Organización, pelearán desde Almería y Granada respectivamente, donde Ciudadanos sí sacó un parlamentario, pero por un estrecho margen.

Así se explica la "dinámica"

"Creo que no hace falta que ponga muchos ejemplos. En este partido impera una dinámica que todos aceptamos", narra una diputada liberal. "Los que ahora jugamos en segundo plano vinimos entonces de la sociedad civil. ¿Cómo no vamos a entenderlo?", resume.

"El soy mejor porque llegué primero es horrible. No tenemos miedo. Venimos de trabajar y allí nos iremos si esto no funciona", discurre otro de los diputados inmerso en la oleada de cambios.

Dos parlamentarios actuales que, hace un lustro, fueron fichados como ahora lo han sido De Quinto o Bal resumen: "Cuando nosotros llegamos, también saltamos por encima de afiliados y de gente que se había batido el cobre en los mítines y lugares difíciles como Cataluña. Es una consecuencia natural".

Algunos diputados de Ciudadanos no esconden que les hubiera gustado, como es lógico, mantener su feudo -"es jodido"-, pero no han hecho casus belli de las reformas "independientes" de Albert Rivera: "Si queremos gobernar, esto tiene que pasar. Prediquemos con el ejemplo".

Detrás del plan de Rivera no sólo hay "coherencia política". También se esconde un tacticismo obligado. "Es lógico y entendible. Para atraer talento hay que ofrecer los puestos más jugosos. Pongo un ejemplo: un empresario de éxito no va a dejar su cargo para ir de número tres en un lugar en el que las encuestas no nos dan ni un diputado", reconoce un estratega de Ciudadanos.

Por tanto, coinciden las fuentes consultadas, la "atomización de las listas" era inevitable, pero "ha llegado a buen puerto". Con sus nubes negras, como el fichaje fallido de Silvia Clemente, que dejó unas primarias fraudulentas por el camino.