“Querido Albert”. Así arrancaba la carta que Santiago Abascal escribió el 21 de noviembre de 2014 al presidente de Ciudadanos, en la que el líder de Vox solicitaba a Rivera “iniciar conversaciones” entre ambos partidos para establecer una posible coalición y “estudiar puntos programáticos de mínimos que sí podríamos defender de manera común”.

El político vasco pedía al catalán construir “una alternativa seria, viable” con el fin de superar “la funesta elección entre el populismo totalitario y la corrupción institucionalizada”, en referencia a Podemos y el bipartidismo. Abascal valoraba la “altura de miras” de Rivera y destacaba el compromiso de Cs con “las libertades individuales, la democracia y el Estado de Derecho”. “Si algo ha quedado acreditado en este tiempo ha sido tu patriotismo”, manifestaba el dirigente de Vox.  

[Lea aquí la carta íntegra que Abascal envió a Rivera en 2014]

Rivera jamás respondió a esa misiva, una carta que Abascal guarda ahora en su casa en una carpeta que él llama “la de la correspondencia no atendida”, según recoge La sorpresa Vox (Deusto).

Diferencias entre Vox y Cs

Abascal no sólo subrayaba los puntos de encuentro que según él existían entre Vox y los liberales (regeneración democrática, lucha contra la corrupción, valores cívicos y nacionales…), sino que admitía ser “consciente” de las “importantes diferencias” que separaban a ambas formaciones: ”Nosotros miramos a la derecha huérfana traicionada y vosotros a un centro izquierda devastado”.

El contexto político era otro. Vox, que no había cumplido ni un año desde su fundación, se sentía “decepcionado” –en palabras de su candidato, Alejo Vidal-Quadras- al quedarse a 50.000 votos de obtener un asiento en la Eurocámara en los comicios de 2014. El partido, sumido en una crisis interna, veía cómo muchos de sus fundadores abandonaban el barco. Ignacio Camuñas, Cristina Seguí y el propio Vidal-Quadras se desvincularon del proyecto. 

En septiembre de ese año el partido de derecha radical se reorganizaba y Abascal asumía el mando. Al estrenar liderazgo prometió seguir trabajando para poner fin a la travesía por el desierto y dejar que crecieran en el panorama político los “verdaderos brotes verdes”, en alusión al color del partido. 

Por su parte, Ciudadanos, con el doble de votos que Vox en aquellas elecciones europeas, ninguneaba a Vox y miraba con celos a UPyD. Los centristas llamaban una y otra vez a la puerta de la formación magenta para negociar un pacto electoral. Pero Rosa Díez les dio calabazas, firmando así su certificado de muerte.

Meses después de escribir aquella carta, Abascal ya no quería vincularse con Cs. “Es un partido que ha optado por la indefinición”, admitía en 2015 en Hay un camino a la derecha (Primer Plano). “Ciudadanos no se ha mostrado muy partidario de ningún tipo de encuentro con Vox y Albert Rivera ni siquiera ha respondido a las cartas para una interlocución que le enviamos meses atrás. Te lo voy a decir claro: Rivera ha hecho con mis cartas lo mismo que él dijo que había hecho Rosa Díez con las suyas”.

Rivera, “un emprendedor de la política” para Abascal

Antes del nacimiento de Vox, el ex del PP y Rivera forjaron una amistad construida a partir de la coincidencia de ambos políticos en actos y conferencias por la defensa de la unidad de España. Esa buena relación se fraguó gracias también a la Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes) que creó en 2006 el propio Abascal. Con esa plataforma, el político vasco organizaba seminarios y cursos y, de hecho, Rivera asistió en 2008 a uno de ellos. "Tengo una buena amistad con Santi”, presumía el líder de Cs.

En primavera de 2014, Abascal describía a Rivera como un “emprendedor de la política” en su libro No me rindo. Sin miedo contra ETA y frente a la cobardía política (La Esfera de los Libros). Ahí incluyó una imagen donde aparecen los dos líderes emergentes manifestándose el 12 de octubre de 2012 en Barcelona. “Una ciudad que es tan nuestra, tan de todos los españoles, como de Artur Mas”, decía Abascal.

Pero desde que Vox ganara presencia y, sobre todo, diera la sorpresa el 2-D en Andalucía, Abascal y Rivera se han ido distanciando y ya no se hablan. El 10 de febrero ambos coincidieron en la madrileña plaza de Colón, donde PP, Cs y Vox se manifestaron para exigir a Pedro Sánchez la convocatoria de elecciones anticipadas. Aquel día las cámaras inmortalizaron a Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, en una foto de familia incómoda para los liberales.