Hace cinco años, Íñigo Errejón veía cómo su recién creado partido llegaba a las instituciones tras recoger el voto descontento del 15-M. La formación liderada por Pablo Iglesias, que hablaba una y otra vez de “los de abajo” y “los de arriba”, prometía una revolución y dotar a los primeros de “mecanismos para la acción política” necesarios para darle la vuelta a su situación. 

Pero ahora esa revolución podría haberse vuelto en su contra. Podemos ya no representa a todos “los de abajo” si hemos de atenernos al enfrentamiento vivido entre Errejón y unos jóvenes de izquierdas del barrio madrileño de Hortaleza. Estos jóvenes, del Frente Obrero, increparon al político acusándolo de “traidor” y culpándole del auge de “partidos fascistas”. “Los obreros votan a Vox por algo”, llegan a decirle.

En un vídeo difundido en redes los jóvenes explican que son del barrio de toda la vida y critican a Errejón su trabajo. “Os habéis ganado un sillón en el Congreso y habéis dejado a los trabajadores en la calle”. En realidad, estaban afeándole aquello que Podemos denunciaba a los políticos de otros partidos: alejarse de las calle y aburguesarse olvidando los ideales.

Jóvenes de izquierda se enfrentan a Errejón a la salida de un acto.

La revolución de las magdalenas no convence en Hortaleza. El escrache que sufrió el candidato de Más Madrid es lo que Pablo Iglesias definía en otro tiempo como “jarabe democrático”. Una receta que antes en Podemos veían con buenos ojos. De hecho, en 2010, quienes alentaban la persecución a los políticos eran el propio Iglesias y Errejón. Los dos, junto a otros estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, recibieron a Rosa Díez, entonces líder de UPyD, al grito de “fuera fascistas de la Universidad”. 

Pero ahora que Errejón ha probado su propia medicina, hasta Juan Carlos Monedero, que representa el ala más anti-errejonista del partido, ha calificado de “barbaridad que le acosen unos muchachos que ni le dejan hablar”. Otros compañeros de partido, en cambio, han aprovechado la ocasión para saldar cuentas. "Me parece que es lógico que haya gente que nos manifieste sus opiniones", decía Irene Montero, portavoz de Grupo Parlamentaro Unidos Podemos en el Congreso.

La escena de Hortaleza visibiliza que ser revolucionario y abonar el terreno del radicalismo, como es el caso de Podemos, acaba creando nuevos agitadores que terminan atropellando a los que iniciaron el movimiento. Ha pasado muchas veces antes en la historia, desde la Revolución francesa a nuestros días, como hemos visto también en el caso del procés en Cataluña. Los nuevos líderes de la insurrección señalan como enemigos del pueblo a los que antes fueron sus guías morales.

Cayo Lara, precedente de Errejón

El radicalismo arrastró antes a otros líderes de la izquierda española. Fue el caso de Cayo Lara, que en junio de 2011 se sumó a una manifestación convocada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca para frenar un desahucio en Madrid. Su asistencia provocó la ira de los allí presentes, que le llamaron “oportunista”, le acusaron de no "representarles" y le echaron agua para que se fuera.