El "patriotismo español" y "la autodeterminación de las nacionalidades" son posiciones contrapuestas que sin embargo conviven en Podemos encarnadas por líderes como Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, si bien ambos se han intercambio los papeles.

El catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona Cesáreo Rodríguez firmaba la semana pasada un interesante artículo en la web de análisis Agenda Pública en el que trataba de explicar "por qué tampoco funciona lo que hay a la izquierda de la socialdemocracia" en Europa. En uno de sus párrafos, centraba el tiro en España, en Podemos, y describía su crisis interna no tanto en clave personalista -que también- como de doctrina política profunda.

En el fondo, son la misma cosa, porque cada uno de los actores, Iglesias y Errejón, representan y lideran dos corrientes. Pero éstas se traducen en lo que Rodríguez detalla como el intento "insostenible a largo plazo [de] simultanear el patriotismo español y la autodeterminación de las nacionalidades".

Antes incluso de su espantada con Manuela Carmena, el ex número dos de Podemos hablaba de no permitir "que la derecha se quede con los símbolos", de la necesidad de que la izquierda "se reivindique española" e incluso este periódico informó de su intención de "recuperar" la bandera de la nación para sus mítines como candidato a la Comunidad de Madrid.

Pablo defiende España e Íñigo defiende la plurinacionalidad

Esa posibilidad era muy noticiosa en sí misma por cuanto Iglesias jamás ha posado en público con la enseña rojigualda. Es más, si algún líder nacional representa la comprensión de las tesis de los independentistas catalanes, el apoyo al derecho a decidir del País Vasco y, como mínimo, la autodeterminación como nación del pueblo gallego, ése es hoy en día el secretario general de Podemos.

Papeles cambiados

Pero esto no siempre fue así. Es más, en los inicios del partido era exactamente al contrario. El hoy candidato de Más Madrid, era el responsable -como secretario de Análisis Político- de la elaboración doctrinaria del partido. Y como tal introdujo la conciencia de la "España de los territorios", la "nación de naciones" y la descentralización no sólo orgánica sino discursiva de Podemos. Más aún, "de su pluma salieron estos argumentarios", tal como recuerdan fuentes de la dirección de Podemos.

Mientras, Iglesias, un joven de Vallecas y familia trabajadora que forjó su doctrina eurocomunista en las aulas de Políticas de la Complutense, había comenzado más por la estética revolucionaria adolescente que por una conciencia real de que la España autonómica estaba superada, como defiende ahora.

Pablo Iglesias: "No se puede ganar un país sin reivindicar el concepto de patria"

En octubre de 2014, ya eurodiputado y en plena efervescencia de la irrupción de Podemos en la política, Iglesias daba lecciones a los de la "vieja izquierda" explicando que "no se puede ganar un país sin reivindicar el concepto de patria". Fuentes internas del partido apuntan que la diferencia estaba en la ideología de base de cada uno de los dos: si Errejón se creía "de verdad" lo de la autodeterminación, Iglesias "no tenía más remedio que tragar con ello" por entender que formaba parte de su posición ideológica, "aunque no la compartiera de fondo".

"El dret democràtic a decidir"

A Errejón, ya político profesional, se le pudo ver incluso defender "el derecho democrático a decidir" en la campaña para las generales de 2016, cuando aún el partido aspiraba al sorpasso.

En el mitin central de Barcelona, rodeado del propio Iglesias, de Ada Colau, Ernest Urtasun y Xavier Domènech, Errejón ya estaba iniciando su viraje estratégico: no quería el pacto con Izquierda Unida y reprochaba haber perdido la oportunidad de sumarse la pacto del abrazo para montar un gobierno con PSOE y Ciudadanos.

Íñigo Errejón: "No ens creiem a ningú que parla de defensar un país sense parlar de defensar la seva gent"

Pero, por el bien de la contienda electoral, mantuvo en la campaña el mensaje al que ya estaba llegando Iglesias y que podían compartir: "El cambio lo haremos nosotros, si las élites no quieren, el país es sus gentes, y lo haremos desde el reconocimiento a la diversidad, a la plurinacionalidad y el derecho democrático a decidir". En las gradas había banderas republicanas y catalanas... no de España.

Lo que ven los socios

Uno de los grupos políticos hermanos es Compromís, cuyas listas fueron las representantes de Podemos en esas elecciones generales. Hay confluencias sociales y confluencias periféricas, y aunque los nacionalistas valencianos fueron de la mano a las urnas, tanto en diciembre de 2015 como en junio de 2016 formaron grupo propio luego en el Congreso. Su portavoz, Joan Baldoví, explica a EL ESPAÑOL que este cambio de papeles que se advierte ahora -con Errejón reivindicando la patria e Iglesias el derecho a la autodeterminación- "es cierto".

Baldoví cree que el líder de Podemos "ha ido tomando conciencia del problema territorial" una vez que entró en el hemiciclo. "Haber tenido una relación tan estrecha con Domènech le ha ayudado muchísimo a esto".

El líder del Bloc -uno de los partidos que forman Compromís- es un "nacionalista pragmático", admite, "mucho menos radical que de joven, ahora entendemos dónde estamos y lo que pedimos es igualdad de derechos y oportunidades para nuestra tierra". Pero entiende que el debate territorial está enquistado y que "la visión de Iglesias y Podemos es la adecuada: desde Madrid, comprender y facilitar".

Pablo Iglesias junto a Nagua Alba, antigua líder de Podemos Euskadi, con la Ikurriña vasca. E.E.

Le sorprende más el punto actual de Errejón, "aunque no porque haya cambiado la esencia de su discurso", sino porque ahora haga más peso en la bandera de España y en el mensaje de la "seguridad y el orden", como ha deslizado en sus últimas intervenciones. "Supongo que tiene que ver con el público al que se dirige ahora, que es sólo el madrileño", apunta, "porque si con alguien me he entendido mejor en estos años de entre los dos ha sido con él".

Un madrileño hablando en catalán

Por eso, desde el equipo de Errejón aseguran que no ha habido ningún vuelco, que "Íñigo ya defendía una visión transversal e integradora de los pueblos de España desde el inicio de su carrera política" y que ése era el mensaje que quería transmitir en Podemos y ahora en Más Madrid. "Y lo hacía en catalán porque lo habla bien y le gusta", explica un portavoz del ex número dos. Desde la dirección de Podemos, de hecho, aún hoy aplauden aquello: "Nos venía muy bien para dejar claro que somos distintos: un madrileño hablando en su lengua a otro de los pueblos del país...".

Es más, las fuentes internas citadas explican que Errejón "siempre ha trabajado con marcos dialécticos: ahora le interesa apropiarse y darle la vuelta al de patria, seguridad y orden", apuntan. "No ha habido tanto cambio, simplemente el mensaje en el que hace fuerza es otro". Y que Pablo "ha conjugado su dualidad en un mensaje inteligente: que voten es necesario, pero que voten que se quedan", eso es lo que quiere.

El caso es que, como decía el profesor Cesáreo Rodríguez, a Podemos se le escapan los votos por su empeño en cabalgar contradicciones de difícil matiz: el asamblearismo frente al el liderazgo personalista; la unidad ante el poder territorial y las confluencias; la patria "a mucha honra" con "el derecho democrático a decidir" y la "plurinacionalidad". Tan complicado es de conjugar que hasta los papeles, por conveniencia de cada uno, son hoy los opuestos.