Los presos separatistas en supuesta huelga de hambre van a tratar de mantener en pie su relato. Apenas unas horas después de que EL ESPAÑOL publicara que se están alimentando con batidos nutricionales, Pilar Calvo, portavoz de los huelguistas, comparecía en rueda de prensa para tratar de desmentir la información de este periódico. Calvo, experiodista de Deportes de TV3 y actualmente profesional de marketing, ventas y comunicación corporativa, hablaba de una pérdida de peso de tres kilos y doscientos gramos en el caso de Josep Rull, cinco en los casos de Jordi Turull y Jordi Sànchez, y siete en el de Joaquim Forn.

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Calvo también habló durante su rueda de prensa de los efectos secundarios de la huelga (insomnio) y negó que los presos hubieran dejado de realizar sus tareas cotidianas, entre ellas la de limpiar el comedor antes de las comidas (Sànchez y Forn) y la de recoger y limpiar el comedor después de ellas (Turull y Rull).

La información de Calvo contradice un documento de comunicación interna en poder de EL ESPAÑOL en el que la dirección de la prisión ordena que los presos en huelga permanezcan en sus celdas durante las horas de la comida: "Los presos permanecerán en su celda con antelación al recuento previo a la entrada en el comedor. En ningún caso podrán permanecer en ninguna otra dependencia del módulo durante el reparto de comida si no es por motivos médicos". 

Fuentes de Instituciones Penitenciarias han recordado que los reos que inician una huelga de hambre están sometidos a los controles del equipo sanitario del centro penitenciario, y que no es habitual que tengan asesoramiento médico externo. No es el caso de los cuatro huelguistas del procés, cuya huelga de hambre está siendo supervisada por Jaume Padrós, presidente del Colegio de Médicos de Cataluña, y por una "comisión de expertos que ampara legal y deontológicamente al equipo asistencial de Lledoners", dependiente del Instituto Catalán de Salud.

Pero los privilegios relativos al control y el seguimiento de su huelga de hambre no son los únicos de los que disfrutan los presos del procés. Porque los siete reos, a la espera de juicio en el Tribunal Supremo, cuentan también con un régimen de visitas excepcionalmente laxo y que permite la entrada en la prisión de todo tipo de personalidades, tanto políticas como civiles como religiosas, sin las limitaciones que afectan al resto de presos de Lledoners. Para ello, las autoridades de la prisión camuflan como "visitas institucionales" lo que a todas luces son visitas personales. Oriol Junqueras cuenta incluso con un espacio personal en el ala de psiquiatría de Lledoners desde el que despacha con sus visitas y gestiona el día a día de ERC, así como la negociación de los Presupuestos Generales del Estado con los emisarios del PSOE

Tratamiento especial en Lledoners 

Las mismas fuentes Instituciones Penitenciarias recuerdan casos como los de algunos presos de ETA que iniciaron una huelga similar. Iñaki de Juana Chaos, por ejemplo, fue finalmente alimentado con suero por una sonda en contra de su voluntad. Un juez ordenó su traslado a dependencias hospitalarias para hacer un seguimiento de su proceso.

En cualquier caso, los presos que inician una huelga de hambre en cualquier punto de España, se someten a una primera revisión pasada una semana. Una vez transcurrido ese periodo, los controles son diarios. Si las huelgas son de hambre y sed, se chequea a los presos desde el primer día. Como Pilar Calvo ha señalado este lunes en rueda de prensa, los reos del procés, que sólo hacen huelga de "sólidos", ingieren entre uno y tres litros de agua al día, más sales minerales y glucosa en algunos casos.

Las mismas fuentes penitenciarias señalan, además, el papel que desempeñan los funcionarios de prisiones, que observan si los presos en huelga ingieren alimentos o beben. También revisan las celdas de los reos para comprobar si disponen de algún tipo de comida no reconocida, o si la compran en el economato. Pero la Administración catalana tiene transferidas las competencias en materia de prisiones, y ésta ha decidido dar un tratamiento especial a los presos del golpe separatista.