El cabo de la Guardia Civil Juan Carlos Beiro Montes fue asesinado por ETA en Leiza, en Navarra, el 24 de septiembre de 2002, cuando tenía 32 años, mujer y dos hijos. En las últimas horas, radicales han pintado el muro en el que se conmemora cada aniversario del crimen y se recuerda a la víctima.

El agente acudió a retirar una pancarta en la carretera en la que se podía leer 'Viva ETA. GC muere aquí'. Era una trampa: había una bomba. Él murió en el traslado al hospital y sus compañeros resultaron heridos. 16 años después, no hay ningún detenido por aquello y el lugar, al que siguen acudiendo miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado para rendir tributo a su compañero, ha sido nuevamente profanado.

Consignas como 'fachas fuera' y 'arriba el pueblo' o banderas de España tachadas ocupan el sitio -en el puerto de Urto, que une Leiza con Berástegui, Guipúzcoa- que para tantos sólo significa dolor. 

Consignas proetarras en el lugar donde fue asesinado Juan Carlos Beiro.

Beiro supervisaba las cámaras de vigilancia en el cuartel de Pamplona hasta que quedó vacante una plaza en Leiza, que no dudó en solicitar. Sólo tres meses después, aquel 24 de septiembre de 2002, los terroristas activaron el explosivo que habían ocultado en un bidón con un mando a distancia una vez vieron que el agente, padre de dos mellizos de cinco años, se aproximó.

"Por favor, jefes de la Guardia Civil aquí presentes, no olvidéis a Juan Carlos y nunca intentéis de esclarecer su asesinato. No le abandonéis y no dejéis de hacer lo que hacía, que era sentirse orgulloso del Cuerpo", dijo su viuda, María José Rama, en uno de los últimos homenajes a su marido.