La visita de Pablo Iglesias a la cárcel de Lledoners ha tenido tantas interpretaciones como intérpretes. El líder de Unidos Podemos y socio de Pedro Sánchez en la propuesta de Presupuestos Generales del Estado que el Gobierno presentará este mismo lunes en Bruselas fue para algunos el salvador de las próximas cuentas, para otros un líder que trataba de asumir el protagonismo que sólo debería corresponder al presidente y también un advenedizo que pretendía pactar en una cárcel con un golpista para sacar adelante un acuerdo en minoría. Lo que nadie previó, o al menos nadie verbalizó, fue lo que acabó sucediendo.

Pablo Iglesias se reúne con Oriol Junqueras en Lledoners. Atlas

Después de dos horas y media en la cárcel catalana, la reunión entre Iglesias y Oriol Junqueras, líder de ERC en prisión preventiva desde hace un año, procesado por rebelión y pendiente del juicio por la declaración unilateral de independencia de Cataluña de 2017, la reunión llevó la situación política al mismo punto en que se encontraba justo dos horas y media antes. Los separatistas no piensan moverse un ápice de su posición. Ni un milímetro. Y como señaló Joan Tarda, diputado de ERC en el Congreso de los Diputados, en la misma puerta del presidio barcelonés, la aprobación de los PGE depende únicamente de "un movimiento" del Gobierno.

Por "movimiento" entiende el separatismo una declaración pública de Pedro Sánchez o alguno de sus ministros en la que se diga abiertamente que los políticos presos deben ser puestos en libertad o, como piden los CDR en las puertas de las sedes de ERC y JxCAT, que "abran las puertas de las cárceles". Lo inesperado era que Iglesias se sumara a esa petición.

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"Al Gobierno le toca negociar como Gobierno y se tienen que mover. Nosotros nos hemos movido ya y estamos contribuyendo al diálogo y a la distensión. El Gobierno sabe lo que tiene que hacer", dijo Pablo Iglesias. Y abundó: "Hoy he estado reunido con unos hombres que están presos por hacer política y que deberían estar en libertad".

Sin cristal ni límite de tiempo, la reunión de la que muchos esperaban una solución para desencallar los PGE en el Congreso viró en una conjura en la que el socio de Pedro Sánchez dejó de estar a su lado para colocarse frente a él (o al menos entre él y los independentistas) y unirse a la exigencia de que el Gobierno debería obviar la separación de poderes y presionar a la Fiscalía para que los políticos presos sean sólo políticos y para que acudan dede una situación procesal de librtad a un juicio en el que la Fiscalía 'suavice' la acusación que ha mantenido a lo largo de todo el proceso que tramita el Tribunal Supremo. 

Nada de presupuestos

Al término de la reunión, Tarda ha recalcado que durante la misma no se habló de Presupuestos, aunque muchos eran los escenarios que se habían barajado previamente. De hecho, una de las opciones que se presentaba como posible tema a tratar era que Pablo Iglesias se ofreciese a aprobar los presupuestos catalanes a cambio de que ERC apoyase los PGE en el Parlamento. A su vez, Ada Colau había propuesto que se alcanzase una acuerdo a tres bandas para sacar adelante los presupuestos de Barcelona, los autonómicos catalanes y los nacionales con apoyo de ERC, Podemos y el propio PSOE.

Desde la Generalitat, vía Elsa Artadi, y desde el Ejecutivo, por boca del propio presidente del Gobierno en Bruselas este pasado jueves, se insistió una y otra vez en que el único con autoridad para negociar los Presupuestos era el propio Pedro Sánchez, ahora más solo que antes y con su socio presupuestario junto a los separatistas en la única exigencia que debería y no puede cumplir si quiere lograr aprobarlos en algún momento.