Santiago Abascal (Bilbao, 1976) pasa unos días en Galicia, donde cuida de sus cuatro hijos. Allí, en un bar, le llamaron fascista por última vez, con su hijo de dos años en brazos. Pero los insultos le entran por un oído y le salen por el otro. "Me llaman fascista, xenófobo, racista, homófobo, machista. Pero no me importa". El presidente de Vox, que reconoce que va menos a misa de lo que le gustaría, tiene la moral por las nubes y se muestra confiado de que esta vez sí le irá bien a su partido.

El exmilitante del PP guarda una buena relación con el sucesor de Mariano Rajoy, pero el ascenso de Casado en el panorama político nacional no le da ningún miedo. Abascal cree que no es lo mismo un inmigrante de Latinoamérica que otro de procede de un país islámico. Y por eso cree que hay que priorizar la inmigración en función de la coincidencia con "nuestros valores culturales y políticos".

Él, que fue perseguido y amenazado por ETA, reconoce abiertamente tener permiso de armas desde que era un veinteañero y que lleva una pistola encima "en determinadas circunstancias que no relataré".

¿Ha felicitado ya a Pablo Casado por su triunfo en las primarias del PP?

Sí, lo hice cuando ganó. Le mandé un mensaje y me contestó. Ha habido siempre una relación cordial. Nos conocemos desde hace muchos años.

¿En qué se diferencia el nuevo PP de Vox?

Lo explica muchas veces Pablo Casado. Hoy mismo lo ha hecho haciendo una defensa cerrada del Estado de las autonomías. El PP cree que todas las competencias que se han transferido están bien transferidas, incluidas la de los Mossos d'Esquadra. No puede estar más lejos de nuestra posición.

Vox es un partido que nace entre otras cosas enfrentándose al Estado de las autonomías y que plantea una transformación total del Estado de las autonomías en un Estado unitario. Como paso previo planteamos la recuperación de algunas competencias, como la seguridad y la educación.

Vox no llegó a sumar 57.000 votos el 20 de diciembre. ¿Por qué en España no cuaja una opción política como la suya, que sí encuentra apoyos en países como Francia, con el Frente Nacional?

Es cuestión de tiempo y de maduración. Vox es una opción política muy nueva, que apareció hace cuatro años con un cuarto de millón de votos. Es verdad que en las siguientes fuimos a los 50.000, pero ya estamos por encima. Vox va a irrumpir con fuerza en las próximas elecciones, sea cuales sean las primeras que se convoquen. Lo vemos en las encuestas y por la afiliación del partido, que en ocho meses se ha multiplicado por tres. Estamos muy esperanzados.

¿Qué le dicen las encuestas?

Hay de todo, pero algunas indican la entrada de dos escaños en el Parlamento europeo y otros dos escaños en el Parlamento nacional. Está muy por debajo de nuestro objetivo, pero con un primer paso se empieza a andar.

¿Cuántos militantes tiene Vox?

8.800 afiliados de verdad. Hay distintos tipos de cuota, la media son nueve euros. Pero también tenemos cuotas reducidas para jóvenes y mayores.

No es lo mismo aceptar la inmigración de países latinoamericanos que la inmigración de países islámicos

¿Teme que el PP les quite a Ortega Lara? Pablo Casado quiere que vuelva al partido.

José Antonio Ortega Lara es el mejor de todos nosotros. Es mayor de edad y no tengo ninguna duda de cuál es su posición ideológica. No tengo ningún temor en cuanto a las pretensiones de Casado.

¿Cómo arreglaría el desaguisado catalán?

Aplicando la ley con toda contundencia. Aplicando un 155 duro y duradero. Poniendo encima de la mesa la ilegalización de partidos separatistas con una reforma legal, pero en primer lugar la ilegalización de los partidos golpistas con la actual ley de partidos. Y plantearía una gran transformación del Estado de las autonomías. Hay competencias, como educación, sanidad y seguridad, que tienen que volver cuanto antes. 

Lo pensamos nosotros y lo piensan muchos catalanes. Si el tamaño de Vox se ha multiplicado por tres en toda España, se ha multiplicado por seis en Barcelona. Creemos que vamos a tener opciones también en las próximas elecciones catalanas.

¿Cómo solucionaría la crisis migratoria?

Con sentido común, como solucionaría uno sus propios intereses en casa. Creemos que una nación es propiedad privada de los nacionales, y son estos los que deben decir cómo se entra y con qué criterios. La inmigración tiene que ordenarse y no puede ser que a los españoles se nos obligue aceptar una inmigración masiva y descontrolada de manera que es sistemática.

Habría que regularse en función de las necesidades de la economía nacional. Si los españoles se van a trabajar fuera de España no parece que necesitemos más inmigrantes en estos momentos. No es cierto que vienen a mantener las pensiones, sino a recibir las prestaciones que muchos españoles no alcanzan. Y también en función de la capacidad de adaptación de los inmigrantes según el país de procedencia. No es lo mismo aceptar la inmigración de países latinoamericanos que la inmigración de países islámicos. Priorizaríamos la inmigración en función con la coincidencia con nuestros valores culturales y políticos.

¿Tiene ya en mente algún fichaje estrella para las próximas elecciones?

No. Creemos que la estrella de Vox es su claridad en el mensaje, su perseverancia, la oposición radical al estado de las autonomías, la defensa de nuestras fronteras y distinguirnos de los demás por eso: defender la soberanía nacional en Cataluña pero también la defendemos en Bruselas. No somos esclavos de nadie.

¿Sigue el padre de Juan Carlos Monedero en su partido?

Llevamos unos meses sin hablar. Está bien que me recuerde hacerle una visita al bueno de Salvador, un hombre fantástico del que se aprende mucho.

Le acusan de ser fascista y racista. 

Son acusaciones falsas pero no me preocupo en defenderme de ellas porque no hemos venido a la política a defendernos. Oponerse a la dictadura de lo políticamente correcto hace que uno sea inmediatamente estigmatizado. La izquierda está muy preparada para colgarnos todo tipo de sambenitos. Creo que se ha quedado corta: me llaman fascista, xenófobo, racista, homófobo, machista. La desventaja que tienen es que no nos importa. No nos identificamos con ellos, no perdemos el tiempo en justificarnos. Si nos llaman todo eso por defender nuestras ideas que sigan llamándonos así.

Los odios hay que dejarlos en el pasado. Quien más tiene que avergonzarse del pasado de España es el PSOE

¿Con qué etiqueta se siente más cómodo?

No buscamos una etiqueta. Hay algunas del pasado que tienen que ver con lo conservador que no responden a muchos problemas de nuestros días. Yo me siento más cómodo con el ideario que defiende Vox. No nos dejamos llevar por los complejos ni miedos, pero no definen todo lo que somos ni todo lo que defendemos. ¿Qué etiqueta ha de tener el que defiende las fronteras de su país? Que cada uno ponga la etiqueta que le parezca más cómodo para alistarse en Vox.

¿Con qué líder internacional se siente más representado?

Con ninguno. Nuestra preocupación es carácter nacional, pero hay políticas que se hacen en otros países que defenderíamos en España. Y en ese sentido hoy en Europa, Viktor Orbán es una referencia. Las políticas que ha aplicado en Hungría.

¿Quién es su rival a batir?

Lo más urgente y el problema más grave para España: el separatismo.

¿Cómo ve a Albert Rivera?

Como los toros mansos que no sabes si miran para la izquierda o para la derecha. No está claro por dónde viene. Vox es un toro bravo que se diferencia mucho de los planteamientos políticos de Ciudadanos.

¿Va con pistola siempre encima?

Tengo una licencia de armas que renuevo y estoy muy preocupado con las amenazas que recibo a través de redes sociales e insultos que me hacen en la calle. Me ocurrió hace dos días con mi hijo de dos años en brazos. En un bar un señor me llamó fascista.

Hay un clima de odio que trajo a España José Luis Rodríguez Zapatero en el que está ahondando Pedro Sánchez con la Ley de Memoria Histórica, y en el que también están ahondado con los escraches políticos de Podemos, y algunos sabemos que puede tener consecuencias. Uno procura cuidarse. Sí, tengo licencia de armas desde los 23 años por esas amenazas y solo la llevo en determinadas circunstancias que no relataré.

¿Qué haría con Franco?

A los muertos hay que dejarlos donde está y los odios hay que dejarlos en el pasado. Franco no debe ser desenterrado y la Ley de Memoria Histórica, derogada. Quien más tiene que avergonzarse del pasado de España es el PSOE.