A Javier Imbroda (Melilla, 1961) le gusta cortejar imposibles. En el Mundial de 2002, como seleccionador nacional de baloncesto, logró vencer a la utopía: primera victoria de España frente a los Estados Unidos de la NBA. Catorce años más tarde, le diagnosticaron un cáncer de próstata. Agresivo, pronto amenazó con la metástasis. Venció.

Cuando atiende esta entrevista, ha pasado un mes desde la última revisión. Los indicadores son correctos y, como si disfrutara de un colchón de varios puntos sobre su rival, apunta: “Todo controlado”. Albert Rivera le ha animado a encabezar Ciudadanos en la provincia de Málaga. Se conocieron cuando el ahora líder de centro trabajaba en Cataluña: "Me conquistó". El objetivo: ser diputado en el parlamento andaluz tras las próximas autonómicas. Para eso deberá ganar unas primarias que concluirán el próximo 15 de julio. Otro imposible en ruta: acabar con el fuerte arraigo socialista en Andalucía. “Soy lucha, puro riesgo; y Susana Díaz, aparato”, avisa el nuevo fichaje naranja, que da este paso desde la independencia, sin carné del partido. “Sólo soy un liberal, hablar de ideología es rancio y antiguo”, resume.

Al presidente de Melilla y miembro del PP –Juan José Imbroda, su hermano– “no le hace mucha gracia” la última entrada a canasta del cuarto entrenador que más partidos acumula en la ACB. “Se lo conté hace tiempo, nos adoramos por encima de siglas y proyectos”. Ah, el ya político naranja seguirá fumando habanos.

Una vez dijo que durante los tiempos muertos a los que obliga el cáncer se toman las decisiones más clarividentes.

Llevo muchos meses hablando con Albert. Es una decisión meditada. Me he preparado para dar este paso. Voy a tratar de ser útil a nuestro país. Ya lo hice en la alta competición y ahora ha llegado el momento de intentarlo con la política. Mi vida está resuelta por otros caminos. Esto no es cuestión de necesidad. Dure lo que dure el camino, aportaré todo lo que pueda.

Seguro que más de un amigo le ha dicho: “Después de todo lo sufrido, mira que meterte en política...”. ¿Cómo le ha convencido Rivera?

Lo conocí hace cuatro años en un almuerzo que nos organizaron. Él aún estaba en Cataluña y, en ese momento, se planteaba dar el salto a la política nacional. Aquel Rivera me gustó mucho. Me atrajeron su disposición, su mentalidad y su frescura. Entendí que su proyecto tenía sentido: unidad y, al mismo tiempo, respeto a la diversidad. Esa regeneración y ese aire fresco me siguen conquistando.

El germen de Ciudadanos es la “lucha contra el nacionalismo” en Cataluña. ¿Usted tuvo que gestionarlo en la Selección?

Lo he vivido, claro. Recuerdo cuando participé, junto a Lolo Sáinz, en el cuerpo técnico de la Selección que fue al campeonato europeo. Se celebró en Barcelona. Era 1997. La federación catalana no nos hizo sentir como si estuviéramos en casa. Fuimos un equipo más. Te puedo asegurar que la anfitriona siempre tiene más facilidades. No fue nuestro caso. Ni siquiera podíamos ser los primeros en elegir los entrenamientos. En cambio, en Barcelona 92 -acudió como miembro del cuerpo técnico de Lituania- no se impusieron las cuestiones identitarias.

¿Se acabó la lucha contra el cáncer?

Gracias a Dios, me encuentro muy bien. En la última revisión, hace un mes, los indicadores eran normales. Me quedan varios años de controles. El cáncer que tuve fue muy agresivo. Hizo metástasis. Por eso estoy vigilado.

¿Qué puede aportar usted a la política?

Es más un compromiso que un gusto. Lo único que compensa es la brevedad. Espero dar otra visión: he sido entrenador de élite, empresario, doctor en Educación, gestor de una fundación… Muchas veces, los políticos viven una realidad paralela y se olvidan del día a día de la sociedad. La política, en general, corre el riesgo de ser muy endogámica. Debemos levantar la cabeza y mirar afuera.

Habrá revisado su currículum…

Estoy seguro de que a partir de ahora me enteraré de algo sobre mí que no sabía. Lo mirarán todo con lupa. Mi vida es muy clara. Ha sido una vida de lucha, tanto en formación y deporte como en cuanto a compromiso social. Soy un chico de Melilla que aterrizó en Málaga y se puso a trabajar. Siempre he sido puro riesgo, no he estado bajo el paraguas de nadie.

Imbroda, junto a Rivera, en un acto de Ciudadanos.

¿Cuál es su trayectoria política o ideológica? Algunos fichajes de Ciudadanos transitaron antes por otras formaciones.

En esta sociedad de raíces locales y desafíos globales, hablar de ideología es antiguo y rancio. No estoy en ese debate. Soy un liberal que cree en el mérito y ayuda a los colectivos desfavorecidos ofreciéndoles herramientas para que salgan adelante. Esa es mi mentalidad.

Su hermano es Juan José Imbroda, presidente de Melilla por el PP. ¿Ya le ha llamado?

Lo hablé con él hace tiempo. Mucha gracia no le hace… Por encima de siglas, políticas y cargos, admiro y adoro a mi hermano.

Teniendo él una trayectoria importante en el Partido Popular, ¿nunca intentaron ficharle?

Nunca tuve ningún ofrecimiento, ninguna opción de deseo por parte de la organización. Lo dicho: no he sido afiliado de ningún partido. Siempre he sido independiente.

¿Tampoco se sacará el carné de Ciudadanos?

No tengo carné. Lo hablé con Albert y me entendió perfectamente. Doy un paso al frente desde mi independencia.

Fue director de deportes en el Ayuntamiento de Málaga entre 2011 y 2015. Pudo conocer la política de cerca.

Fue como hacer un grado en gestión pública. Una experiencia muy grata. No es nada fácil decidir tan cerca de los ciudadanos. Dicen que el roce hace el cariño, pero el roce también hace rozadura. Conlleva desgaste. Luchar por tu ciudad es duro, pero grato. El único sentido que tiene formar parte de lo público es la brevedad.

Se coloca en Andalucía, donde la victoria de Ciudadanos parece imposible, igual que cuando la Selección que usted entrenaba se enfrentó a Estados Unidos en 2002. Primera victoria de La Roja sobre la NBA.

Sí, sí, era un imposible. ¡Y el cancer! Es cierto, se trata de un territorio muy complicado, de tradición socialista. España necesita una Andalucía fuerte y eso requiere un cambio. Tenemos que despertar de este letargo. El PP no ha dado con la tecla, pero nosotros podemos hacerlo. Estoy convencido de que Andalucía necesita ese cambio.

¿Un mensaje para Susana Díaz? 

Me pillas en fuera de juego… 

¡Pero si en baloncesto no existe el fuera de juego! 

Entonces voy a tener que ir al barro –se ríe–. Creo que la presidenta está viviendo una situación un tanto contradictoria e incómoda. Todo lo que defiende se lo denegó su propio partido. No debe de ser nada fácil. Susana es un producto del aparato, fruto de esa estructura. Necesitan conocer la realidad.

Ya sabe que en política fumar habanos no está muy bien visto… 

Se van a tener que aguantar.

¿Los habanos?

¡No, no! ¡Los votantes! El habano, además, está fuera de toda sospecha para los susceptibles de criticarlos. Tienen un matiz comunista, vienen de Cuba.

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