Washington D.C.

La bronca que los separatistas catalanes organizaron la noche del miércoles durante la cena de recepción oficial que ofreció el Smithsonian Folk Festival era sólo el comienzo. Este jueves, durante la inauguración, ya se ha plantado una pancarta amarilla reclamando la libertad de los mal llamados presos políticos en el National Mall, la emblemática explanada situada en el corazón de Washington, entre el Congreso y el monumento a Lincoln que acoge cada año este evento. Además, durante la ceremonia se ha interpretado ante todos los invitados una canción con menciones al deseo catalán de decidir su futuro, con pasajes como “queremos una tierra libre" o "nosotros decidimos".

La organización del certamen, que este año presenta como como culturas invitadas a Armenia y Cataluña, había tratado de evitar la politización de un evento al que acuden cada año millones de estadounidenses y turistas. Sin embargo, no era difícil adivinar que esto iba a ocurrir. El separatismo catalán lleva dos años preparándose para convertir esta cita, que se prolongará hasta el 8 de julio, en la oportunidad para enfangar la imagen de España en EEUU, algo en lo que llevan tiempo afanados.  

Cualquiera que eche un vistazo al programa oficial del certamen puede pensar que no hay motivo para tal alarma. Una cabalgata de gigantes y cabezudos, unas torres humanas frente al obelisco a Washington, debates sobre género y cultura popular, talleres de baile, música, clases de iniciación al catalán, arte cerámico, tradiciones del solsticio de verano, degustaciones de marisco y vino, dieta mediterrámnea, aranés… Ni rastro de independencia, presos políticos, represión y política en general.

Los independentistas exigen el cese de Morenés tras el incidente con Quim Torra

No obstante, el separatismo es experto en deslizar sus mensajes sutilmente para ir creando ese relato que en Europa ha empezado a calar y que en EEUU, pese a sus intentos, aún se les resiste.

Hay que mirar un poco más de cerca para empezar a encontrar la manipulación propia del procés, a veces magistralmente imperceptible, pero otras demasiado burda. Es el caso de lo que ha ocurrido con la revista que publica la prestigiosa institución organizadora, Smithsonian Magazine, que ha editado un artículo sobre la historia de Cataluña que, en varios párrafos, resulta desconcertante.

Pancartas del festival cultural que tiene lugar estos días en Washington D.C. Twitter

La historia 'fake' de Cataluña

En el reportaje se afirma que el Imperio Español incluía muchos “territorios” -término que se usa en EEUU para sus regiones no incorporadas a la Unión, como las Islas Vírgenes Americanas o la Samoa Estadounidense-. “Cataluña era sólo un territorio más, justo como los Países Bajos”, recoge el artículo. Otra perla menciona una supuesta cohabitación de monarcas en España. “A medida que el Imperio Español fue ganando poder en el siglo XVI y principios del XVII, Cataluña mantuvo sus propias instituciones políticas separadas (...). Cataluña no era gobernada por las leyes de Castilla, y el rey de España tenía que negociar con el rey de Barcelona cada año para recibir los tributos de la región”. 

El artículo incluye mucho más. La autora utiliza como fuente para estas afirmaciones una entrevista con Joan Ramón Resina, profesor en la Stanford University, amigo del procés, cuyos numerosos artículos de claro tinte independentista pueden encontrarse fácilmente tecleando su nombre en cualquier buscador.

Fernando Montilla es un valenciano que reside en Maryland, gerente de una empresa española que está abriendo mercado. Indignado, está intentando organizar una queja formal de los 3.200 miembros de un grupo de españoles en EEUU de Facebook. “Queremos hacer una encuesta y si la mayoría quiere, protestar por el reportaje. He hablado con el editor de la revista, Brian Wolly, pero no quiere rectificar porque dice que han verificado todo lo que han publicado. Entiendo que la explicación es la publicidad que paga la Generalitat. Si entras en la revista verás que está llena de anuncios del gobierno catalán”.

Montilla aclara antes de que se le pregunte. “No soy de ningún partido político y, de hecho, yo no tengo problemas en que se independicen los catalanes si quieren. Pero que no se inventen la historia. Es que es ridículo. Llegan a decir que los romanos crearon la provincia de Cataluña”.

El nacionalismo catalán lleva años actuando en EEUU, usando los recursos de la Generalitat para colar su discurso en las instituciones y la sociedad, buscando la oportunidad de convertirse en el movimiento reivindicativo de moda. Su objetivo es llegar a la población a través de los medios, algo que consiguieron gracias al eco de las cargas policiales del 1 de octubre, pero que se fue desinflando con el paso de las semanas y la bajada de la tensión informativa.

Ahora tienen la ocasión perfecta para volver a los titulares. El programado ‘espectáculo’ que montaron la noche del miércoles Torra y el resto de afines abucheando el discurso de Pedro Morenés, tratando de evitar que hablara y marchándose sin querer escucharle fue un nuevo intento que no cuajó. Primero, porque de momento sólo los medios españoles han recogido de forma destacada el incidente. Y segundo, porque la imagen que transmitió el nacionalismo catalán estuvo muy lejos de ese lema de la ‘revolución de las sonrisas’ con el que se vendían al principio. De hecho, según recoge La Vanguardia en su crónica de la cena, a Torra, a su consejera de Cultura y al resto de los que salieron del edificio en protesta, la seguridad no les dejó volver a entrar por haber organizado esos “disturbios” en el interior del museo. Tal fue la imagen que Morenés tuvo que salir escoltado del recinto por vigilantes del centro.

Dos semanas por delante

No obstante, todavía tienen dos semanas por delante para buscar la foto. La organización del festival ha lamentado lo ocurrido durante el intento de boicot a Pedro Morenés, aunque lo cierto es que el papel del certamen es digno de mención. Las simpatía mostrada por el director de la muestra, Michael Atwood, hacia el movimiento nacionalista ha sido evidente en los últimos años, a través de sus tuits y sus artículos en el blog del certamen. Además, tanto en sus viajes en Cataluña como en Washington se ha rodeado de colaboradores cercanos al independentismo, como Pablo Giori, especialista en el diálogo entre cultura popular y nacionalismo en Cataluña y Quebec, que ha aparecido en medios de comunicación posicionándose a favor del referéndum ilegal del 1 de octubre.

Atwood también se ha reunido con responsables de la Embajada de España, para garantizarles que el evento no se politizaría. El Gobierno, ni durante la aplicación del 155, fue capaz de meter mano en la organización.

Y estaban sobre aviso. Se conocía que Cataluña sería la cultura invitada desde 2016, cuando la muestra la protagonizó el País Vasco junto a California. El Gobierno autonómico, junto a las diputaciones forales y el Gobierno de Navarra, decidieron promocionarse como Euskal Herria. Lo hicieron con el lema Basque. Innovation by Culture, con un coste de a 1,2 millones. Aquella edición, en cambio, no levantó esta polémica.

No en vano, la Generalitat tiene un potente aparato en Washington, su delegación exterior, mal llamada embajada catalana, que durante años ha estado ejerciendo de lobby, a veces directamente y otras contratando empresas especializadas, con tal de lograr reuniones con congresistas o representantes, por muy insignificantes que fueran en la política norteamericana. Andrew Davis fue el ‘embajador’ catalán hasta que el 155 lo dejó sin cargo, algo que no le frenó. Ha montado una organización para fomentar las relaciones entre EEUU y Cataluña que continúa con la internacionalización del ‘procés’ mientras Torra reabre la delegación.

Pero además de estos recursos públicos, el independentismo está bien enraizado en EEUU. Numerosos catalanes que durante años permanecieron ligados al nacionalismo moderado han radicalizado sus posturas a medida que avanzaba el ‘procés’ desde las sus puestos en universidades, empresas e incluso medios de comunicación.

Por su parte, la Asamblea Nacional Catalana lleva tiempo trabajando sin descanso por ensuciar la marca exterior de España, un país que hasta ahora goza de una buena imagen pública entre los estadounidenses. La misión de la ANC es usar sus sutiles técnicas de manipulación, especialmente en las redes sociales, para cambiar esa percepción.

Esta organización secesionista montó una manifestación en Washington el día que Rajoy visitaba a Trump, con una estética pensada para despertar las simpatías del estadounidenses, con banderas americanas y una estatua de la libertad incluida. Allí acusaron a gritos a España de ser una dictadura “franquista” que no respetaba los derechos humanos y que no dejaba votar a Cataluña -así, sin matices-. Todo esto acompañado de proclamas de “Cataluña is not Spain”, críticas a Rajoy y hasta al periodista Francisco Marhuenda.

La coordinadora de la ANC en EEUU es Imma Caboti. Un simple vistazo a su cuenta de Twitter da pistas sobre el tipo de mensajes que difunde sobre España, siempre tratando de retratarla como un estado autoritario que reprime a Cataluña.

La manipulación de la ANC

Otra de las voces cercanas a ANC -estuvo presente en la manifestación de Washington- es Magalí Muria, mexicana y española, hija de exiliados españoles de la Guerra Civil procedentes de Cataluña, según explicó ella misma a este periódico. Ella aporta un buen ejemplo de la sutil manipulación que mencionábamos antes. En uno de sus últimos tuits hace referencia a la polémica con Pedro Morenés, tratando de desprestigiarle como embajador y presentarle casi como un ex traficante de armas. “An arms dealer was  Spain’s Secretary of Defense before becoming Ambassador in US! Pedro Morenés”. Atención al término escogido, “arms dealer”.

“Cualquier estadounidense que lea eso, lo primero que pensará es que hablamos de un comerciante ilegal de armas, un traficante. Para expresar que ese hombre trabajaba en la industria armamentística de defensa, legalmente, lo correcto sería decir que es ‘defense supplier’ o ‘defense weapons contractor’”, explica a EL ESPAÑOL un ciudadano norteamericano angloparlamente.

El cese de Morenés

Y precisamente es Pedro Morenés quien está ahora en un papel complicado, a pesar del respaldo que le ha brindado el ministro de Exteriores, Josep Borrell, y de haber logrado el aplauso de la comunidad española en EEUU por plantarle cara al nacionalismo.

Al embajador le quedaban dos semanas en Washington. Aunque aún no es oficial, en la Embajada ya sabían desde finales de la semana pasada que Morenés iba a ser cesado en un par de consejos de ministros. Incluso había comenzado a despedirse de algunos en la capital. Ahora que Torra ha pedido su destitución, aprobarlo podría ser interpretado como una cesión del Gobierno de Pedro Sánchez al independentismo.