Similitud 1. Fulminados por dos vídeos. 

Tanto Cristina Cifuentes como Màxim Huerta se resistieron en un primer momento a dimitir… hasta que un vídeo convirtió en insostenible su situación. El vídeo de la cámara de seguridad de un supermercado Eroski de Vallecas, en el caso de Cifuentes, y el de una entrevista de Pedro Sánchez en Tele5 –"si alguien en mi partido tiene una sociedad interpuesta para pagar la mitad de impuestos, estará fuera al día siguiente"– en el de Huerta. Ninguno de los dos podía justificar su permanencia en el cargo tras la retransmisión de esos dos vídeos.   

Similitud 2: Dimisiones retroactivas.

Huerta y Cifuentes se han visto obligados a dimitir por cuestiones ajenas al ejercicio de sus cargos. Ni el robo de dos cremas de supermercado por parte de la expresidenta de la comunidad de Madrid ni el fraude fiscal de Hacienda de Huerta se produjeron durante sus mandatos ni tenían relación alguna con su actividad como altos cargos políticos

Similitud 3: Políticamente inaceptables… pero legalmente cerradas. 

Tanto el robo de dos cremas como el fraude fiscal son actividades políticamente inaceptables y motivo de dimisión, pero ni son delito ni existía una causa abierta contra ellas en el momento de la dimisión de sus responsables. En este sentido y desde el punto de vista jurídico, la situación de Cifuentes y de Huerta era 100% legal cuando abandonaron sus cargos.

Similitud 4: "Todos lo hacen". 

En un primer momento, tanto Cifuentes como Huerta se defendieron de la misma manera: alegando que lo que ellos hicieron "lo hace todo el mundo". Algo falso en ambos casos, pero más en el de Cifuentes que en el de Huerta: la creación de sociedades interpuestas como método de fraude fiscal es, o era, frecuente entre profesionales de la comunicación del ámbito de la televisión. La ostentación de títulos falsos, pues a eso se refería Cifuentes, no tanto. 

Similitud 5: Víctimas de las presiones de la turba. 

Tanto Cifuentes como Huerta han tirado de plantilla para justificar su dimisión aludiendo a la presión de la prensa como motivo último de su dimisión. Es decir de "la turba". Obviamente, ninguno de los dos utilizó esa palabra durante su comparecencia frente a la prensa, sino otras similares. "Jauría" en el caso del ya exministro de Cultura, y "campaña de acoso y derribo" en el caso de la expresidenta de la comunidad de Madrid. 

Similitud 6: "Hice lo que me dijeron". 

Huertas ha descargado parte de la culpa de su fraude fiscal en los consejos de sus asesores, y Cifuentes lo hizo en su momento en los responsables de la universidad que le facilitaron su título de máster falso. Descargar la responsabilidad en un tercero, un conveniente hombre de paja, puede no ser la reacción más valiente –y honrada– imaginable, pero sí resulta bastante efectiva. A fin de cuentas, ¿quién no le ha hecho caso a alguien en algún momento de su vida, especialmente si ese alguien ostentaba una cierta autoridad en su terreno, sin pararse a pensar demasiado en las posibles consecuencias de aceptar ese consejo?

Similitud 7: Al presidente, ni palabra.

Tanto Cifuentes como Huerta le ocultaron al presidente del Gobierno —Rajoy en el caso de la expresidenta de la comunidad de Madrid y Sánchez en el de Huerta– la existencia de un muerto en su armario. En este sentido, ambos traicionaron a aquel que había confiado en un primer momento en ellos. Y si Cifuentes y Huerta ocultaron lo pequeño… ¿quién podía garantizar que no ocultaran también lo grande?

Similitud 8: Dimitidos pero inocentes.

Cifuentes negó hasta el último momento culpabilidad alguna en el caso de su máster falso. Huerta negó también durante su comparecencia cualquier asomo de culpa por su actuación: "Los inocentes prefieren irse antes de que cualquier sombra de sospecha les salpique". En política, como en la cárcel, todos son inocentes. 

Similitud 9: El eslabón débil.

Tanto Cristina Cifuentes, carcomida por el caso del máster falso de la universidad Rey Juan Carlos, como Màxim Huerta, un ministro heterodoxo y de lengua suelta, eran los respectivos eslabones débiles de los Gobiernos de Mariano Rajoy y de Pedro Sánchez. Cuando sus rivales políticos les atacaban no lo hacían tanto buscando su dimisión –que también– sino dañar al presidente que había confiado en ellos

Diferencia 1: Dos escándalos a uno.

El vídeo de la cámara de seguridad del Eroski de Vallecas es la gota que colmó el vaso de Cifuentes, pero el detonante de su caída no fueron esas imágenes sino su máster falso. En el caso de Huerta, el único motivo para su dimisión ha sido el fraude de 256.778 euros al fisco. 

Diferencia 2: Cifuentes quemó el campo de batalla. 

Más allá del hipotética daño que una dimisión tan rápida pueda acarrearle a la imagen del Gobierno de Pedro Sánchez, la caída de Huerta no deja mayor damnificado que él mismo. Cifuentes, sin embargo, dejó a los pies de los caballos a los responsables de la Rey Juan Carlos.

Diferencia 3: Dimisión fulgurante.

La dimisión de Huerta ha sido casi tan fulgurante como su paso por el Ministerio de Cultura: apenas unas horas han transcurrido desde que esta mañana saltara la noticia de su fraude hasta su posterior dimisión. Cifuentes, sin embargo, resistió durante semanas antes de dimitir. De hecho, y a pesar de sus afirmaciones en sentido contrario, no son pocos los que dudan que la expresidenta de la comunidad de Madrid hubiera llegado a dimitir de no ser por la viralización de su vídeo en el hipermercado Eroski. 

Diferencia 4: Pedro Sánchez sí ha demostrado iniciativa política. 

Mientras la dimisión de Cifuentes transmitió, por enésima vez, la imagen de un Mariano Rajoy incapaz de tomar la iniciativa política y despreocupado de los casos de corrupción de su partido, la de Huerta ha transmitido la imagen de un Pedro Sánchez con iniciativa e implacable, al menos de momento, con las actividades menos estéticas de los miembros de su Gobierno. Y, de hecho, tan sólo han transcurrido unos minutos tras la dimisión de Huerta hasta la noticia del nombramiento del nuevo ministro de Cultura y Deportes, José Guirao.