Desde que Igor el Ruso disparó sin éxito a matar a dos vecinos de Albalate del Arzobispo (Teruel) el 5 de diciembre hasta que asesinó a tres personas en Andorra nueve días después “ninguna prueba hacía indicar” que la primera tentativa de homicidio con un arma corta italiana y el triple ataque mortal lo hubiera cometido la misma persona. Este es el argumento que mantuvo el capitán responsable del operativo ante la juez de Alcañiz que instruye el caso y que le citó en sede judicial para que explicara dispositivo desplegado desde que Norbert Feher atacó por primera vez hasta que fue detenido ocho horas después de matar a sus últimas víctimas.

Cuando Feher asesinó a tres personas la tarde del 14 de diciembre en Andorra (Teruel) y se dio a la fuga con la pick up de su primera víctima y las armas de los dos guardias civiles asesinados, el capitán responsable de la seguridad de la zona “no sabe” quién activó la Operación Jaula para detenerlo, según consta en la declaración que mantuvo en sede judicial. Cuando la psicosis se apoderó de todo el Bajo Aragón, este oficial optó por trasladarse a Alcañiz, situado a 36 kilómetros del lugar donde se asentó la base de operaciones tras los asesinatos, para “notificar a las familias de los fallecidos lo que había ocurrido" y acompañarles "hasta que llegara el psicólogo”. Entonces, si el máximo responsable de la seguridad de la zona afectada no ordenó que se activara la zona para detener al asesino huido, ¿quién lo hizo?

La confesión de Igor el ruso

El oficial no supo “precisar” ante la juez “el momento exacto” en el que las unidades especiales solicitadas -miembros del Grupo Rural de Seguridad y personal del Grupo Antiterrorista y de la Unidad Especial de Intervención- llegaron al Bajo Aragón para cercar la zona. Como él no dio la orden para iniciar la Operación Jaula, deduce que “sería el general” de la zona quien pidió que las fuerzas especiales se desplegaran inmediatamente por el enorme peligro que corría en ese momento la población. Si el refuerzo llegó en convoyes o en helicóptero tampoco lo supo precisar porque “no estaba allí”. Lo que sí declaró es que miembros de la compañía de otras comandancias cercanas y personas de unidades especiales de intervención se personaron de “forma voluntaria” hasta el Cuartel de la Guardia Civil de Andorra para ayudar a atrapar a un asesino del que solo sabían la matrícula del vehículo con el que había huido y que iba armado.

Un protocolo "idéntico"

La gran pregunta que sigue perturbando a los habitantes del Bajo Aragón es por qué no se desplegó un operativo similar al de la noche del día 14 nueve días antes, cuando las dos primeras víctimas que consiguieron sobrevivir al zarpazo de Igor el Ruso relataron un escenario aterrador: un hombre con un arma atada a la mano se escondía en un masico de su propiedad y les disparó a matar.

El capitán mantuvo en sede judicial que tras aquellas denuncias activó el protocolo “que se hace habitualmente en toda España por hechos idénticos”. Sobre por qué el dispositivo de seguridad se multiplicó exponencialmente tras los crímenes entiende que “la autoridad que solicitara los apoyos de unidades especiales lo haría” porque habían muerto dos guardias civiles y “ello indicaba que el autor era peligroso”. Tampoco atinó a explicarlo con exactitud porque casi cinco meses después de aquella tragedia no sabe quién movilizó a los agentes especializados que participaron en el operativo.

La Comandancia de Teruel estaba al corriente

El capitán puso en conocimiento de la Comandancia de Teruel el dispositivo de seguridad desplegado en la zona tras la doble tentativa de homicidio. En su declaración ante la juez tampoco recuerda con certeza si elevó a sus superiores un detalle crucial: que aquellos disparos contra dos vecinos habían sido cometidos con un arma corta, aunque cree que “seguramente sí” desveló este dato porque “esos detalles se suelen dar”. Las órdenes que recibió de sus superiores, ubicados en la Comandancia de Teruel, es que “estudiara bien lo que sucedía, que hiciera un análisis, se coordinara con la Policía Judicial, realizara operativos pertinentes y solicitara apoyos convenientes”. Pero no siguió ningún protocolo porque no existe reglamento alguno que “obligue” a seguir una actuación u otra en un caso similar. “Se actuó con lógica”, aseguró ante la magistrada.

La casa de campo en la que Feher cometió su primera tentativa de homicidio fue rastreada la misma tarde de los sucesos. Un día después se supo que Igor el Ruso se escondió en otro masico a 300 metros del lugar en el que disparó. El capitán describió en sede judicial que los tres días posteriores destinó efectivos para buscar al autor de los hechos, pero como todo hacía indicar que “esa persona no estaba allí” no se engordó el dispositivo de búsqueda, aunque hubo patrullas uniformadas "que prestaban especial atención” a la zona. 

Con la llegada de otra oleada de robos en casas de campo el día 12 en el término municipal de Andorra se reactivó de nuevo el dispositivo, que quedó aparcado unos días porque no había denuncias. El capitán sabe que estos hurtos “crean alarma social” en municipios pequeños como los afectados, por eso ordenó de nuevo a agentes vestidos de paisano rastrear “sitios elevados” cuando caía la noche, “a ver si ven algo”. Pero no especificó el tiempo exacto que los agentes le dedicaron al caso cuando peinaron la zona las noches del 12 y 13 de diciembre.

Iranzo encabezó la comitiva hacia las cuevas

Durante la mañana del 14 de diciembre, el ganadero que horas más tarde fue asesinado por Feher puso una denuncia en el Cuartel de la Guardia Civil de Andorra al notar que habían robado en su masico. José Luis Iranzo dejó constancia en su denuncia que creía que podía ser “la misma persona” que había disparado a matar a dos vecinos unos días antes. El capitán se incorporó al dispositivo de búsqueda entonces y solicitó a la Comandancia de Teruel apoyo del GRS para extender el dispositivo. La solicitud la tramitó “telefónicamente”, pero ratificó que la Comandancia lo solicitó a Zaragoza “por escrito” para desplegar el día 15 “un dispositivo más amplio”. No dio tiempo porque Feher actuó antes.

El ganadero se ofreció a acompañarles a unas cuevas en las que intuía que podía esconderse el autor de los disparos y de los hurtos en masicos. El capitán aceptó que el civil formara parte de un rastreo esa misma tarde “porque conoce la zona un poco mejor”. Y quedaron a las 16.00 horas en el Cuartel de la Guardia Civil de Andorra. El capitán no fue capaz de recordar ante la juez si el civil, que iba solo y sin protección en su vehículo particular, encabezaba la comitiva que se disponía a rastrear la zona donde campaba el asesino desde hacía días. Es un importantísimo detalle que confirmó a la magistrada el alférez que viajaba con el capitán y dos guardias civiles de Andorra en el vehículo que seguía, justo detrás, al coche del ganadero. 

El oficial encargado del dispositivo no creyó conveniente ponerle protección al testigo, ni siquiera un chaleco antibalas, porque “no iba a participar en ningún dispositivo que pusiera en riesgo su vida”, según su declaración. Tras el vehículo del civil iba él con tres compañeros anteriormente citados. La comitiva la cerraban los dos miembros del Equipo Roca que un rato después fueron también abatidos a tiros cuando sorprendieron a Feher sacando sus pertenencias del pajar donde las escondía.

Los siete componentes de la comitiva que inspeccionaron la zona estuvieron juntos dos horas aproximadamente, hasta las seis de la tarde, cuando la noche caía y llegaba la hora en la que Feher salía de su escondite. El capitán agradeció personalmente la ayuda brindada al ganadero y los seis miembros de seguridad volvieron al cuartel de la Guardia Civil de Andorra. El máximo responsable de seguridad de la zona mantuvo en sede judicial que Iranzo “no dijo dónde iba" ni pidió "que le acompañaran" a ningún sitio. Justo a esa hora, el ganadero recibió una llamada telefónica de su padre para que fuera a buscarlo a su explotación ganadera, como hacían habitualmente. Lo que no sabían ni padre ni hijo es que Feher seguía escondido allí dentro, donde robó la noche anterior. Iranzo hijo llegó a su explotación, pero ni siquiera llegó a entrar: Igor el Ruso lo mató y le robó el vehículo con el que emprendió la huida. Fue precisamente su progenitor, que escuchó por última vez a su hijo decirle que “estoy con la Guardia Civil y ahora voy”, quien dio la voz de alarma al escuchar disparos.

Otro civil al frente, solo y sin chaleco

Todo sucedió tan rápido que cuando los seis miembros de seguridad llegaron al Cuartel de Andorra recibieron antes de entrar en la Comandancia una llamada de Teruel con el aviso de auxilio del padre del ganadero. “Llaman para que se desplacen al Mas del Saso porque había llamado Iranzo diciendo que había escuchado unos disparos”, describe el capitán ante la juez. Incomprensiblemente, ninguno de los seis efectivos de seguridad de la zona sabía subir hasta el lugar, situado a diez minutos de donde se despidió la comitiva. Para llegar hasta el lugar donde se habían escuchado disparos decidieron volver a llamar a otro vecino para que les guiara de nuevo. La comitiva para acceder a la zona donde Igor el Ruso en esos momentos cargaba sus pertenencias se desplazó con el mismo modus operandi: el civil con su vehículo particular, solo y sin chaleco iba delante; el coche escoltado era el Pathfinder en el que viajaba el capitán, el alférez y dos guardias civiles y en último lugar se situaba el Terrano que transportaba a Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero.

Una vez que enfilaron el camino, observaron a mano izquierda un coche con las luces encendidas. El capitán ordenó a la pareja del Equipo Roca que cerraba la comitiva que se desviara para comprobar el vehículo. Los dos coches que quedaban fueron hacia “el Mas del Saso”, pero nadie especificó al vecino que hizo de guía que el grito de auxilio lo había pedido Iranzo, propietario de una explotación que el testigo conoce como la palma de su mano. Llegados a un punto, ordenaron al civil que volviera a su casa y retrocedió el camino andado, pasando otra vez solo y sin protección a escasos metros del asesino. El coche oficial en el que viajaba el capitán y sus tres acompañantes se equivocó de camino y no fueron capaces de encontrar el punto desde el que el padre de Iranzo había solicitado ayuda.

Al no localizar al ganadero fallecido ni a su padre, que se escondió tras unas alpacas para protegerse, decidieron recoger a sus compañeros. Había un único coche con las luces puestas, pero ya no era la pick up con la que Feher huyó, sino el Terrano del Equipo Roca, que estaban en “estado crítico” y por eso decidieron transportarlos en sus propios vehículos hasta el centro hospitalario más cercano. Nada se pudo hacer por salvarles la vida. “Estaba todo muy oscuro. Si la persona que había hecho eso estaba allí eramos presas fáciles”, describió el capitán para justificar su repentina marcha. Justo al mismo tiempo, otra patrulla encontró el cuerpo sin vida del ganadero, que yacía a las puertas de su explotación ganadera, y decidieron dejarlo allí "porque las comunicaciones no funcionaban", recoger a su padre y ayudar a transportar a los guardias civiles hasta el centro hospitalario más cercano.

"En esta zona se magnifica todo"

En la puerta del Centro de Salud de Andorra, el padre del ganadero alertó de que “a mi hijo lo han dejado tirado en la puerta” de la explotación y el capitán envió al alférez y a dos guardias civiles a que “se dirijan al masico de Iranzo a ver qué ocurre”. Él se quedó en el recinto hospitalario sin notificar que había un tercer fallecido en el lugar del crimen, según ya habían descrito los dos guardias civiles que recogieron al padre del fallecido de la explotación. “Al poco tiempo llegaron con el cuerpo sin vida de José Luis Iranzo”, reconoce el capitán. Antes de concluir una declaración que se prolongó durante más de tres horas, el oficial de Alcañiz mantuvo que en los 29 años de servicio “nunca he visto un dispositivo tan extenso” como el que se activó tras el triple crimen. Pero si volviera a pasar algo similar, asegura que actuaría "de la misma manera”. El capitán considera que fue "meticuloso" y que hizo las cosas "con mayor rigor si cabe" porque "en esta zona se magnifica todo, más que en otras zonas de España porque las poblaciones son pequeñas". El balance final fueron tres asesinados y dos heridos de bala.

Igor el Ruso fue detenido la madrugada del 15 de diciembre en Mirambel, a 72 kilómetros del lugar del crimen. Estaba dormido al lado de la pick up del ganadero y no opuso resistencia cuando le dieron el alto. Llevaba consigo tres pistolas y algunas de sus muchas pertenencias, aunque se dejó algunos bultos en el pajar en el que tardaron un mes y medio en encontrar la pistola que dejó escondida bajo una escalera. Casi cinco meses después del triple crimen sigue siendo un misterio qué hizo durante las ocho horas que duró su huida y si alguien le dio cobertura antes y después de los asesinatos.

Noticias relacionadas