Un detalle suele llamar la atención al observador desprevenido durante las manifestaciones estudiantiles que se suelen convocar regularmente en apoyo del proceso independentista. Se trata de las banderas LGBT que se mezclan con las esteladas como si ambas simbolizaran causas siquiera remotamente conexas.

La relación del movimiento LGBT con el nacionalismo catalán, un movimiento burgués, racial, conservador en lo moral y básicamente rural, es decir carlista, es inexistente. Oriol Junqueras es católico practicante y las raíces de la CUP son las mismas que las de la CiU de Jordi Pujol, Artur Mas y Carles Puigdemont: el beato capillismo montserratino y las asociaciones excursionistas de xiruca y espíritu kumbaià. Agua y aceite. Pero ahí están esas banderas.

Si los jóvenes que se manifiestan con banderas LGBT creen que Colau convertirá la Cataluña independiente en paraíso de derechos sociales, ella no será quien les corrija

El detalle no ha debido pasarle desapercibido a la Ada Colau que el sábado apareció en Sálvame Deluxe hablando de una supuesta antigua novia italiana. La misma Ada Colau que en abril de este mismo año dio el visto bueno a la creación de un fichero informático que incluyera datos personales (tendencia sexual, historial médico, ideología política, presencia en redes sociales o creencias religiosas) de los agentes de la Guardia Urbana investigados por la Unidad de Deontología y Asuntos Internos de ese cuerpo. Un fichero que el sindicato CSIF denunció por atentar contra los derechos fundamentales de los agentes.

Pero todos los votos cuentan y si los jóvenes que el 21 de este mes votarán por primera o segunda vez en su vida creen que la futura Cataluña independiente será un paraíso de los derechos LGBT gracias a Ada Colau y su partido, no será ella la que les saque del engaño.

La misma legitimidad que el PP

La salida del armario de Ada Colau tiene un único motivo: la desesperación. A Xavier Domènech, el candidato de Pablo Iglesias y Ada Colau para el 21-D, las encuestas le dan pocos más votos y escaños de los que obtiene el PP. Una humillación para una coalición que ha hecho bandera de la supuesta falta de representatividad del PP en Cataluña. El papel que el independentismo le ha asignado a Catalunya En Comú Podem no es otro que el de actuar como muleta tras las elecciones. Pero hasta para eso hace falta una cantidad mínima de votos que disimule el hecho de que vaya a ser el quinto o sexto partido del Parlamento catalán el que ponga o quite Gobierno.

La apariencia de representatitividad, en definitiva, es importante. Sólo hace un mes que Ada Colau decía “la última fuerza política en Cataluña es la que nos está gobernando”. En realidad, la última fuerza política en Cataluña es la CUP y el demonizado PP tenía antes de la disolución del Gobierno de la Generalidad los mismos escaños (11) que el partido de Colau e Iglesias. Pero el eslogan ya había sido lanzado: el PP no tiene legitimidad en Cataluña y Catalunya En Comú Podem, sí.

Si hay que sacrificar a los catalanes, se sacrifican

Ada Colau llegó a la alcaldía de Barcelona con 11 concejales de un total de 41 y con 170.000 votos en una ciudad de un millón y medio de habitantes. Ahora aspira a gobernar Cataluña (Xavier Domènech es poco más que un candidato de transición hasta el desembarco de Colau en la Generalidad) con un apoyo todavía menor gracias a la división entre el bloque independentista y el constitucionalista.

Lo único que se discute son los tiempos. ¿El plan? Dejar gobernar al independentismo hasta que se haga evidente su fracaso o el PP los desescombre, aplicación del 155 mediante. Mientras tanto, atacar a aquellos que cargarán con el desgaste de hacer el trabajo sucio (Gobierno, PP, Ciudadanos y PSC) y esperar a que el que el cansancio del independentismo aboque a sus votantes a una fuerza teóricamente equidistante: la suya.

La operación Domènech

Se está hablando mucho en Cataluña durante los últimos días de esa operación Domènech que habrían planificado al alimón Ada Colau, Pablo Iglesias y Jaume Roures y que consiste básicamente en un chantaje: o el candidato de Catalunya En Comú Podem es investido presidente o Ada Colau y Podemos condenan a Cataluña a una repetición de las elecciones.

Pero esa horquilla de 8-10 diputados de un total de 135 que le dan todas las encuestas es a todas luces insuficiente para llevar hasta la presidencia al quinto o el sexto de los candidatos en número de votos. A día de hoy, el plan A de Catalunya En Comú Podem es darle la Generalidad al independentismo y gestionar el caos resultante jugando a una equidistancia que no sería tal y con la vista puesta en las siguientes elecciones autonómicas.

El objetivo final es romper el pacto entre españoles plasmado en la Constitución, y si para conseguirlo hay que sacrificar a los catalanes, los catalanes serán sacrificados

Y eso sin importar que empresas, turistas e inversiones sigan huyendo de Cataluña durante varios años más por la inestabilidad política y el desarrollo de la segunda fase del procés independentista. El objetivo final es la ruptura del pacto del 78 y si para alcanzar ese objetivo el precio a pagar han de ser los catalanes, nacionalistas o no, Ada Colau y Podemos lo pagarán gustosos.

Ni es la primera vez ni será la última

No es la primera vez que Ada Colau utiliza la carta sexual en beneficio propio. Tras el referéndum del 1 de octubre, Ada Colau acusó a policías nacionales y guardias civiles de unas indeterminadas "agresiones sexuales". La alcaldesa no ha presentado ninguna prueba más allá del testimonio de una ciudadana cuyas acusaciones se demostraron falsas pocas horas después.

“Ada Colau diría que es el toro que mató a Manolete si con ello pudiera sacar beneficio propio”, dice Miguel Alba en este artículo. La frase es de un antiguo compañero de Colau en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Que Ada Colau sea realmente bisexual o se lo haya inventado para rascarle unos cuantos miles de votos a la abstención, al PSC o a ERC no tiene en realidad ninguna importancia. Sí la tiene un plan que va mucho más allá de ese oportunismo populista en el que tanto ha destacado la alcaldesa de Barcelona durante toda su carrera política y que pretende sacrificar a los catalanes en el altar de sus ambiciones políticas.