Seis de diciembre. Día de la Constitución. Alcobendas. Plaza Mayor. Doce de la mañana. 12 grados.

-¡Españoles! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, con lealtad al Rey y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?, grita un militar.

-¡Sí, lo hacemos!, responden 300 personas al unísono.

Acto seguido, con paso y marcha militar los jurandos desfilan para besar la bandera de España. 

-¡Qué emoción!

-¡Esto es la pera, chicas!, dice un grupo de amigas de la tercera edad, emocionadas.

El día que yo, a mis 24 años, fui a inscribirme para jurar bandera -las cosas del periodismo- pensé en mi abuelo llamándome "facha" por llevar una pulserita con la rojigualda. Tenía 12 años y la bandera no me importaba nada. Sólo quería ir a la moda. Mi abuelo representaba a una generación -varias más bien- que identifican los símbolos nacionales con el franquismo o con la derecha más recalcitrante. Hoy a mí, la bandera no me dice ni lo más mínimo. 

Durante los últimos meses comencé a ver en mis timelines a decenas de personas jurando bandera. Que conste que en mis redes sociales hay de todo, pero el volumen de jurandos era significativo. El olfato le decía a una que algo tenía que ver aquello con Cataluña, aunque después de ver miles de banderas en los balcones y unas cuantas manifestaciones, el olfato tampoco tenía que esforzarse mucho. El Ministerio de Defensa me lo confirmó: en 2017 las cifras "son muy elevadas con respecto al 2016".

Pero, ¿qué es una jura de bandera? Para explicar, nada mejor que vivir. El miércoles me presenté a las 11 de la mañana en la Plaza Mayor de Alcobendas para jurar la bandera con la Brigada Guadarrama 12 del Ejército de Tierra. Más de 300 personas habían decidido ese día jurar lealtad a España y declarar que están dispuestos a dar su vida por su país si fuese necesario. 

Cuando un civil jura la bandera se compromete a defender a España. Brigada Guadarrama XII

"Esto no es un acto simbólico"

A media mañana, el Ayuntamiento de la localidad madrileña -uno de lo municipios con la renta bruta más alta de España- ya está en plena ebullición. Los cientos de jurandos nos agolpamos ante los voluntarios que organizan el evento para que nos indiquen qué hacer.

El ambiente es de nerviosismo, expectación y, sobre todo, emoción. Este 6 de diciembre no es un día cualquiera. Los protagonistas han sacado sus mejores galas, cada uno en función de sus posibilidades -ahí se mezclan abrigos de visón y chaquetones de los chinos- para celebrar "uno de los días más importantes de sus vidas", como dice el militar que nos organiza.

"Esto no es un acto simbólico", advierte un militar con galones. Y mis compañeros de jura asienten emocionados. Una vez que la plaza de Alcobendas está dispuesta para el acto, los jurandos nos reunimos en una esquina. Debemos estar formados, pero prima la desorganización. Un mando pregunta: "¿Les alineo?", a lo que todos responden divertidos: "¡Síííííííí!". "¡Así recordamos!", gritan algunos hombres entrados en edad.

En el grupo hay perfiles de todo tipo: la edad media es de unos 40 años, pero sorprende la cantidad de gente joven, grupos de veinteañeros de chicos y chicas. También matrimonios jóvenes, personas mayores y padres con hijos. Hay de todo. Ligeramente hay más hombres que mujeres.

-¡Viva España! ¡Viva el Rey!

Grita la multitud emocionada. "Pero esto hay que gritarlo durante todo el año", replica uno con gesto enfurruñado. "Tenemos que ser patriotas siempre", le responden.

El día de la Constitución 300 juraron la bandera en Alcobendas. Brigada Guadarrama XII

"Que venga Puigdemont a jurar la bandera"

"Qué bonito está todo, qué bandera tan preciosa", dice una señora de unos 70 años, mientras se queja de que en muchos actos institucionales -"sobre todo cuando gobierna el PSOE"- no haya banderas: "Estamos en una España constitucionalista de bandera y cuando cambie el sistema pues vendrá otra y también la respetaremos", le explica a sus amigas.

"¿Visteis ayer a Pedro Sánchez?", pregunta un señor mayor. "Iba [en el funeral del socialista Manuel Martín] con un jersey rojo, qué sinvergüenza, hijo de Satanás". "No digas eso", le recrimina su acompañante. "Digo lo que pienso, además ya lo puse ayer en Facebook".

Pero durante la espera hay un tema de conversación predominante. Una y otra vez suena  por todas partes el nombre del expresident de la Generalitat: "A Puigdemont le han dado un buen golpe". "Que no lo metan en la cárcel, que lo traigan aquí a jurar bandera para que vea lo que es bueno". "Gracias a él la gente ya se atreve a sacar la bandera a la calle".

Lo primero que se hace durante la jura es izar la bandera solemnemente después de que la Escuadra de Gastadores entre formando en la plaza al son de la banda de la Brigada. La emoción de los asistentes es palpable: "¡Qué bonito, qué bonito!". Una vez izada la bandera, una segunda formación, más numerosa, entra en escena y desfila. Para sorpresa de algunos hay "muchas chicas y sudamericanos". "¿Qué te crees? Nuestro Ejército es diverso, como nosotros", replican.

Entre los asistentes y los jurandos están los representantes de la corporación municipal y miembros del Gobierno de la Comunidad de Madrid, según explica un militar. "Carmena no sería capaz de venir aquí", comenta una de las asistentes, desencantada.

"A mí la música militar me pone a 100"

A escasos segundos de que comience el recorrido que nos llevará a los jurandos a besar la bandera, llega el momento más esperado: el compromiso verbal.

- "¡Españoles! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, con lealtad al Rey y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?", grita un militar.

- "¡Sí, lo hacemos!", gritamos al unísono los jurandos.

"¡Esto es lo mismo que dice Dora la Exploradora", dice una asistente mientras comienzan las marchas militares. 

El General jefe de la Brigada Guadarrama XII durante su intervención.

- "A mí la música militar me pone a 100".

- "Es que los tambores son lo más".

Los primeros jurandos comienzan a ir, ordenadamente, hacia la bandera para mostrarle su respeto o besarla. "Chicas, mucha tranquilidad", se dice un grupo de amigas entre ellas. "Papá, tranquilo, no te emociones que tienes que ir andando normal, no haciendo marcha", le explica una hija a su padre que, con brillo en los ojos, mira a los militares.

Uno tras otro los 300 besamos la bandera de España en una fría pero soleada mañana de Alcobendas. Las caras, serias cuando se aproximan a la enseña. Pero de vuelta cambian: se tornan en satisfacción. Los jurandos están contentos, se abrazan y contestan con vivas sonoros a los "¡Viva España! ¡Viva el Rey! Viva la Constitución!" que ponen el colofón a la ceremonia.

"Este es uno de los momentos que ha sido o será más relevante en la vida de cualquier español: el momento en que se compromete a defender a su patria", explica el general de Brigada.

La democratización de la patria

Este 2017 pasará a la historia como el año del mayor desafío a la unidad de España, como consecuencia de golpe separatista catalán. Y lo que demuestran las cifras es que, tras ese desafío, España ha vivido un renacer patriótico que, por primera vez en 40 años, no está ligado al franquismo -ni al fútbol-. Lo prueban las juras de bandera -más de 70 este año a lo largo de toda la geografía nacional- o los millares de rojigualdas que han asomado en las fachadas del país. Las enseñas se agotan en las tiendas.

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"El sentimiento patriótico español, que antes se asociaba al franquismo, ha resurgido ante el embate catalanista como símbolo de unión, como algo que genera adhesión y del que merece la pena formar parte", explica el profesor de la Universidad de Navarra Alejandro N. García. "Hemos comprendido que pertenecemos a un proyecto colectivo que merece la pena por sí mismo y del que nos podemos sentir orgullosos. Hace menos de una década si llevabas una bandera de España eras un facha, poco a poco ha habido una transformación y cada vez más gente se pregunta: '¿por qué no tengo razones para estar orgulloso de mi país?'".

Las trescientos de Alcobendas quizá se hayan hecho esa misma pregunta, quizá el procés les haya animado a jurar lealtad a España y a comprometerse a dar su vida por ella. Lo han hecho acompañados de la Brigada que acogió a las Unidades de la antigua División Acorazada Brunete, la misma en la que se gestó el golpe de Estado del 23-F. El primer gran intento de tumbar la democracia.

-"Que nos monten en autobuses y  Cataluña, verás como no hay más referéndums". Bromea alguien antes de gritar: "¡Viva la Constitución!".