Veinte años después, Ermua vuelve a salir a la calle por Miguel Ángel Blanco. Los vecinos que tomaron parte en las movilizaciones contra el secuestro y asesinato del edil del PP alzan la voz por su recuerdo y por el espíritu que recorrió la sociedad en aquellos días.

"Ahí se nos terminó el miedo y empezaron a sentirlo los de Herri Batasuna. En un pueblo como Ermua nos conocemos todos y, cuando todo el pueblo estaba en su contra, se nota. Se notaba cuando pasábamos en manifestación frente a sus locales", cuenta Arantza, una mujer de 39 años, en declaraciones recogidas por Efe.

Esta mujer no tenía más de 19 años la tarde en que, mientras disfrutaba de varios actos del programa de fiestas patronales en la plaza Cardenal Orbe del municipio vizcaíno, supo que un edil popular de Ermua había sido secuestrado. La incredulidad recorrió el pueblo: ETA lo tenía en sus manos y amenazaba con matarlo.

La parlamentaria de EH Bildu, Maddalen Iriarte, participa en el homenaje en Ermua a Blanco. Luis Tejido EFE

Uno más del pueblo

"Al principio no nos lo creíamos y, cuando nos dijeron que se le habían dado 48 horas de vida, fue cuando comenzamos a movilizarnos", destaca la señora, madre de dos niñas de 10 y 5 años.

Dos chicos de este municipio que acaban de terminar tercero de ESO en el Instituto de Ermua y que caminan por el municipio con ropa deportiva comparten la misma opinión. Ellos no habían nacido, lo que saben se lo han contado sus familias. "A mí me parece bien que se le homenajee, porque fue una persona del pueblo a quien mataron", asegura uno de ellos.



Darío, un jubilado de Ermua, recuerda también que, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, Herri Batasuna tardó "mucho tiempo" en volver a salir a las calles de este municipio. Porque, antes, estaban siempre en las calles, en los bares, en las fiestas. El cruel asesinato, los dos tiros en la nuca al concejal de 29 años, removió conciencias.

HB tuvo miedo por primera vez

"Por cualquier cosa había manifestación de Herri Batasuna. En fiestas, en las charangas, siempre había... Pero después de lo de Miguel Ángel, durante unos años ya no las hicieron. Como eran pocos, los de Herri Batasuna cogieron miedo", dice el jubilado.

Mari Ángeles, otra jubilada residente en Ermua pero natural de Galicia, evoca las escenas "horribles" que se vivieron cuando, una multitud de vecinos, reclamaban con desesperación la puesta en libertad de Miguel Ángel Blanco. Su residencia estaba llena de personas, la gente lloraba y algunos vecinos seguían a viva voz lo que narraba la radio. El concejal, en esos momentos, seguía vivo. Por poco tiempo. 

Las ventanas de los edificios de Ermua no muestran ya los crespones negros que hace 20 años evidenciaron la condena del pueblo de Ermua a ETA. La preocupación de los residentes ya es otra. En su lugar, pueden verse en algunas ventanas banderas amarillas con un lema en favor de la acogida de las personas refugiadas. Los tiempos cambian, pero el espíritu de Ermua no.

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