José María Aznar volvió ayer después de muchos años a la Residencia de Estudiantes, a la que acudía frecuentemente cuando era presidente del Gobierno (1996-2004), para inaugurar el segundo curso de su flamante Instituto Atlántico de Gobierno (IADG). El ex presidente siempre entendió, sobre todo en su primera legislatura, que había gestos de un jefe de Gobierno que eran indispensables para promover la convivencia democrática de los españoles: eso motivó su reivindicación de Manuel Azaña, por ejemplo, o la rehabilitación de la Institución Libre de Enseñanza.

En enero de 1999, Aznar, a través de su ministra de Educación, Esperanza Aguirre, consiguió que el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, costeara la recuperación de la llamada “Edad de Plata” de nuestra Literatura (1868-1936) para el Archivo Virtual de la Cultura Española. El acuerdo se firmó en la sede de la Residencia de Estudiantes. La anécdota de la jornada, que a Aznar todavía le provoca una sonrisa, fue que el ya desaparecido Emilio Botín se confundió desde el principio y comenzó a referirse a la “Edad de Piedra” de la Literatura española y nadie fue capaz de sacarle de su error.

Quienes aman la verdad deben aprender a tener paciencia y confiar en los efectos clarificadores del tiempo

Este martes, Aznar se cuidó mucho de no hacer comentarios sobre la coyuntura política. En su nuevo estilo personal, el ex presidente sólo quiere hablar de política a través de los editoriales de los Cuadernos de FAES. La única frase con cierto alcance que salió de su boca tuvo que ver con el paso del tiempo. Mientras hablaba de Cuba, dijo que "quienes aman la verdad deben aprender a tener paciencia y confiar en los efectos clarificadores del tiempo. Pero no porque el tiempo dé o quite razones, no porque el tiempo ponga a cada uno en su sitio y no porque el paso del tiempo sea el mejor juez, sino porque lleva algún tiempo juzgar la historia, poner a cada uno en su sitio y dar y quitar razones. Esto que vale para la Cuba de hoy, vale para la vida en general”.

Acto seguido le ofreció la palabra a Manuel Pizarro, economista y político, presidente de la comisión de auditoría y control de El Corte Inglés, quien disertó sobre las instituciones. En la parte medular de su discurso, Pizarro subrayó que, a su juicio, el Muro de Berlín no cayó por la reforma política (“perestroika”) sino por la “transparencia” (“glasnost”) que permitió a los europeos del Este ver que otros vivían mucho mejor. “El socialismo cae por su propia ineficacia”, dijo. “Pero la economía de mercado cae por la corrupción”, sentenció.

Es en la economía de mercado el único terreno donde ahora quiere jugar Aznar. El ex presidente se siente muy identificado con el espíritu emprendedor. Sus contactos internacionales le han permitido convertirse en accionista de varios proyectos globales conectados con Silicon Valley y que tienen que ver con el desarrollo de la inteligencia artificial.

Aznar quiere que la nueva FAES sea marcadamente liberal, sin las veleidades socialdemócratas que Rajoy introdujo en el PP

La política también le parece a Aznar un campo propicio para el emprendimiento, pero sólo quiere estar presente a través de dos proyectos y siempre con una mirada empresarial: uno es el Instituto Atlántico, una sociedad privada de carácter educativo y con fines de lucro “que no tiene ideología, pero sí un ideario democrático”. El ex presidente está contento con este proyecto, ve que el programa presencial está consolidado y quiere que en 2017 se termine de afianzar su master online.

Su otro proyecto es FAES, la fundación que él creó para el PP, fusionando todos los think tank de la derecha española, y que ahora ha decidido independizar del partido. Aznar está convencido de que una FAES independiente tendrá mayor autonomía de vuelo que otra que actuaba como pez piloto del partido y se veía abocada a financiarse con recursos públicos. Al frente mantiene a Javier Zarzalejos, uno de sus colaboradores más fieles, quien tendrá la misión de adaptarla a la captación de fondos privados y al mecenazgo. Y el ex presidente quiere que FAES se convierta en un centro de pensamiento de marcado cuño liberal, sin las veleidades socialdemócratas que Rajoy ha cultivado con éxito en el centroderecha español.