Daniel Montero Alejandro Requeijo

Fue el pasado jueves cuando Francisco Correa comenzó a cantar el rock de la cárcel. Ese que pone al PP contra las cuerdas y a varios de sus responsables históricos un paso más cerca de acabar entre rejas. La suya es una copla de lujo y gomina de espaldas de Hacienda. Compases que narran cómo un pequeño chico que empezó de botones en un hotel junto a la estación de tren de Príncipe Pío terminó codeándose con los hombres que deciden el rumbo de España. Y compartiendo después celda y banquillo con alguno de ellos.

Contaba Correa ante los jueces cómo su relación con el PP arrancó gracias a Luis Bárcenas y Francisco Álvarez Cascos. Uno era el señor del dinero, mientras el otro ejercía de secretario general del partido. Poco importó entonces el pasado de Correa como exiliado político, y el hecho de que su padre, zapatero de profesión, tuviera que exiliarse a Casablanca para vivir bajo el protectorado francés con la llegada del régimen franquista. Allí nació Paco un 31 de octubre de 1955.

Francisco Correa en una cena en La Habana.

Fue el 6 de abril de 1970 cuando el empresario fichó por primera vez por una gran empresa: Viajes Meliá. La firma tenía una sucursal cercana al hotel donde Correa comenzó a trabajar con 12 años y tras anunciar una vacante, contrató al joven que se presentó junto a su puerta, hablando francés y con cierta experiencia en el sector de los viajes. Fue allí donde Correa aprendió sus primeras nociones sobre la organización de eventos. Y donde despuntó por primera vez como empresario. Con 29 años, el líder de la Gürtel se marchó a París como delegado comercial de Viajes Ecuador. En España dejó a su primera mujer, a la que conoció cuando ella tenía 16 años mientras organizaba su viaje de fin de curso a Palma. En 1983 aparece la primera mención de Correa en los medios de comunicación. Fue en el programa Protagonistas, liderado por Luis del Olmo, que le entrevista para conocer la realidad del sector de los viajes. 

En 1984, Correa tenía ya incluso chófer propio, un portugués contratado por su empresa y que llevaba por nombre Antonio Cardoso. Tras volver a Madrid, Correa pasó por la firma Wagon-Lits, cuya oficina lideró durante cinco años. Fue en 1989 cuando decidió dejar el despacho que tenía en la calle Marqués de Urquijo de Madrid para establecerse por su cuenta. Apareció entonces el germen de la Gürtel. La primera sociedad controlada realmente por Correa, con su nombre en el adn: Formación, Comunicación y Servicios (FCS) se llamaba la empresa, al igual que las siglas de su único dueño. 

Dinero en las olimpiadas

Fue entonces cuando el empresario entró en contacto con el Partido Popular. Según su propio relato ante los jueces, Correa contactó con Luis Bárcenas gracias a un amigo y sedujo a Alvarez Cascos presentando un presupuesto 60.000 euros inferior a sus competidores en un acto de campaña. Era el año de las olimpiadas. 1992, donde el maná público regó España también con la Expo y donde las empresas de eventos trabajaron a destajo. Con el dinero ahorrado, Correa decidió promover un edificio en el distrito de Arganzuela. Fue su ruina, cuando se enteró de que el constructor que había contratado se marchó con el dinero y le dejó sin fondos.

Tras responder con su patrimonio a los acreedores, el principal imputado en la Gürtel decidió crear una nueva estructura empresarial, y poner los bienes que amasaba a nombre de terceros. 1994 fue el último año en el que Correa cotizó a la Seguridad Social. De hecho, cuando el empresario organiza el primer viaje personal para Álvarez Cascos, entonces vicepresidente del gobierno (1996), la empresa -llamada Easy Concept- estaba abierta a nombre de su mujer.

Cascos quedó tan encantado con la forma de trabajar de Correa que le recomendó junto a Bárcenas para organizar las campañas del PP gallego (1997) y las autonómicas vascas (1998). Comenzaron entonces las rivalidades con Miguel Angel Rodríguez, que además de periodista era portavoz del Gobierno para José María Aznar y no veía con buenos ojos que el empresario copara con sus empresas los actos de comunicación de campaña. Fue bueno para Correa que Rodríguez dejara la política activa para dedicarse a presidir Carat España.

Francisco Correa en su despacho de la firma Wagon-Lits.

El empresario consiguió así facturar sin ser detectado por Hacienda y volver a prestar servicios para el Partido Popular. Para garantizar sus fondos y de forma paralela, creó en 1997 su primera estructura el paraísos fiscales, llamada Pacsa Límited y abierta en la Isla de las Nieves con el código 7650. El contrato de fiducia fue firmado por José Luis Izquierdo, el hombre del pen-drive con la contabilidad B codificado bajo la palabra "bruja", que ahora también se sienta en el banquillo y prestará declaración en los próximos días 

El refugio de Madrid y Valencia

Fue en 2001 cuando las empresas de la Gürtel organizaron por primera vez la cita del llamado Clan de Becerril, ese núcleo de jóvenes dentro del PP que crecían a la sombra de José María Aznar. Años antes, Correa entabló buena relación con Alejandro Agag, asesor del partido y una de las personas más cercanas al presidente. Tanto que terminó casándose con su hija, con Correa como testigo. Fue en 2002 en la Basílica del Monasterio del El Escorial. Antes, Agag recomendó a Correa a dos personas que ahora también esperan sentencia. El primero fue su ex socio y amigo Jacobo Gordon, el primer arrepentido en declarar en este juicio. El segundo es Alvaro Pérez, que se convirtió en uno de sus empleados de confianza.

Francisco Correa junto al ministro Arias Cañete.

En 2003, las empresas de Correa alcanzan uno de los hechos más importantes en su relación con el PP: son elegidos para coordinar la campaña de las elecciones generales junto al despacho de publicistas de McCann Herikson. En esas fechas es ya Mariano Rajoy el candidato y Luis Bárcenas el responsable de negociar el acuerdo. Un año después, comienzan a aparecer en prensa los primeros reportajes peyorativos sobre sus negocios, Rajoy se hace con el control del partido y Correa se ve relegado a las zonas donde todavía reinan dos seguidores del aznarismo con mando en plaza: Madrid, con Esperanza Aguirre a la cabeza, y Valencia, con Francisco Camps como presidente. 

A partir de aquí, los negocios de la red de Correa se extendieron también a los ámbitos fuera de la política, con tratos inmobiliarios de alcaldes como Jesús Sepúlveda, exmarido de Ana Mato, o inversiones financieras junto a otros políticos de renombre. Regalos, contratos amañados, las ferias de Fitur o la visita del Papa son otras de las investigaciones que la Audiencia Nacional tiene todavía abiertas. Pero eso será para otro juicio. En esta primera causa, las investigaciones abarcan solo hasta 2005. Un tiempo más que suficiente para comprender el ascenso y caída de aquel niño que un día fue botones.