Santiago de Compostela

El pasado 26 de mayo de 2018 un nutrido grupo de ultras del Real Club Celta de Vigo se presentó en Bar Mirambel, en la parroquia viguesa de Coruxo, con la intención de agredir a unos aficionados del Mérida que se encontraban allí con motivo del partido de vuelta del playout para salvarse del descenso a Segunda B.

Al filo de las 13.45 horas irrumpieron en el local, algunos de ellos con el rostro cubierto total o parcialmente con pasamontañas, capuchas y bufandas y, portando palos, bates de béisbol y piedras, preguntaron dónde estaban los aficionados del equipo extremeño.

Lo que sucedió a continuación fue un auténtico caos: los ultras rompieron todo tipo de efectos, desde botellas y vajillas hasta mesas y sillas, pasando por una televisión o varios cristales del local, a la vez que también clavaron cuchillos en la pared.

Los aficionados del Mérida, entre los que había familias con niños allí presentes, se llevaron la peor parte, con varios de ellos presentado heridas que iban desde un corte el tabique nasal a varios traumatismos craneoencefálicos. Tras esta agresión, los ultras se fueron por donde habían venido, separándose en varios grupos, antes de que los agentes de la Policía pudiesen llegar allí.

Tres años después, diez de los ultras que protagonizaron el altercado se han sentado en el banquillo de los acusados, donde han admitido ser culpables un delito leve de lesiones, uno de daños y otro de alteración del orden público. Las partes han alcanzado un acuerdo que evita penas de prisión para los diez acusados, aunque tendrán que abonar un total de 14.000 euros -una parte ya anticipada- y no podrán acceder a ningún estadio de ninguna liga de fútbol en un plazo de dos años.

Así, cada uno de los acusados deberá pagar 480 euros por el delito de alteración del orden público, otros 480 por los daños ocasionados en el bar y 80 euros por lesiones. Se les ha aplicado un eximente de reparación del daño por haber adelantado el pago de 1.053 euros a la compañía aseguradora del local y de 2.550 euros al único aficionado agredido que se personó en el caso, al que le propinaron puñetazos, patadas y golpes con un bate de béisbol.