Santiago de Compostela

La Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) ya tiene nuevo presidente: el empresario orensano José Manuel Díaz Barreiros será el responsable de tomar sus riendas y poner fin a la etapa más convulsa de la patronal gallega.

Díaz Barreiros ha sido elegido por aclamación después de que el otro aspirante a ocupar el cargo, el vigués Pedro Rey Vera, se retirase en el último momento. Aunque en su momento había fracasado el intento de presentar una única candidatura de consenso, los dos se habían comprometido a guardar lealtad al elegido.

En una rueda de prensa conjunta ofrecida minutos antes de la asamblea de la CEG, Díaz Barreiros y Rey han escenificado su unidad, con el primero ofreciéndole al segundo "un puesto de vocal y participación en los órganos de Gobierno" y éste rechazándolo porque no quiere "absolutamente nada" que tenga que ver con puestos, aunque tras trasladarle "todo su apoyo".

Así, y tras entonar el "mea culpa" por haber alcanzado el acuerdo en el último minuto y no antes -lo que obligó a gastar en un programa para garantizar el voto telemático en el que algunos asociados ya habían emitido sus sufragios-, se ha referido a las "tensiones" en el seno de la patronal gallega.

"¿Dónde se centra la tensión? Nadie la va a negar. Las sectoriales reclaman más representación. Pero su representación no la va a decidir el presidente", ha admitido Díaz Barreiros, quien ha apostado por impulsar una comisión para la reforma estatutaria de la patronal gallega.

"Quiero que la CEG tenga el carácter empresarial del siglo XXI", ha apostado su nuevo presidente, quien considera que los estatutos de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) pueden ser "un faro a seguir".

Entre las cuestiones a abordar, además de la representatividad de las organizaciones sectoriales, está la "carencia importante" que supone que en las elecciones sólo se presente un presidente y no todo un equipo.

"No sé si seré el mejor candidato, el tiempo lo dirá y serán los empresarios los que lo digan, pero yo como presidente vengo a trabajar por esta casa, a intentar lograr una mayor unidad empresarial", ha zanjado.

Por último, y aludiendo al hecho de que él es integrante de una confederación provincial y Rey de una sectorial, ha sentenciado: "Los dos sabemos que todo nos une y nada nos separa; todos somos empresarios y ha sido el mejor acuerdo por el bien de esta casa".

Mientras tanto, Rey ha asegurado que éste es "un gran día", toda vez que "por fin tenemos a un presidente que va a asumir un gran reto": el de dar estabilidad a una CEG en la que la situación era "pésima", con "un clima que nos abochorna a todos".

Años difíciles

La CEG aspira a poner fin a una etapa de lo más convulsa que arrancó hace siete años, en 2013, cuando la elección del vigués José Manuel Fernández Alvariño al frente de la patronal ponía fin al mandato del coruñés Antonio Fontenla.

Dos años después, Alvariño abandonó el cargo tras ser acusado de supuestas irregularidades en los gastos de la CEG, cerrando contratos con sus propias empresas.

Su sucesor en el cargo fue Antonio Dieter Moure, quien se impuso a su rival por tan solo diez votos y gracias al apoyo de los críticos con Alvariño. Su etapa fue corta y, tras sólo diez meses al frente de la CEG, presentó su dimisión alegando motivos personales.

Así, en enero de 2017 resultó elegido el coruñés Antón Arias, nombrado tras ser el único aspirante. Sin embargo, las confederaciones de Pontevedra y Orense no vieron con buenos ojos su nombramiento al entender que Fontenla había roto el pacto de no presentar candidato.

Tan solo un año después, Arias presentó su dimisión debido al cansancio ante "la constante pelea y confrontación permanente", así como a la "oposición interna" a sus tentativas de renovar la patronal.

Tras su dimisión arrancó una etapa años en la que Fontenla -como integrante más antiguo- fue la cara visible de la patronal gallega, profundamente dividida entre las confederaciones del sur -Pontevedra y Orense-, el norte -Lugo y La Coruña- y las sectoriales.