Valencia

El PSOE valenciano que lidera Ximo Puig quiere rebajar del 5% al 3% el umbral electoral a solo tres meses de las elecciones. Su beneficio sería doble: asegurar la entrada en el parlamento de Podemos, su socio de gobierno, y dar oxígeno a Ciudadanos para frenar la migración de sus votantes al PP. Los del puño y la rosa, junto a la formación morada y Compromís, alientan la iniciativa que intenta Cs a la desesperada, buscando incluso el voto de una tránsfuga de Vox.

"Siempre hemos estado por la labor. Si hay posibilidad, lo haremos", confirmaron este martes a EL ESPAÑOL fuentes del grupo socialista de Les Corts Valencianes. Las mismas, sin embargo, manifestaron que se trata de una aspiración "muy difícil" de lograr.

En efecto, la tarea se antoja complicada. El hemiciclo lo componen 99 diputados, y se requieren 66 (dos tercios) para acometer este cambio. La coalición de Gobierno de izquierdas suma 52, y Ciudadanos, tras sufrir la fuga de 5 tránsfugas al grupo de no adscritos, cuenta con 13.

[Ximo Puig desautoriza a su vicepresidente por cargar contra Mercadona: "Está creando riqueza y empleo"]

La suma, si ninguno se descolgara de la propuesta, asciende a 65 parlamentarios. Faltaría todavía uno, y para lograrlo, la nueva portavoz naranja, Mamen Peris, ha sondeado a una diputada tránsfuga, pero no de su partido. Se trata de Rebeca Serna, parlamentaria que abandonó Vox, pero no entregó el acta. Convencerla, al menos sobre el papel, parece más factible que sumar a la causa a los ex de Ciudadanos, ya que la mayoría están en la actualidad más próximos al PP.

Serna, preguntada al respecto, reusó este martes a ofrecer su versión a EL ESPAÑOL. Tampoco realizó declaraciones la nueva portavoz de Ciudadanos, Mamen Peris. Fuentes de la formación, sin embargo, sí reconocieron que la dirigente ha reabierto el debate, y que incluso abordó esta cuestión en la reunión oficial que mantuvo el pasado jueves con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig.

Las mismas fuentes añaden que, además de Serna, Ciudadanos está también tanteando a los tránsfugas de su propio partido, en concreto a los que menos se han significado con el PP tras marcharse del partido liberal. Esta estrategia de acudir holgados a la posible votación trata de responder a la previsible contraofensiva de la derecha. Ni a Vox ni al PP les interesa que Cs tome oxígeno justo antes de los comicios.

Otro problema con el que se encuentra Peris es la diversidad de criterios en su propio partido, donde varios diputados consideran incoherente y desesperado apostar ahora por una rebaja electoral que rechazaron en tiempos de Toni Cantó. Entonces el partido estaba fuerte. Sacó 18 diputados en 2019, uno más que Compromís y solo uno menos que el PP. Era la época en la que Albert Ribera soñaba con un sorpaso a los populares que nunca se produjo.

La 'guillotina'

Ni antes ni después de aquellos comicios los naranjas se prestaron a rebajar un umbral que puede ser ahora su guillotina. La izquierda, en cambio, siempre ha sido partidaria, al existir siempre fuerzas políticas que orbitan alrededor del mínimo.

Cabe recordar que en 2015, año en que Ximo Puig accedió al poder, se quedó fuera del hemiciclo Izquierda Unida con un 4,38% de los votos. Las encuestas, antes de la votación, solo contemplaban un cambio de gobierno si entraba esta fuerza, si bien Puig y sus socios sí lo lograron pese a la caída en desgracia de la histórica formación.

En 2019 la izquierda volvió a verle las orejas al lobo. Esta vez Izquierda Unida sí acudía junto a Podemos, pero, aun así, la alianza morada se quedó en un escueto 7,98%. Con tres puntos menos se habría quedado fuera del parlamento y habría recuperado el poder el centro-derecha.

Y justo es este el miedo que ahora vuelve a extenderse: que Unidas Podemos, aquejada de un fuerte desgaste de la marca a nivel nacional, siga menguando hasta quedar por debajo del 5% que marca la entrada en Les Corts Valencianes. Todo ello con Compromís, el otro socio de Gobierno de Ximo Puig, también en tendencia a la baja en las encuestas.

En contra de este movimiento también juega el tiempo, ya que tan solo restan dos plenos para aprobar este cambio pendiente.