Puerto Banús recibiendo yates de lujo de magnates de todo el mundo o las calles de Marbella plagadas de deportivos de alta gama son algunas de las imágenes más habituales de la capital de la Costa del Sol. Sin embargo, esta ciudad costera de casi 150.000 habitantes censados no tiene tren. En verano, según el INE, llega a triplicarse su población.

Marbella es la única ciudad española sin servicio de ferrocarril con esas cifras de residentes. Junto con las vecinas Mijas y Estepona (que ya rozan los 100.000 habitantes) conforman un gran eje turístico. Quizá ese sea el motivo por el que recurrentemente, desde el año 1999, el proyecto que conecte Marbella con Málaga por vía ferroviaria aparezca en el debate público.

Ahora es el PP quien reverdece este viejo plan. Tan viejo que hace 21 años Manuel Chaves, presidente socialista de la Junta de Andalucía, ya lo puso sobre la mesa. En los años en los que el dinero público corría ajeno a la crisis, Chaves prometió llevar el tren desde Málaga hasta Algeciras. 140 kilómetros de litoral sobreexplotado urbanísticamente sin una básica infraestructura ferroviaria: ni mercancías ni pasajeros.

Los populares están calentando el terreno: a finales de la pasada semana el presidente de la Diputación, Francis Salado, y el alcalde de la capital, Francisco de la Torre, aprovecharon para sacar un tema muerto desde 2018. Tras ellos, este martes en el pleno de la Diputación, el grupo popular debatirá sobre el apoyo del Gobierno a la ejecución del corredor costero. Quieren aprovechar la oportunidad que brinda la llegada de los 140.000 millones de los fondos Covid.

Fondos europeos

En ese sentido, la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, entiende que el proyecto “reúne todos los requisitos que establece el programa de financiación extraordinaria con fondos europeos” y habla de un “consenso político, social y territorial”. Para Muñoz, se trata de una oportunidad que “no podemos desaprovechar”.

Carolina España, diputada del Partido Popular por Málaga, quiere que “se desempolven los estudios que se iniciaron en 2018 y que estaban avanzados” y aprovecha para achacar la falta de interés a un “parón de todas las inversiones en Málaga” por parte del Gobierno de Sánchez. “Son nefastos gestores”, incide España, que se queja de que Ciudadanos y PSOE exigen “arrimar el hombro” para unos presupuestos “de los que no conocemos ni una cifra”.

Por su parte, José Luis Ruiz Espejo, secretario general de los socialistas en Málaga, otorga relevancia al proyecto, pero cree que “es importante canalizar de forma adecuada los fondos Covid para lo que resulta decisivo tener aprobados los Presupuestos Generales del Estado”. Critica que el PP se “borre” de la negociación, pero por otro lado exija “que se incluyan proyectos”. Ruiz Espejo pide, sobre todo, “consenso”.

A “tragar sapos”

El diputado de Ciudadanos por Málaga, Guillermo Díaz, plantea el asunto desde una postura radicalmente diferente a la de PP y PSOE: “No vamos a prometer un tren que no sabemos cómo se va a hacer”. Según Díaz, lo que proponen ambos partidos tiene “una base técnica imposible. Su única estrategia es prometer”, no hacer.

El parlamentario de Ciudadanos se muestra sorprendido de que el PP se lance a prometer “resultados o inversiones de unos presupuestos que no va a negociar por intereses partidistas”. Así que invita a los populares a “sentarse a negociar y a tragar los sapos que haya que tragar” y hagan propuestas para salir adelante “como está haciendo Ciudadanos”.

El debate es, por tanto, amplio y de largo recorrido. Ya van más de 20 años esperando algún avance. Hablar del tren litoral es, todavía, apelar a la fe. Aunque en 2018 el ministro de Fomento Íñigo de la Serna presentó dos estudios preliminares: uno que utilizaba el trazado de la A-7 y otro que utilizaba el de la autopista de peaje AP-7, cuyo tránsito sería mayoritariamente soterrado. En cualquier caso, la inversión mínima estimada sería de 1.000 millones de euros.

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