Primera reunión de padres del último curso de bachillerato. ¡Expectativa! Muchos padres y madres comparten la misma inquietud: "Es el último año y mi hija todavía no lo tiene decidido". Cada vez que le preguntan, la respuesta resuena en ese lenguaje adolescente que mezcla angustia y humor: "Me estalla la cabeza". Traducido al lenguaje adulto significa algo más profundo: "No lo tengo claro", "Me falta orientación", "Aún no lo puedo procesar".
Y no es raro. A los 17 o 18 años se espera que los jóvenes elijan un camino académico que marcará su futuro, en un mundo donde las profesiones cambian a la velocidad de la tecnología y la globalización. Ahora les condiciona la IA, es lo que miran con desesperación, aunque estudios recientes reflejan que el 95% de las organizaciones aún no ven el impacto de la IA.
No obstante, los empleos expuestos a la IA, entre edades de 22 a 25 años parece que han experimentado una caída relativa del 13%.
El triángulo vocación-aptitud-actitud
El lenguaje humano se ha convertido en el nuevo idioma de programación, la IA va a cambiar 100% como trabaja la gente y como operan las empresas. De esto no hay duda. Entonces, ¿qué hay que hacer? ¿Cómo acompañar sin presionar? ¿Cómo lograr que vocación (que le motive o apasione), actitud (la disposición y constancia con que afronta los retos) y, aptitud (lo que se le da bien de forma natural) se entrecrucen con un futuro profesional que ofrezca oportunidades reales?, ¿Cómo ayudar a tu hijo o hija a elegir la profesión que más le conviene estudiar?
Antes de elegir, conviene detenerse a identificar fortalezas, intereses y valores personales. La orientación vocacional no se basa solo en notas, sino en conocerse y descubrir dónde uno puede aportar valor.
Por este motivo, algunas instituciones educativas, como es el caso de IEB, han decidido acompañar la elección universitaria, haciendo ver que la universidad es un medio, no un fin. El grado no es una meta en sí misma, lo importante no es solo el título, sino una hoja de ruta de competencias, experiencias y contactos que se adquieren por el camino.
Diez recomendaciones prácticas para decidir el grado a estudiar
1. Involucrar a orientadores y tutores
El colegio o instituto cuenta con orientadores vocacionales preparados para acompañar este proceso. Pedir tutorías personalizadas: a veces una conversación profesional externa ayuda a ordenar pensamientos y emociones.
2. Pensar en la empleabilidad desde el principio
No se trata de obsesionarse con el trabajo futuro, sino de elegir formaciones que abran puertas reales. Analiza qué programas tienen prácticas, acuerdos con empresas o redes de antiguos alumnos activas.
3. Aprender de quienes ya están en el terreno
Los docentes que ejercen su profesión en paralelo a la enseñanza aportan un conocimiento vivo, actualizado y conectado con la realidad laboral. Pregunta siempre: ¿quién enseña y desde dónde?
Sala Bloomberg IEB
4. Priorizar la formación práctica
Una carrera tiene más sentido cuando combina teoría y práctica. Es fundamental que los alumnos aprendan a aplicar lo que estudian, con proyectos reales, casos de empresa o profesores que trabajen en el sector. Las organizaciones seleccionan talento con una base sólida en teoría y práctica.
5. Buscar el desarrollo de habilidades transversales
El mercado demanda más que conocimientos técnicos: comunicación, pensamiento crítico, liderazgo, innovación o trabajo en equipo. Las universidades que cultivan estas competencias preparan mejor para lo que viene.
6. Considerar la dimensión territorial
Los programas bilingües, las estancias en el extranjero o los convenios con universidades de otros países son una forma excelente de ampliar horizontes y ganar empleabilidad global.
7. Evaluar el ecosistema de contactos
Una institución conectada con el tejido empresarial ofrece oportunidades que van más allá del aula: prácticas, mentores, ferias de empleo, networking. El entorno profesional importa tanto como el plan de estudios.
8. Valorar la especialización con sentido
Los dobles grados o las titulaciones que combinan un enfoque generalista (como ADE o Derecho) con una especialización práctica (finanzas, analítica de datos, relaciones internacionales…) ofrecen un equilibrio ideal entre amplitud y profundidad.
9. Acompañar sin presionar
El mejor papel de las familias es ofrecer información, confianza y escucha activa. Las decisiones más acertadas surgen cuando el joven se siente libre para explorar, equivocarse y volver a intentarlo.
10. Mostrar realidades, no ideas
Enséñale qué hay detrás de cada carrera: qué se estudia, en qué se trabaja, qué perfiles se buscan. A veces, la idea romántica de una profesión (como “ser psicóloga” o “diseñador”) cambia mucho al conocer su día a día.
Alumnos en estancia internacional
La propuesta práctica de IEB
Elegir carrera no es cuestión de adivinar el futuro, sino de prepararse para adaptarse a él, por eso es recomendable asistir a las jornadas de puertas abiertas, potenciadoras del talento. Fomentar la autoexploración, no la imposición.
Los jóvenes necesitan espacios para descubrirse. Talleres de orientación, ferias de universidades, test de intereses profesionales o programas de mentoring pueden ser grandes aliados. No se trata de decidir por ellos, sino de ayudarles a decidir mejor.
Las prácticas, el voluntariado, los cursos de verano o incluso las charlas con antiguos alumnos son una forma valiosa de acercarse a distintas áreas. La experiencia concreta aclara más que cualquier test.
Las formaciones que combinan rigor académico, práctica profesional y contacto real con el mundo laboral son las que hoy mejor responden al reto de la incertidumbre. Porque, más allá del “qué estudiar”, lo importante es aprender a construir una vida con propósito, herramientas y oportunidades.
Esta es parte de la idiosincrasia del IEB, en sus más de 35 años, tanto en los programas de posgrado como en sus grados universitarios. Las dobles titulaciones de grado que ofrece el IEB complementan estudios de grados generalistas, como ADE o Derecho, con la realización simultánea de un máster desde el primer curso.
Durante los cuatro años de sus estudios, los alumnos de IEB, gracias a las dobles titulaciones, pueden estudiar al mismo tiempo y en horario de mañana, ADE o Derecho con Másteres en Bolsa y Mercados Financieros, Business Analytics, Relaciones Internacionales o incluso Banca de Inversión, cuatro másteres muy orientados a especializar, transmitir conocimiento práctico y sobre todo facilitar la inserción en el mercado laboral actual.
“Colaboramos con empresas que abren sus puertas a la cantera del IEB, como Telefónica, EY, Iberdrola o Loewe, y que ofrecen a nuestros alumnos no solo conocimientos, sino también el desarrollo de las habilidades más demandadas en el mercado laboral. Profesionales de grandes multinacionales, emprendedores, consultores de las Big Four, directivos y expertos del sector financiero, de los principales bancos, gestoras, despachos de abogados e instituciones más prestigiosas participan activamente en la formación y el crecimiento de nuestros estudiantes”, destaca Ignacio Muñoz, responsable de Admisiones del IEB.
"En tan sólo cuatro años, tenemos formación de Grado, realización de Máster, estancias internacionales y prácticas en empresas de gran nivel. En el proceso formativo también organizamos Career Days, a los que acuden empresas representativas de los sectores de especialización del IEB con un objetivo: captar talento. Se trata de que los futuros profesionales conozcan de primera mano el día a día y el plan de carrera de cada profesión”, concluye Juan de Lara, Jefe de Orientación Profesional de IEB.
Campus IEB en Moncloa-Aravaca (Madrid)
