El Defensor del Pueblo ya advirtió, en el año 2020, de los "numerosos" errores de las pulseras GPS que controlan la ubicación de investigados o condenados por maltratos a mujeres.
Actualmente, tras varios cambios en el sistema y el proveedor de los brazaletes, los fallos en estos dispositivos continúan.
La Memoria del año 2019 del Defensor del Pueblo ya advertía de la intranquilidad que provocaban en las víctimas los errores de las pulseras.
El documento, de más de 800 folios, fue entregado a las Cortes Generales el 13 de mayo de 2020. Resume la labor del Defensor del Pueblo durante los doce meses previos, los de 2019, cuando este organismo recibió las quejas de las víctimas.
Por tanto, queda acreditado que desde hace al menos cinco años, voces autorizadas vienen advirtiendo del mal funcionamiento de este sistema, considerado una herramienta esencial en la lucha contra la violencia de género.
Tanto es así que la última Memoria anual de la Fiscalía, que resume su actuación a lo largo de 2024, también lamenta la "gran cantidad" de archivos de causas judiciales que han provocado los problemas técnicos derivados del cambio de proveedor del sistema de control de las pulseras telemáticas.
Por su parte, ya hace cinco años, el Defensor del Pueblo —en 2020, desempeñaba ese cargo Francisco Fernández Marugán, del PSOE— señalaba que eran numerosas las "quejas de las víctimas" de violencia de género sobre el funcionamiento de estos brazaletes.
De oficio, en abril de 2018, Fernández Marugán solicitó información al respecto al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Este ministerio, ya con Pedro Sánchez en la Moncloa, fue desgajado. La cartera de Igualdad pasó a manos de la socialista Carmen Calvo. En 2020, sería sustituida en dicho departamento por Irene Montero, de Podemos.
En su informe anual de 2019, el Defensor del Pueblo relata que "la tecnología que utilizaban los dispositivos de teledetección generaba numerosos fallos y falsas alarmas que perjudicaban aún más la vida de las víctimas".
A finales de 2018, se acometió una reforma para tratar de mejorar el funcionamiento de estos brazaletes. No obstante, la Memoria del Defensor del Pueblo recoge que, "a pesar de ello, una nueva víctima y usuaria de las pulseras denunció que el funcionamiento de los dispositivos seguía siendo deficiente".
"Los inconvenientes estaban causados por problemas técnicos", precisa el documento. "El mal funcionamiento de la pulsera provocaba que el dispositivo generara falsas alarmas cuando salía de cobertura, y no era posible discriminar si era por problemas técnicos o si el maltratador estaba quebrantando el alejamiento", añade.
Los problemas siguen
Los problemas —ya sean unos u otros— con las pulseras persisten. Al menos, hasta el año 2024. Y, como atestigua la Memoria del Defensor del Pueblo de 2020, llevan existiendo un lustro.
Varias sentencias recientes consultadas por EL ESPAÑOL relatan errores de cobertura (especialmente, en las zonas rurales) que han generado intranquilidad tanto en las mujeres denunciantes como en los hombres a los que se imponen los brazaletes.
El testimonio de varios abogados especialistas en violencia de género —defensores tanto de víctimas como de maltratadores— así lo confirma.
Además, a lo largo de estos cinco años en los que las pulseras han dado problemas, se produjo el cambio de proveedor del servicio de protección.
Concretamente, en 2023. Ese año, fue licitado y adjudicado a una nueva empresa. Y ello provocó, como denunciaba la Fiscalía en su última Memoria, un problema técnico debido a la migración de los datos de un proveedor a otro.
El Ministerio de Igualdad, encabezado hoy por Ana Redondo, del PSOE, admite esta problemática, que ya da por solucionada.
En 2023, EL ESPAÑOL publicó en exclusiva un informe de la Secretaría de Estado de Igualdad que tachaba de "deficiente" el plan previsto para la transición de un proveedor al nuevo. Y avanzaba que podría provocar problemas técnicos.
Como ha publicado este diario, las incidencias con las pulseras que ya denunciaba hace años el Defensor del Pueblo persisten: algunas, a día de hoy, no se activan cuando es debido o lo hacen sin ser necesario, lo que genera una lógica intranquilidad en las mujeres a las que se supone que deben proteger.
