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El Congreso ha tumbado la ley de reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas tras prosperar las enmiendas a la totalidad presentadas por PP, Vox y Junts.

La norma llegó debilitada al pleno de este miércoles y ni siquiera fue defendida por su promotora, la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz, quien renunció a su primer turno de intervención.

Solo intervino en la réplica en una técnica, cuasi filibusterismo parlamentario, bastante inusual cuando PP, Vox y Junts habían agotado su tiempo.

La vicepresidenta, que siguió el debate con una chaqueta negra desde su asiento, se quitó el luto cuando finalizaron los representantes de PP, Vox y Junts.

En ese momento, subió a la tribuna con camisa blanca para tratar de resucitar con la única presencia en la bancada azul de los ministros de Sumar, ni rastro de los del PSOE.

"Señorías de las tres derechas de este país, da igual el nombre que tengan", arrancó Díaz. Esta derrota supone un giro en el discurso del Gobierno, que por primera vez incluye a Junts dentro del bloque de "las derechas" junto al PP y Vox.

Díaz cargó con dureza contra la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, a quien responsabilizó en buena parte del fracaso legislativo. Una estrategia que contrasta con la de Moncloa, que ha preferido, hasta ahora, dirigir las críticas hacia el PP.

La vicepresidenta segunda enmarcaba el debate en "una lucha de clases"."¿Sabe a quién representa usted?", aseguró dirigiéndose a Nogueras.

"En esta lucha, usted representa al capital. Se pone del lado de quienes se están forrando en España y Cataluña", exclamaba desde la tribuna.

Incluso acusó a la portavoz de Junts de defender "los intereses de la patronal española en sus sectores más reaccionarios", más tarde citando como ejemplo a Mercadona, en lugar de estar del lado del "independentismo catalán".

Al tiempo que Díaz prometía volver a llevar la iniciativa al Consejo de Ministros para remitirla nuevamente al Congreso.

Estas declaraciones han generado un profundo malestar en el partido de Puigdemont. Díaz buscaba el cuerpo a cuerpo y lo tuvo ya que una indignada Nogueras, que no pensaba intervenir, pidió replicarle.

"No tienen datos, ni pruebas", le reprochaba sobre su presunta relación con PP y Vox y recordaba que Sumar —donde se integran los Comunes de Ada Colau— recibieron los apoyos de PSC y Manuel Valls para que Xavier Trías no fuese alcalde.

Nogueras, cuyo partido recordaba que el 96% de las empresas catalanas tiene menos de 10 trabajadores, afirmaba que el mayor coste de esta reforma recaería sobre las Pymes.

"¿Quién está del lado de las grandes empresas?", reprochaba tras recordar que la reforma tendría un sobrecoste de 1000 euros por trabajador para un comercio y 100 para un banco.

Antes, el diputado de Junts, Josep Maria Cervera, admitía que su voto en contra ha abierto la puerta a una campaña de "ataques e insultos" a su formación, y atribuyó la insistencia de Díaz en sacar adelante la norma a una estrategia de "supervivencia política".

El diputado recordaba que, en Europa, solo Francia y Bélgica tienen jornadas inferiores a las 40 horas, y advirtió contra "la demagogia de quienes dicen que trabajar menos es subir salarios".

El discurso de Junts coincidió en varios puntos con el de PP y Vox, que alertaron de un posible "empobrecimiento" del trabajador si la medida prosperara.

"La gente sabe que lo que propone es ciencia ficción, un titular para su gloria", declaró el popular Juan Bravo, quien añadió que "la consecuencia será que, en la negociación colectiva, bajen los salarios".

Los populares han incidido en la falta de acuerdo con la patronal para intentar sacar esta reforma. "Ni le han dado los números, ni la vista", reprochaba Bravo en la réplica enojado por la falta de "propuestas".

En la misma línea, José María Figaredo (Vox) criticó la ausencia inicial de Díaz en defensa de la propuesta, señalando que "sabe que esta norma es una trampa para los trabajadores".

Además, intentó avivar las tensiones en el seno del Ejecutivo: "Sánchez la está mandando al matadero y quiere que se desgaste", aseguraba el diputado de derecha radical.

A esto, Díaz respondía "Creen que me están dando una bofetada, pero se la están dando a once millones y medio de trabajadores".

La vicepresidenta les acusaba de ofrecer "obediencia y miedo" a la patronal y terciaba que este debate es un "ensayo general" de lo que sería un hipotético Gobierno de Feijóo y Abascal.

"Tienen mucho odio. Nosotros tenemos la fuerza de las dependientas y trabajadoras", zanjaba Díaz.

Una vez consumado el truco parlamentario, Figaredo volvía agitado, llegando a golpear el escaño, acusando a Díaz de decir "estupideces" mientras ellos apenas tienen tiempo para replicarle.

Las formas del diputado de Abascal le valieron una reprimenda por parte de Armengol. Para esa, ya habían abandonado la tribuna los secretarios general de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, conscientes del fracaso de la medida.