El Ministerio del Interior y sus especialistas en la lucha contra el crimen organizado están en alerta después de que Estados Unidos haya declarado "organizaciones terroristas" a la Mara Salvatrucha - la banda más temible de El Salvador- y al Tren de Aragua, la más poderosa de Venezuela.
Ambas bandas buscan nuevos lugares de asentamiento tras la presión que las autoridades estadounidenses están ejerciendo contra ellas, tal y como revelan a EL ESPAÑOL especialistas de Interior en amenazas contra la seguridad.
Por eso, Policía y Guardia Civil están colaborando en los últimos meses con el FBI para seguir el rastro a delincuentes venezolanos, salvadoreños o de otros lugares de Latinoamérica que acaban en las filas de estas organizaciones y que ahora pueden recalar en España.
Vídeo | La Policía desmantela la Mara Salvatrucha en España
Nuestro país, señalan esas fuentes del Ministerio del Interior, es y será uno de los objetivos para estas dos bandas. Al redoblarse en Estados Unidos la persecución contra los integrantes de la MS-13 y el Tren de Aragua, sus líderes buscarán nuevos territorios en los que hacerse fuertes. En ese éxodo de criminales, España ocupa un lugar prioritario.
Los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil siguen muy de cerca los movimientos de esas organizaciones, y están en contacto estrecho con la inteligencia estadounidense y los expertos latinoamericanos en la materia.
"El fenómeno de las maras puede ser un factor desestabilizador de la seguridad interior. Su negocio es la violencia. Si se las deja organizarse y estructurarse, sería mucho más difícil atacarlas y desarticularlas. Hay que atajarlas de raíz", señala un mando especialista en la materia a EL ESPAÑOL.
Operación exitosa
La Mara Salvatrucha, por ejemplo, llevaba tiempo buscando el modo de refugiarse en otros países distintos a EEUU, debido a la presión policial. Precisamente esta semana se ha conocido una exhaustiva investigación de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional que ha frustrado el intento de la MS-13 de instalarse en España.
Esta operación arrancó hace año y medio. Para entonces estas organizaciones empezaban a plantearse cómo diversificar su negocio en otros lugares del mundo distintos a su país original y a Estados Unidos.
La Operación Astas ha cortado por lo sano con la estructura de esta organización al arrestar a 27 personas, 18 de ellas en Madrid, 7 en Barcelona una en Tarragona y otra en Alicante.
Los integrantes eran de edades comprendidas entre los 20 y los 30 años. Entre los detenidos había una mujer. Diez procedían de El Salvador, 8 de Honduras, 5 eran españoles, 2 peruanos, un colombiano y un ecuatoriano.
La Policía monitorizó a todos estos individuos y comprobó cómo durante el año pasado y principios de este habían ido asentándose tanto en Barcelona como en los barrios del sur de Madrid. Es lo que en el argot de estas bandas se conoce como clicas.
Los investigadores comprobaron cómo habían comenzado a asentar su cuartel general en Usera, Villaverde y Vallecas. Y empezaban a rivalizar con otras bandas latinas juveniles de la capital, entre ellas los Trinitarios y los Dominican Don’t Play, a los que se llegaron a enfrentar de manera violenta.
Instrucciones desde EEUU.
Los miembros de esta red en España seguían instrucciones ex profeso desde el continente americano. Rendían obediencia al responsable en Estados Unidos de la organización.
Dos de ellos ya habían matado en España, y fueron detenidos en cárceles de aquí. Todos conseguían dinero para financiar a los presos de la banda en Estados Unidos. Las aportaciones oscilaban entre los 500 y los 1.000 euros, que obtenían de sus trapicheos con la droga y otros negocios ilícitos.
En 2023, el FBI informó de la llegada de distintos individuos de esta organización a territorio nacional. El más peligroso era un español, que se convirtió en el cabecilla del grupo.
Este individuo se percató de que en nuestro país había un nicho, y que había jóvenes con pasado pandillero disgregados en ciudades como Madrid o Barcelona, pero sin organización jerárquica alguna. Así que decidió dinamizarlos y agruparlos a su alrededor. Los agentes iniciaron un seguimiento
El momento clave de la operación fue cuando se detectó que estos individuos pretendían empezar a cometer asesinatos. Tenían acceso a armas de fuego y pretendían usarlas en un crimen por encargo.
Ese, el negocio de la muerte, es realmente su negocio. "No se trataba de un encargo de homicidio contra una banda rival, sino que hablamos de un homicidio encargado sobre una persona ajena al mundo de las Maras", señalan los investigadores a cargo de esta operación.
El asesinato por encargo no llegó a producirse, pero fue lo que precipitó las detenciones.