Un reciente análisis elaborado por una colaboradora del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), el think tank adscrito al Ministerio de Defensa, advierte de los riesgos del separatismo como una de las principales amenazas y retos para la seguridad en España en el nuevo tiempo que comienza tras la pandemia de la Covid-19.

"El brote separatista en las urnas plantea una amenaza constante tensando las relaciones políticas y poniendo en peligro la armonía social", asegura Salma Semmami, máster en Análisis y Prevención del Terrorismo Universidad Rey Juan Carlos, en el texto que ha podido consultar EL ESPAÑOL, fechado el pasado 1 de julio. 

"Esta situación", continúa el documento, "obliga al Estado español, en ocasiones, a ceder en asuntos estratégicos. La presión nacionalista mantiene al Ejecutivo en una permanente negociación de su poder y justificación de sus decisiones ante socios nacionalistas aferrados a un radicalismo que rechaza, de por sí, las iniciativas de índole estatal".

El IEEE es el centro de investigación y pensamiento del Ministerio de Defensa a nivel estratégico político-militar. De manera periódica, aborda temas relativos a la seguridad nacional en documentos de análisis e inteligencia. 

Para Salma Semmami los nacionalismos siguen siendo "un reto" a afrontar para la cohesión de la unidad territorial. Y la situación vivida en Cataluña en los últimos años se percibe como un grave problema. "Hacer frente al separatismo requiere, más allá del control territorial, una estrategia de comunicación", se dice en el documento.

La estrategia para neutralizar el separatismo pasa por "una acción política eficaz, centrada en las opiniones públicas locales y en ganar la necesaria batalla de la legitimidad estatal. Sin este requisito, los desafíos se aplazan sin resolver de forma definitiva".

Salma Semmami define a España como un "socio fiable" para sus vecinos europeos. "Pero a pesar de la mejora del contexto regional, la integridad territorial requiere una vigilancia constante". Tras la crisis sanitaria, observa un panorama "algo más inquietante en el que la Covid-19 actuó como un factor agravante de los desafíos existentes".

Marruecos e inmigración

Otro de los desafíos futuros contemplados en este análisis tiene que ver con la delicada relación con Marruecos.

La decisión de introducir al líder saharaui Brahim Ghali en España de manera subrepticia, que pronto fue conocida por los servicios secretos de Marruecos, propició una crisis con la monarquía alauí y la mayor avalancha de inmigrantes sobre Ceuta, ya que unas 10.000 personas cruzaron la frontera en apenas 24 horas.

Las reivindicaciones de Rabat sobre Ceuta y Melilla son, en ese sentido, una gran preocupación a nivel de seguridad nacional, sobre todo, sabiendo que Marruecos es "un socio clave para España, principalmente en aspectos de política exterior como la migración y la lucha antiterrorista".

Las recientes "victorias diplomáticas" del país vecino en el asunto del Sáhara Occidental con la obtención del reconocimiento de Estados Unidos, acentúan la complejidad de la encrucijada en la que España se encuentra.

"La relación de España con los países del Magreb requiere una clara definición de los retos y conseguir un balance estratégico en la colaboración", señala el documento. En este punto, el consejo que se ofrece desde el think tank de Defensa es no tensar, pero tampoco claudicar: "Ni cediendo ante las presiones, ni tensando inútilmente las relaciones".

Amenaza yihadista

Otro de los retos a los que apuntan desde el centro, encuadrado orgánicamente en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN) y dependiente a su vez del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), es la lucha contra el yihadismo. 

Pese a que España es un país "comprometido con la lucha contra el terrorismo dentro y fuera de sus fronteras", se recuerda que es importante no bajar la guardia en regiones tan sensibles como el Sahel. Es ahí donde los esfuerzos de Europa deben concentrarse "para crear un muro de contención y salvaguardar las fronteras frente a esta ola terrorista".

También se anza una advertencia de lo que podría ocurrir si se descuidaran las misiones que tanto la UE como la OTAN y distintos países de manera individual llevan a cabo en esa región: si España, y el resto de las fuerzas europeas involucradas en el Sahel se retirasen, "la amenaza del colapso de la seguridad y de la multiplicación de los Estados fallidos supondría una inmensa presión sobre las fronteras españolas".

Esa posible "quiebra de la seguridad" reforzaría "la amenaza yihadista", y a su vez contribuiría a aumentar de manera irremediable "la vulnerabilidad de España ante el riesgo de atentados". De ese modo últimas amenazas proferidas contra España por el aparato propagandístico del Daesh, "podrían reactivar células durmientes".

Esto obligaría a la Inteligencia nacional "a una vigilancia permanente y a una actuación preventiva no exenta de complicaciones legales y operacionales".

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