Ángel Gabilondo Pujol (San Sebastián, 1949) es, probablemente, uno de los últimos hombres que hace campaña electoral de traje y corbata en España. Aunque su agenda del día, como en este mediodía de martes en el que concede treinta minutos con generosa propina a EL ESPAÑOL (un tiempo precioso en cualquier campaña política) esté marcada por actos a pie de calle. El último, justo antes de la entrevista, en Leganés, una de las principales ciudades del sur con alcaldía del PSOE.

Al terminar la charla posará para la cámara de Jorge Barreno en la misma acera de Ferraz, la mítica sede socialista donde tiene lugar la cita. En apenas unos minutos recibe el apoyo de una señora de mediana edad que justo se cruza en el camino y de un taxista que detiene su vehículo para decirle al candidato: "Yo le apoyo".

Dígame algo que haya hecho bien el PP durante el cuarto de siglo que lleva ya gobernando en Madrid.

Yo creo que identificar los intereses de un sector influyente de la población, identificarlos bien, y en cierto modo, desde ese sector, lograr apoyos suficientes para gobernar. Eso es lo que creo que han hecho bien, porque si no, no hubieran ganado.

Por lo tanto no hay que infravalorar lo que han hecho. Aunque en mi opinión esto tiene también una contrapartida, pero vamos, usted me ha preguntado qué han hecho bien y yo lo cuento como una cosa que han hecho bien.

¿Ese sector podría ser, a grandes rasgos, una clase media que aspira a asumir determinados servicios públicos, por ejemplo a través de la Educación concertada, pero que al mismo tiempo no quiere tener impuestos muy altos?

No es solo un sector, es toda una concepción de la vida la que se ha impuesto en Madrid, y que incluso ha impuesto un modo de ser. La presidenta habla de hacer cosas "a la madrileña", una expresión que sería interesante analizar. Pero hay una escala de valores, la política confronta escalas de valores. No es que yo diga que nosotros tenemos y ellos no, yo no soy maniqueo, pero sí que son escalas de valores distintas, con prioridades distintas.

Gabilondo, en un momento de la entrevista. Jorge Barreno.

Identificar esas prioridades puede significar que uno tenga éxito electoral o no, pero también puede ocurrir que uno tenga convicciones, principios y valores y que no se pliegue tan fácilmente a la escala de valores que pueda imperar, porque en un momento determinado hay individualismo, porque la gente puede elegir vivir bien, buscar el bienestar de su familia y que le dejen tranquilo y cualquier otra cosa es 'politiquería'.

Hay un puntito de antipolítica en todo esto, que también permea la sociedad, y que hace decir frases del tipo: "Todos son iguales"; "ya sabéis los políticos cómo son"; "nadie es mejor que otro"… Todo eso ha generado un gran discurso. No estoy explicando por qué ha ganado el PP, estoy diciendo lo que ha pasado en Madrid.

El PP de Madrid ha identificado los intereses de un sector muy influyente de la población, y por eso ha ganado.

Yo no tengo nada que reñir a la ciudadanía por ser como es, será al revés, pero sí creo que tenemos que aprovechar esta crisis de la pandemia para que reorganicemos nuestra escala de valores y empecemos a pensar en nuestras prioridades personales y sociales.

La materia fiscal siempre termina siendo protagonista en campaña, y usted de hecho la ha introducido con ese compromiso de que no se tocarán los impuestos, por lo menos hasta 2023…

En esta legislatura, que es de lo que yo puedo hablar.

Sin embargo, un Gobierno central, de su mismo color político, ha hablado de una "armonización fiscal" inminente, para 2022, y eso le ha cortado el ritmo a su campaña, porque las dos cosas a la vez son imposibles.

Voy a tratar de explicarme. En primer lugar: ratifico que no tocaré la fiscalidad y que no subiré ni un euro a ningún madrileño o madrileña en esta legislatura. En estos dos años excepcionales que exigen un gobierno extraordinario, cuyas prioridades fundamentales son la lucha contra la pandemia y la vacunación, en segundo lugar la recuperación económica y en tecer lugar la reconstrucción social.

Asuntos centrados en las necesidades de los ciudadanos, por eso no planteamos las elecciones en términos de grandes debates de ideologías del XIX y el XX y debates sobre el comunismo, el fascismo, la libertad… Yo no he planteado las elecciones así. Y en ese planteamiento yo creo que la estabilidad fiscal es decisiva, pero no lo creo yo solo, la OCDE ha dicho que es imprescindible y que no hay que subir impuestos mientras la recuperación no llegue, una ministra que no es cualquiera, como Calviño [Nadia], ha dicho claramente que no hay que tocar los impuestos.

Y la ministra María Jesús Montero lo que ha dicho es que el Plan de Recuperación se hace con unos fondos europeos que nos exigen que haya reformas e inversiones para poder recibirlos. Esto es todo menos un asunto del Gobierno de España, es de toda Europa, y de más sitios, porque Biden ha dicho lo mismo. Y se está diciendo explícitamente que eso exige, en este momento, estabilidad fiscal para poder hacerlo.

De tal forma que cualquier plan de reforma que se vaya a hacer será un plan que, o yo estoy equivocado, o no afectará a estos dos años de legislatura. Calviño ha dicho explícitamente que lo que yo quiero hacer es absolutamente compatible con esas reformas que se quieren hacer en Europa. Y por lo tanto me ratifico: no tocaré la fiscalidad y no subiré ni un euro a los ciudadanos de Madrid.

Calviño ha sido clara, hace falta estabilidad fiscal. No subiré los impuestos. 

Uno de los impuestos más polémicos es el de Patrimonio. El Gobierno de Zapatero, del que usted formó parte, llegó a suprimirlo, aunque luego lo introdujo de nuevo de manera transitoria, y hasta hoy. No es ningún secreto que el ex ministro Miguel Sebastián inspiró esa medida ya que, como él mismo explica en un artículo en El Español, lo considera injusto e incluso "anacrónico". ¿Usted qué piensa?

Yo creo que hay que hacer ese debate cuando corresponda. En estos momentos estoy en no tocar ni un euro los impuestos y no introducir en el debate de la sociedad madrileña ningún asunto que afecte a la estabilidad presupuestaria. Su pregunta está llena de sentido, pero cuando llegue el momento cruzaremos ese río. En estos momentos hay que evitar el ruido y ser muy claro sobre las prioridades.

Gabilondo, tomando notas. Jorge Barreno.

Usted propone dar un cheque de 400 euros a los pensionistas no contributivos y aumentar en unos doscientos euros la cuantía que reciben los beneficiarios en Madrid del Ingreso Mínimo Vital. ¿Cómo se paga eso?

Con los presupuestos de la Comunidad de Madrid, que por supuesto conviene que haya, y que sean específicos sobre la Covid-19. Uno de los dramas es que se han convocado unas elecciones de manera irresponsable dejando a la comunidad sin unos presupuestos, que hacían falta. Hacen falta unas cuentas para la recuperación. Y eso no ha sido posible porque el Gobierno Ayuso no tenía apoyos, porque su coalición era fallida. Nuestro compromiso es presentarlos en los 100 primeros días de Gobierno.

Está insistiendo en campaña en que Madrid es una comunidad "cara".

Es una comunidad donde los precios son más caros. Los que vivimos en Madrid lo sabemos y el que no se ha dado cuenta es que debe de vivir muy bien. No solo en la vivienda, aunque también. Un profesor que cobra lo mismo en una comunidad que en otra se da cuenta de que en Madrid es más difícil vivir. Hay un 20% de personas que no digo que sean pobres, pero que están en riesgo.

Por eso decimos que el Ingreso Mínimo Vital tiene que tener 150 euros más aquí. En general los gastos familiares son muy altos para las familias, y esto tiene que ver con que se privatizan cosas, y lo que te ahorras en impuestos luego lo tienes que pagar por otro lado. ¿Cuánto gastan las familias madrileñas en Educación? ¿Cuánto en Sanidad? Son grandes preguntas. 

Sus potenciales socios, los únicos con los que puede formar Gobierno, Más Madrid y Podemos, abogan a las claras, como se está viendo en la negociación de la nueva Ley de Vivienda, por una regulación del precio de los alquileres. ¿Llevan razón?

Lo primero, y ahora contesto la pregunta, yo no reduciría nuestras posibilidades de acuerdo a lo que se ha citado. Aunque es cierto que nosotros somos una opción de progreso, de la izquierda centrada, no del centro. Y por tanto, yo me considero capaz de poder acordar con una mano y otra en ambas direcciones. De hecho no hemos excluido a nadie en ese sentido. Los hechos constatan que no podemos acordar con un Gobierno que queremos que deje de estar, no somos tan ingenuos, pero por ejemplo nos hemos dirigido también a los votantes de Ciudadanos.

Con respecto al alquiler: en general se comparte el objetivo de hacer algo, y se encontrará la fórmula. Pero tiene que tener garantía jurídica, y por eso se demora la situación, lo que me parece muy bien. Creemos que con el incremento de la oferta se puede lograr una estabilidad de precios.

No hace falta regular el alquiler, basta con incrementar la oferta de vivienda pública para estabilizar los precios.

Por ejemplo nosotros hemos anunciado que vamos a proponer el inicio de la construcción de 15.000 viviendas públicas para alquiler. No he dicho acabarlas, porque no somos populistas. Y también nos oponemos a que se venda la vivienda pública a fondos de inversión. Este no es un debate meramente ideológico, es también un debate pragmático. 

¿Qué haría el presidente Gabilondo con el Hospital Zendal?

Mostré reticencias hacia el Zendal. Por ahora no le he llamado hospital [media sonrisa] Incluso estuvimos en contra de que se construyera por una cuestión de prioridades, por apostar por la atención primaria. Por otra parte, para ser propiamente un hospital necesita una plantilla estable y un proyecto definido. ¿Es un hospital de especialidades? ¿Es un hospital de cuidados? Desde luego no lo derribaría. 

Insiste mucho en vacunar en los centros de salud. No creo que ningún madrileño prefiera otra cosa, pero, dada la envergadura histórica de esta campaña de vacunación: ¿Qué tiene de malo habilitar grandes instalaciones? 

No lo planteo en esos términos. Puede haber grandes instalaciones para vacunar. Lo primero que tiene que haber es un plan estratégico claro, nosotros lo hemos pedido muchas veces. Da una gran sensación de improvisación, y yo hablo desde una gran responsabilidad de todo lo relativo a la pandemia, porque es muy difícil de hacer bien, no hablo desde la frivolidad de quien no tiene responsabilidad y critica.

Pero sí digo que ha faltado un plan, que ha habido colas y gente, de mucha edad, que han tenido que recorrer grandes distancias para vacunarse. Hay gente que ha recorrido más de 100 kilómetros entre ida y vuelta. Dicen que no hay vacunas, pero no me coinciden los datos [saca unos folios] tengo aquí que el Ministerio de Sanidad ha suministrado a Madrid 1.806.515 dosis, y la Comunidad de Madrid ha puesto  1.679.161 dosis. Hay vacunas, tiene que haber más. Pero ha habido un problema con el plan de vacunación. 

Gabilondo, en la sede central del PSOE. Jorge Barreno.

Usted repite todos los días en sus mítines los datos de la incidencia acumulada [vuelve a rebuscar entre los papeles] yo le pregunto si con esos datos que ahora mismo está sacando, y a diecinueve días de que decaiga el estado de alarma, no habría que prolongarlo.

En Madrid estamos en 406, en España 230 [casos por cada 100.000 habitantes]...

Y en menos de veinte días se levanta el estado de alarma. 

Sí, lo primero que hay que hacer es ser consciente de la situación en la que está Madrid, solo lo quería subrayar. Pero la pregunta es otra y no la eludo. El estado de alarma lo tiene que aprobar o no el Congreso de los Diputados...

Perdone, pero eso es una obviedad...

Poniendo varias obviedades juntas al final sale una verdad estupenda [risas] por lo tanto esa es la obviedad uno. Esa obviedad la deberían también recordar muchos presidentes de comunidades que están siendo partidarios de que haya estado de alarma, pero que luego a la hora de la verdad no sé si van a apoyar con sus votos, su partido, en el Parlamento eso [se refiere a los barones del PP] porque claro, no vale decir que tiene que haber estado de alarma, hay que votar a favor.  

Las CCAA tienen que pronunciarse sobre si se amplía o no el estado de alarma. 

Yo quiero mandar un mensaje de optimistmo. En dos días va a haber más personas vacunadas en España que las que han estado infectadas, y hay un plan que se espera que para agosto el 70% esté vacunado.

Yo he oído al presidente del Gobierno decir "me gustaría que no fuera necesario el estado de alarma". Manifestó una intención, pero ahora hay que escuchar también al Consejo Interterritorial de Salud, donde están todas las CCAA. Que salga de ahí la propuesta...

Entonces, ¿el Gobierno de España no tiene que tomar cartas en el asunto?

Sí, absolutamente. Pero debe hacerlo, a mi juicio, escuchando a quienes tienen competencia y capacitación patra hacer una propuesta. Es importante escuchar al Consejo Interterritorial. Yo no soy el Congreso de los Diputados.

¿Qué no le gusta de Pablo Iglesias?

Empiezo por decir que hay cosas que no me gustan de mí. Esto es importante, porque si no parece que me gusta todo de mí y que a los demás les encuentro pegas. No, yo en general encuentro pegas.

¿Iglesias? La radicalidad es poco eficiente y enquista los problemas.

No me gusta cómo ha planteado las elecciones en Madrid, esta especie de gran combate ideológico, que no digo que no sea importante, pero en estas circunstancias de pandemia me parece que distrae de lo que he dicho que son los principales asuntos que hay que abordar. Y yo quiero un gobierno progresista pero sin extremismos, lo he dicho una y otra vez.

Me acusan de moderado, yo pensaba que eso era una cualidad, pero ahora, tal y como están los tiempos, por lo visto es un problema. Pero yo creo en ese gobierno progresista, abierto a ambos lados, que incorpore a una mayoría que quiera abordar los problemas de los ciudadanos. No estoy hablando de él [Iglesias] solo. Quiero acuerdos. Ojalá no plantee así las cosas, por eso dije "este Iglesias". Me pasa lo mismo con el PP, ojalá un día permita acuerdos de otro tipo.

No me gusta la radicalidad, pero no por una posición meramente intelectual, es que creo que los extremismos no resuelven los problemas, los enquistan. La radicalidad es poco eficiente.   

 

   

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