Había mesa reservada para diez en uno de los comedores privados del Congreso. Su presidenta, Meritxell Batet, invitó a un almuerzo a los principales representantes de los poderes del Estado después del acto conmemorativo por los 40 años del golpe de Estado fallido.

Mientras acababan el postre -un mosaico de fruta con sorbete de mandarina-, Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón se vieron impulsados a felicitar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al líder de la oposición, Pablo Casado: "¡Qué bien os lleváis!", dijeron, sorprendidos por la buena sintonía que mostraron en privado ambos mandatarios.

Además de Batet, Sánchez, Casado y los dos padres de la Constitución, la presidenta del Congreso reservó sitio para la presidenta del Senado, Pilar Llop; para Carmen Calvo, que fue en calidad de ministra de Relaciones con las Cortes; Juan José González Rivas, presidente del Tribunal Constitucional y Carlos Lesmes, máximo representante del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. Presidía el almuerzo Felipe VI.  

El Rey fue el auténtico protagonista, describen fuentes presentes en la comida. Los comensales aparcaron los temas incómodos -"no se habló de Juan Carlos"- y también se pasó por alto la renovación inminente del Consejo General del Poder Judicial.

El almuerzo transcurrió de forma "muy tranquila". La atmósfera, una comida a diez en el 40º aniversario del 23-F, tampoco invitaba a que Sánchez y Casado hablaran sobre los avances en la negociación para renovar los órganos pendientes.

Los dos, reconocen testigos presentes, conversaron "de buen tono" sobre todos los temas que iban surgiendo conforme avanzaba el almuerzo. Por ejemplo, tanto el jefe del Ejecutivo como el líder de la oposición mostraron su repulsa por el muñeco ahorcado que con la imagen de Carmen Calvo apareció el sábado en Santiago de Compostela. 

El menú

Los invitados comieron en una misma mesa donde había "mucha distancia" entre ellos. De primer plato hubo ensalada de cigalas, con crema de almendras y tomate confitado. De segundo, carrillera de ternera al vino, con teja de manchego y crema de patata.

Entre plato y plato se habló del "gran discurso" que pronunció el Rey en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso: era la primera vez que se refería a su padre en una intervención pública desde que Juan Carlos está en Abu Dabi.

Felipe VI elogió la "firmeza" y la "autoridad" de su padre como "determinantes para la defensa y el triunfo de la democracia" aquel día en el que el coronel Antonio Tejero perpetró sin éxito un golpe de Estado.

También recibió piropos en privado la presidenta del Congreso, que agradeció públicamente que las instituciones, "encabezadas por el rey Juan Carlos", sirvieran para "derrotar a los golpistas".

Hasta siete grupos parlamentarios -todos socios prioritarios del Gobierno de coalición-, declinaron la invitación al acto. Quisieron mostrar así su postura en contra del Rey Emérito, que dejó España en agosto pasado para evitar que sus últimos escándalos  salpicaran a su hijo.

Felipe VI y Batet subrayaron en sus discursos que el acto celebraba el triunfo de la democracia ante aquel intento de golpe en el que se tambalearon los cimientos del sistema democrático. El Monarca puso el acento en que "todos los ciudadanos e instituciones debemos sentirnos comprometidos y obligados" a defender "el principio democrático que fundamenta nuestra convivencia".

La presidenta del Congreso agradeció la labor que ejercieron el Gobierno, las Administraciones y el poder judicial, "que procesó y condenó a los autores del golpe". También destacó la "dignidad" de quienes sufrieron en el Hemiciclo la violencia de los asaltantes.

Tras hacer un repaso de aquel episodio, Batet catalogó los "peligros" que sufre la democracia actualmente: la "deslegitimización" y la "instrumentalización" de las "propias instituciones para desnaturalizarlas" y convertir la democracia en una "fachada despojada de sus contenidos fundamentales": el "pluralismo, las libertades, la igualdad de las personas y la cohesión social".

El guiño de Batet al Emérito por su defensa de la democracia supone un revés para Unidas Podemos, que lleva tiempo poniendo el foco en la Monarquía y en cuestionar la calidad democrática de España. Pablo Iglesias, invitado al acto por ser vicepresidente segundo del Gobierno, ni siquiera se molestó en disimular y no aplaudió cuando Batet acabó su discurso y cedió la palabra al Rey.

La despedida

Felipe VI abandonó el Congreso de los Diputados por la calle Cedaceros, acompañado del presidente del Gobierno y de Meritxell Batet. Un paso por detrás les seguían la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, y Pablo Casado, tratado en este 23-F como auténtico líder de la oposición.

El encuentro privado terminó pronto, a las 15.30 horas, porque las dos Cámaras celebraban sendas sesiones plenarias. Antes de abandonar el Congreso de los Diputados, ya en el coche oficial, una persona se acercó a Felipe VI para felicitarle por su "gran discurso, en la forma y en el fondo":

- "Y el de la presidenta del Congreso", se despidió el Rey. 

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