Pedro J. Ramírez no se conformó con ser “el más importante periodista europeo del último cuarto de siglo” -como le bautizó el mismísimo The Guardian-, ni con conseguir que muchas de las portadas de sus diarios no se convirtiesen en papel mojado al día siguiente -ese gran riesgo de un oficio veloz donde la actualidad quema en los dedos-: sus exclusivas, sus investigaciones y sus análisis han trascendido a los años y han supuesto un antes y un después en nuestra memoria ciudadana. Es más: en muchas ocasiones, han modificado el curso del país.

Está claro que su trabajo ya andaba sobrado de entidad y de relevancia: no moría con la actualización del día siguiente. No era accesorio ni liviano. No era meramente circunstancial ni se ceñía a la agenda patria: amenazaba con marcarla -con convertirse en historia-. No necesitaba, para sobrevivir al tiempo, encuadernarse, publicarse en un formato más sólido y vivir en las estanterías de los españoles.

Pero, aún así, también decidió volcar su mirada en más de una decena de libros vivísimos que analizan algunos de los episodios políticos más fundamentales de la democracia -cargados de fuentes valiosas-, y, además, no dudó en poner a prueba su músculo intelectual -en cuanto a rigor académico y a potencia narrativa- en El primer naufragio y en La desventura de la libertad, sus dos grandes obras históricas -en las que nos detendremos más adelante-.

Así lo expresa Carmen Iglesias, directora de la RAH, a este periódico: “Sus cuarenta años como director de medios de comunicación han tenido gran importancia en la historia de estas décadas, en defensa de la objetividad y sobre todo de la libertad y las libertades”, sostiene. “Su gusto por el conocimiento de la Historia es sabido, no hay más que leer sus artículos y ahora las crónicas de los domingos en EL ESPAÑOL, donde generalmente hay recordatorio de algún episodio de nuestra historia. Es buen conocedor de toda la historia de la época contemporánea y así lo ha volcado en libros sobre la Revolución Francesa o el Trienio Liberal”.

Memoria política (e histórica)

Con la misma maña -con el mismo desparpajo que no desatiende ni un instante el perfeccionismo- escruta Ramírez el presente y el pasado. Sus libros son tomos a los que regresar para entender quiénes somos hoy, y, sobre todo, por qué. Ahí están: Así se ganaron las elecciones de 1979, Prensa y Libertad (Unión Editorial), El año que murió Franco (originalmente publicado en Plaza & Janés), La Rosa y el Capullo. Crónica de una decepción (Planeta), España sin proyecto. La década felipista (Akal), David contra Goliat. Jaque mate al felipismo (Temas de Hoy) -un análisis en profundidad de los casos Filesa, Roldán, Ibercorp, Fondos Reservados y GAL-. 

También Amarga Victoria. La crónica oculta del histórico triunfo de Aznar sobre González (La Esfera de los Libros), El Desquite. Los años de Aznar (1996-2000) (La Esfera de los Libros) o Mis 100 mejores Cartas del Director (La Esfera de Los Libros), entre otros -en El mundo en mis manos (Grijalbo) reconstruye su biografía con Marta Robles y en Todo un Rey (Círculo de Lectores) colabora con otras firmas como Pilar Cernuda, José Oneto o Ramón Pi-.

Ymelda Navajo, directora de la editorial La Esfera de los Libros -que ha acompañado a Pedro J. en la publicación de sus obras más influyentes-, cuenta que se trata de un autor “muy riguroso”: “A Pedro J. le he editado siete títulos. Dos memorias profesionales que ejercen de libro político -Amarga victoria y El Desquite-, El triunfo de la información, que las aúna, dos obras estrictamente periodísticas -la recopilación de sus artículos Mis 100 mejores Cartas del director y Contra unos y otros- y sus dos obras históricas, que son las más relevantes y las que más supusieron un reto”.

Sus libros son tomos a los que regresar para entender quiénes somos hoy, y, sobre todo, por qué

Ojo: también publicó la reedición, treinta años después de su publicación original, de El año que murió Franco, un largo reportaje donde da voz a los protagonistas -los últimos fusilados del régimen- y donde muestra los documentos relativos a su trágico final. Una cuestión que no ha dejado de ocupar un lugar central en el debate público ni siquiera hoy, en pleno 2020, con las activísimas polémicas de memoria histórica que resucitan cada poco: la última, con la muerte de Billy El Niño.

“Los más jóvenes sólo tienen en la cabeza algunos retazos esquemáticos de aquella escalada de acción revolucionaria y represión dictatorial que remansó en el rompeolas de la Transición (…) Los aniversarios redondos como éste devuelven el relato a la superficie, regurgitando los cadáveres absurdos de aquellas víctimas, imposibles de reivindicar puesto que también fueron verdugos”, apuntó el autor en la contraportada del libro.

Éxito editorial

“He vendido como 150.000 ejemplares de todos sus libros, que es impresionante”, sigue explicando Ymelda Navajo."Pero lo más impresionante es que de El primer naufragio, su libro sobre la Revolución Francesa, que sacamos carísimo, a 40 y tantos euros, y de más de mil páginas, se vendieron cerca de 25.000 ejemplares”, evoca. “El don de Pedro J. es su habilidad para narrar hechos históricos con la agilidad y la fuerza narrativa del periodismo. Realmente sus libros se leen como libros de acción”.

Pedro J. con un ejemplar de La desventura de la libertad.

La desventura de la libertad, por su parte, que transcurre en la presidencia de Estado de José María Calatrava y aborda la caída del régimen constitucional español en 1823, recoge una época muy trepidante. Él narra todos esos acontecimientos, ocurridos en apenas cinco meses, con una agilidad y una frescura únicas. Estamos hablando de libros de 1.400 páginas. Es un trabajo espectacular”, subraya.

Revelaciones históricas

En él, Ramírez accedió a documentos inéditos y completamente desconocidos del archivo de Calatrava, del que le interesó especialmente “la carta de suicidio del general Sánchez Salvador”, entonces ministro de la Guerra, que se cortó el cuello en pleno conflicto bélico con su navaja de afeitar. Aquella carta fue el hilo que abrió al periodista las puertas de un impresionante archivo que atesoraba “el grial legendario del liberalismo progresista español”: el documento original que -tras casi dos siglos dando vueltas en una peripecia novelística acabó en sus manos- daba fe de la felonía de Fernando VII. La valía de ese archivo de Calatrava para el conocimiento del Trienio Liberal fue comparada por el historiador Juan Francisco Fuentes con “la de las Memorias de Azaña para la comprensión de la Guerra Civil española”. Ahí es nada.

El periodista abrió las puertas de un impresionante archivo que atesoraba “el grial legendario del liberalismo progresista español”: el documento original que daba fe de la felonía de Fernando VII

Apuntó Fuentes en su día, en un artículo publicado en La Aventura de la Historia, que “en esos papeles habían permanecido ocultas algunas de las claves históricas que permiten responder a la pregunta crucial: si el régimen instaurado en 1820 pudo haber tenido un final distinto del que conocemos”. Así, el libro de Pedro J. resolvía un viejo enigma histórico “con visos de acertijo”. “Sí: en aquellos últimos meses del Trienio, el régimen liberal, refugiado en Cádiz, tuvo un cierto margen para evitar lo peor, aunque ese margen se fue reduciendo hasta hacer inviable toda resistencia”, explicó Fuentes.

Además de esforzarse por ahondar en esas joyas históricas de forma ecuánime, con la responsabilidad que ese material sensible merece, supo dibujar con maestría las entrañas de los grandes protagonistas de ese periodo: “Fernando VII, ese pequeño artista de la traición; Calatrava, un héroe a costa suya; y el duque de Angulema, el artífice del fin que pudo haber cambiado el signo de la historia”, describió Fuentes. ¡Casi como si les pudiésemos conocer personalmente, a golpe de café y conversación, con cercanía clínica!

"Disciplinado y riguroso"

Destaca hoy Navajo que se trata de un autor “muy disciplinado que siempre cumple los plazos y que se compromete con los tiempos y con las fuentes de información”: “Lo cuida todo al detalle, es extremadamente riguroso y meticuloso en las citas, en las notas, y también en el proceso de corrección del libro. Es tan exhaustivo que realmente parece él mismo un editor de texto”.

Pedro Jota en la presentación de El primer naufragio, acompañado por Aguirre y José Bono, entre otros. EFE.

Otra faceta “importantísima”, resalta la editora, es “que Pedro J. Ramírez se vuelca con la promoción”: “Él siempre dice que los libros se venden uno a uno. Y es capaz de ir al último sitio de España a hacer una firma de libros o una conferencia o una entrevista. Es muy trabajador también a la hora de promocionar el libro, y eso es algo que a los editores nos gusta mucho”. Buena prueba de su poder de convocatoria es que las presentaciones de sus obras se han convertido siempre en un gran concilio político, con la asistencia de las grandes personalidades del país, desde presidentes del Gobierno a líderes de la oposición. 

Recuerda, además, que leer a Pedro J. Ramírez en sus crónicas políticas editadas es acercarse muy suspicazmente a “la revelación de todas las tramas del poder”, un detallado retrato de “los flujos de influencias en España”. “Especialmente, su análisis de la última etapa socialista -felipista-, tan llena de polémicas, de dimisiones… fue un momento tremendo. Y cuando Aznar ganó las elecciones. Tanto El desquite como Amarga victoria fueron libros muy influyentes”.

Su editora recuerda que leer a Pedro J. Ramírez en sus crónicas políticas es acercarse muy suspicazmente a “la revelación de todas las tramas del poder”, un detallado retrato de “los flujos de influencias en España”

Confiesa que se siente “orgullosísima” de ser su editora y celebra que imprima idéntica pasión, e “idéntica tensión” a la hora de narrar el periodismo y la historia. Mónica Liberman, su editora de texto, firma lo dicho, y añade que “Pedro J. es muy respetuoso con el trabajo de edición”, dado que, a pesar de ser muy minucioso, “también está siempre abierto a las propuestas”. Destaca El primer naufragio, donde personalmente le impactó “cómo recreaba los supuestos diálogos en las cámaras, con correspondencias históricas pero ficcionadas, con un gran control de la psicología de los personajes”. “Pero, ¿tú de dónde sacas tiempo para dirigir un periódico y además trabajar tan profundamente estas investigaciones?”, recuerda que le preguntó en una ocasión. “Duermo poco” fue la respuesta.

Experto en liberalismo

El ya citado Juan Francisco Fuentes, especializado en historia contemporánea, nos explica hoy al teléfono que “el gran tema de Pedro J. es el liberalismo, en particular sus orígenes históricos en Francia y España, aunque él sea un historiador más bien de tipo anglosajón”: “Por cierto, creo que algún día debería completar una trilogía de las revoluciones liberales estudiando la revolución americana, que conoce muy bien. Ese macrotema en la obra de Pedro J. que es el liberalismo contiene varios temas a la vez: el nacimiento de la modernidad, las revoluciones liberales, el papel del individuo y su capacidad (o incapacidad) para hacer y deshacer la historia”.

Recuerda que, sobre esto último, el autor “transmite una visión pesimista tanto en El primer naufragio como en La desventura de la libertad, que se podría formular así: en general, el poder del individuo para manejar las corrientes profundas de la historia es muy limitado”. “Esas corrientes, desencadenadas con toda su fuerza en los grandes momentos de cambio, suelen llevarse por delante todo lo que se les oponga”, apostilla.

Pedro J transmite una visión pesimista tanto en 'El primer naufragio' como en 'La desventura de la libertad': el poder del individuo para manejar las corrientes profundas de la historia es muy limitado

Señala el historiador que, al menos en dos sentidos, la obra de Pedro J. Ramírez “se aparta del optimismo ilustrado y liberal que conforma su pensamiento: la impotencia del individuo en ciertas tesituras históricas –de ahí ‘La desventura de la libertad’- y la existencia de un lado oscuro de la modernidad que se puso ya de manifiesto en las primeras revoluciones liberales”. De todas las cualidades de Ramírez como historiador -“su búsqueda de nuevas claves y nuevas fuentes, su excelente tratamiento de los personajes, una escritura ágil, atenta al detalle pero también a las grandes ideas”–, el experto destacaría una por encima de todas: “Su gran pasión por la historia como forma de conocimiento”.

La revolución perdió la inocencia

Respecto a El primer naufragio, apunta Fuentes que se trató de un “empeño especialmente difícil por la enorme complejidad del momento histórico que trata en el libro (el tránsito de una revolución liberal a una dictadura jacobina), por la amplitud y lejanía de las fuentes que tenía que tratar y por el reto de reconstruir la personalidad de los grandes protagonistas de aquellos hechos, que requería un trabajo fronterizo entre la historia y la psicología”, en concordancia con las palabras de su editora Liberman.

Y prosigue: “En esta obra se puso ya de manifiesto la capacidad de Pedro J. para moverse en ese difícil terreno entre la psicología retrospectiva (estudiar y en cierta forma recrear personajes de un pasado relativamente lejano) y la historia política en una encrucijada fundamental. La lectura del libro permite comprender que ese momento, contado a través de sus personajes y de sus acontecimientos clave, no suponía, como muchos pensaron entonces y siguen pensando ahora, el tránsito de la tiranía a la libertad, sino el paso de una tiranía obsoleta y arcaica a un sistema liberal que llevaba en su interior nuevas amenazas para los valores que representaba”.

Pedro Jota se mueve en ese difícil terreno entre la psicología retrospectiva (estudiar y en cierta forma recrear personajes de un pasado relativamente lejano) y la historia política en una encrucijada fundamental

En definitiva, que, contrariamente a lo que pensaron los ilustrados y los primeros liberales -Tocqueville fue la gran excepción-, “el mundo moderno avanza simultáneamente hacia nuevas formas de libertad y nuevas formas de tiranía, más terribles incluso que aquellas que desaparecieron con las revoluciones liberales”: “El primer naufragio cuenta ese instante preciso -unos meses en realidad- en que la revolución perdió la inocencia y desató una tormenta de represión y de muerte que destruyó a muchos de sus protagonistas”, relata.

A su juicio, Ramírez es “un caso excepcional de cultura histórica”, porque “su conocimiento de pasado es realmente formidable”. A su vez, apunta, el periodismo “le ha ayudado a entender mejor el pasado: la lógica de los acontecimientos, el día a día de la historia, la importancia trascendental de la condición humana…”.

También a la inversa: “A menudo, Pedro J. observa el presente con ojos de historiador. La historia nunca puede faltar en el equipaje de un buen periodista. El caso de PJ demuestra la utilidad de la historia para entender el presente a partir de un sistema de referencias sin el cual todo análisis opera sobre el vacío. En cambio, la capacidad de la historia para anticipar el futuro es menor de lo que creemos los historiadores”, concluye.