El PSC se tienta la ropa. El anuncio de elecciones hecho por el president de la Generalitat, Quim Torra, ha sido analizado con cautela por el partido que dirige Miquel Iceta. "En realidad, no ha anunciado nada, porque no le ha puesto fecha a las elecciones", explican fuentes de la formación. Según la estimación del partido, las elecciones aún tardarán mientras Torra y Carles Puigdemont miran de reojo al Tribunal Supremo, que podría hacer firme la inhabilitación del primero como president y obtener el suplicatorio que acabe con la inmunidad como eurodiputado del segundo. Si esos dos procesos se dilatan, nada impide que las elecciones sean después del verano. Según el presidente del grupo de ERC en el Parlament, Sergi Sabrià, "quedan muchos meses para las elecciones". 

Los tribunales marcarán los tiempos, creen en el PSC, pero las estructuras políticas siguen estables, según ellos. La apuesta pública del PSC es, por supuesto, por ganar las elecciones y presentar los comicios como una elección entre dos opciones sencillas: más proceso independentista con otro Govern como el actual o uno presidido por Iceta, de frente amplio, que pueda trascender los dos bloques en torno a la cuestión identitaria que desde hace años marcan la política catalana. 

El realismo convierte en poco probable la posibilidad de que Iceta supere en votos a ERC, favorita en todas las encuestas, y a Junts Per Catalunya, formación a la que se le dan bien las campañas. 

"Aquí sólo hay tres posibilidades: la primera es otro Govern independentista. No tenemos ninguna duda de que si dan los números, por muy mal que se lleven, lo harán. Les une lo más importante, para ellos, que es la independencia. Y ERC no va a renunciar a ella. La segunda es un Govern de no independentistas, que nadie puede contemplar ni como hipótesis. Con el PP y con Ciudadanos no llegamos ni a la esquina. La tercera es que los independentistas no tengan la mayoría y el PSC pueda encabezar la alternativa", explica un dirigente del PSC. 

En cualquier caso, en público y en privado, el PSC sostiene que no hará president a un independentista. La frase es puesta en duda por quienes recuerdan la última campaña de las elecciones generales, en la que Pedro Sánchez prometió hacer justo lo contrario de lo que acabó haciendo. Además, si la aritmética lo permitiese, un Govern apoyado por ERC, PSC y Catalunya en Comú-Podem podría ser el reflejo de la mayoría que en el Congreso pueden ahormar PSOE, Unidas Podemos y ERC. 

Subida en escaños

Los socialistas catalanes dan por hecho que, en cuanto a escaños en el Parlament, les va a ir muy bien. En la actualidad tienen 17 y encuestas como la del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), hecha en diciembre, los sitúan en 24 y 25. Otras, como una de La Vanguardia de finales de noviembre, le hacían rozar los 30 en un Parlament de 135 escaños. Pero lo que detectan en la sede socialista de la calle Pallars es que no está habiendo un gran trasvase entre bloques, por lo que lo que gane el PSC puede ser a costa de lo que pierda Ciudadanos. En 2017, los naranjas ganaron las elecciones con 36 diputados y podrían perder al menos la mitad, si no dos tercios. 

En ese sentido, los socialistas catalanes creen tener mucho espacio si prospera una coalición de Ciudadanos y el PP, habida cuenta de que muchos de los votantes naranjas de 2017 habían votado en el pasado al PSC. 

"Parece que nos ha tocado la lotería, para nosotros es fantástico", explica un parlamentario del PSC. Si Ciudadanos triunfó en 2017 es, precisamente, porque no parecía el PP, que sacó 4 diputados. En este caso, el PSC podría recibir un gran flujo de voto de Ciudadanos, especialmente de los electores que huyan de la descomposición del partido, que estén disgustado con sus políticas en el ámbito nacional o que tengan alergia al PP. "Creo que PP y Ciudadanos se equivocan con esta decisión", explica uno de los responsables de la estrategia socialista catalana. 

Parte de la estrategia será "hacer un balance muy crítico del procés y ofrecer esperanza en positivo sobre el futuro", centrando los debates en las políticas sociales y en la posibilidad de que la sintonía entre el Palau de la Generalitat y el de la Moncloa seduzca al electorado. "¡Mientras nos voten los mismos que nos votaron en generales, municipales o europeas, nos vale!", según un diputado del PSC.

La victoria agridulce

En cualquier caso, sin grandes trasvases entre bloques, el PSC cree que su avance en escaños puede ser muy agridulce. "El escenario de terror es que la polarización sea menor y la participación baje. Sabemos que los independentistas irán a votar en masa, pero no sabemos si los nuestros harán lo mismo. Si ocurriese lo peor, los independentistas podrían superar el 50% de los votos", explica un alto dirigente del PSC.

Y esa barrera psicológica sería un acicate en la reivindicación de la independencia. No en vano, que no llegaban a ese umbral ha sido esgrimido por los no independentistas para recordar que, en realidad, la secesión no es mayoritaria en la sociedad aunque lo sea en escaños por la ley electoral.

En cualquier caso, hay que esperar acontecimientos. Los socialistas ven a Manuel Valls con ganas de presentarse a las elecciones con una nueva plataforma. La Lliga Democràtica y Lliures, dos organizaciones que podrían comparecer juntas a las catalanas defendiendo un espacio liberal, de centro y no independentista (en el que el propio Valls estuvo, de alguna u otra manera), también podrían hacer su aparición. 

Por último, un espacio soberanista que reivindique las esencias más moderadas de la antigua Convergencia i Unió, con referentes como Marta Pascal, podría intentar aglutinar un espacio que restase, en esta ocasión, votos a los partidos netamente independentistas. El tablero aún está por definir.