El primer Gobierno de coalición en España desde la II República arrancó esta semana con una escenografía perfectamente ensayada. Tal es así, que el martes pudimos ver una coreografía, en forma de desfile, que reunió a todos los vicepresidentes y ministros en las escalinatas de La Moncloa antes del primer Consejo. Aquella reunión, además de las medidas aprobadas, tales como celebrar estos encuentros los martes y no los viernes, dejó una imagen que pasará a la Historia: 22 ministros juntos.

Sí, 22. Una vez sellada la investidura, Pedro Sánchez ha aumentado de forma considerable el número de ministerios que conforman este primer Gobierno de coalición. Pasan de ser 16 ministros y un vicepresidente, a 18 ministros y 4 vicepresidentes.

Y lo hace con muchas novedades ya que hay ministerios de nueva creación y otros que cambian su nombre. En un mareo del diccionario sin precedentes, por ejemplo, el Ministerio de Fomento pasa a ser el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.

Los expertos consultados por este diario describen la pulsión publicitaria que ha ensamblado esta nomenclatura. Una especie de ejercicio imaginativo destinado a satisfacer a las dos parroquias: la del PSOE y la de Unidas Podemos.

¿Qué lectura comunicativa tiene esto? La profesora de Comunicación Política en la Universidad de Navarra Marta Rebolledo cree que este gesto es una forma de marcar prioridades ya que “la comunicación no sólo se ve en la acción, sino también en los gestos”. Algo con lo que coincide el periodista y asesor en Comunicación Política, Javier Domínguez, quien estuvo al frente de la Dirección de Comunicación del Ministerio de Agricultura en la etapa de Isabel García Tejerina.

Estos gestos, explica Domínguez, pueden darse de varias formas: “La prioridad política se puede traducir en establecer el nombre del ministerio por orden protocolario y colocar al principio el término de mayor antigüedad, o a la inversa, y dar prioridad al de nueva creación”, recalca.

En el actual Gobierno de Navarra, por ejemplo, se ha creado la “Consejería de Políticas Migratorias y Justicia", y no al revés, que vendría a ser lo natural por antigüedad. Esto obedece, reitera Domínguez, a prioridades estrictamente políticas. “Zapatero renombró el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, para ofrecer una nueva imagen ante Europa y dar un mayor significado al primero”.

La imagen es otra de las cuestiones que un Gobierno debe tratar de mantener, y el cambio de los ministros y ministerios es una de las apuestas de este nuevo Gobierno, según Marta Rebolledo. “Pedro Sánchez ha intentado refrescar de alguna forma este Ejecutivo y dejar de lado a los ministros que menos han comunicado o han sido más impopulares”, destaca. Con estos cambios, además, Sánchez “ha intentado cumplir con el Gobierno del diálogo, ya que con estos cambios ha hecho que la gente perciba esta nueva etapa”, apostilla.

Una segunda lectura de esto, según Rebolledo, es que Sánchez ha buscado la estabilidad interna. “Esto es propio de los sistemas parlamentarios, donde tienes que intentar contentar a todas las cuotas del partido. Es lo ocurrido con el ministro de Sanidad y miembro del PSC, Salvador Illa. Esto sin embargo no ocurre en sistemas presidenciales como el americano, ya que ahí es el Senado quien debe ratificar gran parte de los nombramientos”.

El nuevo Ejecutivo eleva el gasto

Pero más allá de su significado político, ¿qué coste pueden suponer a las arcas públicas los nuevos ministerios? Es difícil cuantificar el coste exacto, pero para el exasesor de Isabel García Tejerina, está claro que éste va a subir al tener que buscarles una ubicación oficial dentro de las estructuras de las que dispone Patrimonio. “Además se tiene que crear una sede, amueblarla, realizar un cambio de la relación de puestos de trabajo y crear los cargos de libre designación”, explica.

Pero la cuestión va más allá, ya que también se deben adaptar cosas tan anecdóticas como la papelería, placas o la rotulación de los coches oficiales. Todo lo que había hasta ahora no sirve, así como "muchos folios en los que se especifica el género del cargo". ¿Podemos, por ello, hablar de un Gobierno sobredimensionado? “Aunque crear más ministerios no hace ganar competencias al Gobierno, no se puede hablar de un exceso de ministerios. Es una cuestión de ordenar el trabajo, y de que la acción y la actividad del nuevo Ejecutivo tenga coherencia interna...Y no esté sobredimensionado en competencias”, reitera Dominguez.

Los 22 ministerios de Pedro Sánchez

El primer Gobierno de coalición está conformado por cuatro vicepresidencias y 16 ministerios: vicepresidenta primera y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática (Carmen Calvo); vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 (Pablo Iglesias); vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital (Nadia Calviño); vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Teresa Ribero), Hacienda (María Jesús Montero), Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (María Aránzazu González); Justicia (Juan Carlos Campo); Defensa (Margarita Robles); Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (José Luis Ábalos); Educación y Formación Profesional (Isabel Celaá); Trabajo y Economía Social (Yolanda Díaz); Industria, Comercio y Turismo (Reyes Maroto); Política Territorial y Función Pública (Carolina Darias); Cultura y Deporte (José Manuel Rodriguez Uribes); Sanidad (Salvador Illa); Ciencia e Innovación (Pedro F. Duque); Igualdad (Irene Montero); Consumo (Alberto Garzón); Inclusión, Seguridad Social y Migraciones (José Luis Escrivá); y Universidades (Manuel Castells).

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